Cine en Navidad: Fuera de Foco

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La temporada de diciembre cierra las puertas a la diversidad y reconfirma los prejuicios de la crítica. En teoría, la cartelera se olvida de la complejidad para gratificar el espíritu navideño del espectador masificado. En la práctica, los entendidos optan por hacer maletas y tomarse unas vacaciones hasta enero, cuando llegan las películas nominadas al Óscar.
Pacientemente, los escuchamos quejarse con los lugares comunes del manual del cinéfilo indignado: es culpa del mercado de Hollywood, el verdadero arte fue desplazado por el consumo de cotufas, yo me quedo en casa viendo las ganadoras de Cannes. Es difícil lidiar con mentalidades así de obtusas, formadas en el estudio del pensamiento maniqueo.
Les recomendaría beber en otras fuentes y actualizar el repertorio. Pero las sugerencias caen en saco roto. Mis colegas siempre encuentran un pretexto para ponerse moralistas y condenar el ascenso de la “barbarie” en la programación oficial de fin de año. Les puedo seguir la corriente con las prescindibles, “Los Tres Chiflados” y “El Origen de los Guardianes”, dos perfectas justificaciones de la vieja tesis de “la sequía creativa de la meca”.
En efecto, el largometraje infantil replica el argumento del viaje del héroe sin proponer mayores alteraciones al molde clásico. Solo cambia la manera de narrar la historia a través del forzado ensamble de una mitología paternalista, ahora diseñada en ordenador. Papá Noel y su liga de la justicia quieren acabar con la maldad en el mundo y reclutan a una oveja descarriada a sus filas.
El protagonista cumple con su misión redentora y conjura el embrujo del villano. Ergo, la pesadilla terrorista se reescribe como un cuento de hadas, fabricado con el desangelado sistema digital de la Dreamworks.
Admito los reclamos a la gerencia. Ni hablar de la adaptación de los hermanos Farrelly. Mejor remitirse a los trabajos originales de Curly, Moe y Larry. En contraposición, el panorama comienza aclararse con “Hotel Transylvania”, un acierto en su género. Largometraje para niños con la densidad experimental y conceptual de una versión mutante de La Aldea, inspirada en el barroquismo de la animación japonesa y el ritmo demencial de las tiras cómicas de Tex Avery. Discutibles el desenlace y el acercamiento pragmático al relato romántico de los vampiros de Amanecer.
Mismo asunto de Bel Ami a las órdenes del club de admiradoras de Robert Pattison. La estrenaron por oportunismo aunque decepcionará a los fanáticos de Crepúsculo. Es una concesión, medio irónica, para el lector curtido en la lectura de Guy de Maupassant. Típica propuesta de época del gusto qualité de las viudas del melodrama acartonado. En realidad deberían darle una oportunidad a “Siniestro”, una auténtica obra maestra del desespero y el laberinto de un escritor. También los invito a relajarse con la incorrección política de “Ted” y “Los Indestructibles 2”. Cintas iconoclastas en formato analógico y digital. Reflexiones de la tensión entre el pasado y el presente. El peluche es la proyección inconsciente de un hombre negado a evolucionar.
Stallone y los suyos asumen su barranco de acción con honestidad y autoconciencia. En ambos casos, comprobamos la gama de matices de los supuestos productos estandarizados. Miremos más allá del blanco y el negro.
Publicado originalmente en El Nacional.

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