La feminidad y la utopía

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Conoce lo masculino, mantente en lo femenino y sé el Arroyo del Mundo.
Tao Te-King

Nuestro mundo actual es fundamentalmente masculino. La violencia, las guerras, la ira, son manifestaciones masculinas. La feminidad, a lo largo de la historia humana, ha estado sublimada, por envidia del hombre, porque conoce su poder, por temor. Pero ambas polaridades han de existir, lo masculino se eleva y desciende, para luego elevarse lo femenino, y descender, el día y la noche, el sol y la luna, es la energía suprema de la naturaleza.

Nuestra sociedad nos ha enseñado que el hombre ha de ser hombre las veinticuatro horas del día, y una mujer ha de ser mujer las veinticuatro del día. Es forzado, antinatural.

El Yoga ha sabido esto desde hace milenios. Al observar nuestra respiración tendremos noción de nuestra masculinidad y feminidad, a lo largo del día. Cuando se respira por la fosa izquierda de la nariz, se es femenino. Cuando se respira por la fosa derecha se es masculino. Y cada cuarenta y ocho minutos, aproximadamente, cambia.

El hombre es más estúpido que la mujer. Toda la historia, el conocimiento, la ciencia ha sido construida, básicamente, por el hombre, y se puede ver qué locura ha sido: no es la historia de la humanidad, sino la de la locura, las guerras, las violaciones, la gente quemada viva…

Para hacer la guerra se necesita odio, ira, la locura de destruir. El hombre ha luchado en cinco mil guerras en los últimos tres mil años. No es digno de los seres humanos. Se origina de nuestra herencia animal. Pertenece al pasado, que ha muerto, hay que transmutar nuestra animalidad en verdadera humanidad, y las cualidades femeninas pertenecen al futuro que está por venir. El hombre tiene que ganarse algo que la mujer ha recibido de la naturaleza como un regalo.

Me gustaría un mundo lleno de cualidades femeninas. Sólo así podrán desaparecer las guerras, las naciones, el ansia de poder, de destrucción. Sólo así tendremos un solo mundo: un mundo amoroso, pacífico, silencioso y hermoso.

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Mido un metro setenta y cinco. Tengo una docena de libros. En mi cuarto hay un altarcito con un Buda. Me gusta el color azul. A veces me despierto alunado. Prefiero los gatos a los perros, porque no existen gatos policías. Soy de acuario, pelo negro. No colecciono nada, guardo la ropa ordenada. Me aburro en las fiestas y soy de pocos amigos. Tengo los ojos color café tostao. Dicen que soy bueno, aunque no sea bautizado, y aún no me llevan las brujas. Nací a las siete y media de la mañana. No creo en ovnis ni en zombies (pero de que vuelan, vuelan). Uso prendas talla "m". Prefiero quedarme en silencio. Duermo del lado derecho y con franela si hace frío. De la vida yo me río, porque no saldré vivo de ella. No uso saco ni corbata, ni me gusta el protocolo. Estoy en buena compañía, pero sé cuidarme solo. No me complico mucho, no me estanco, el que quiera celeste, que mezcle azul y blanco. No tengo adicciones, mas que de leer y estar solo. Antes creía que no tenía miedos, hasta que vi la muerte a milímetros. No me creo ningún macho y soy abstemio, aunque si hay una buena compañía y un vinito se me olvida esto último. Prefiero más a los animales que a la gente. No tengo abolengo y dudo mucho que tendré herencia. Tengo una rodilla que a veces me fastidia. Tengo cosquillas, no las diré hasta que las descubras. No traiciono a mis principios, que son cinco. Me gusta ser muy sincero, por eso no hablo mucho. (Inspirado en una canción del Cuarteto de Nos)

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