Viaje por la Galaxia

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Venía del trabajo como todos los días, esperando el metro, el autobús, simplemente viviendo la vida, sin más ni menos, me dispuse a entrar a la casa con la esperanza de encontrar a los Medias Rojas ya ganando el partido de aquel día. Escuché unos ruidos muy particulares en el jardín, me acerqué cautelosamente y pude jurar que había visto par de enanitos muy blancos y brillantes saltando, me froté los ojos mientras rezaba a San Goyo, el patrono de los ciegos, y lamentablemente habían desaparecido, «estas loquito» me dije y entré a la casa. Me recosté en la cama para descansar y simplemente caí rendido por el cansancio de un día cualquiera, de un día cualquiera de esos en que ves enanitos brillantes revoloteando por el jardín.

No recuerdo bien como pasó, solo puedo decir que abrí los ojos y pude ver una luz brillante que venía de la ventana de mi habitación, me levanté de la cama y dije en voz alta, «bien ha llegado la hora, camina hacia la luz donde unos seres llenos de paz y amor te van a tomar de los brazos y te van a llevar a descansar por la eternidad». Seguí avanzando y nada que los afamados y bien conocidos seres de luz, paz y tranquilidad acaban de aparecer para conducirme hacia el otro lado, repetí «no te preocupes, sigue caminando que ya los vas a ver y a sentir». De pronto sentí un carajazo en mi espinilla y pude ver a dos seres enanos, cabezones y con ojos ovalados con cara de malos que se reían mientras hablaban entre sí en una lengua desconocida para mi persona.

«Quieto guevón», me gritó uno de los enanitos, yo solo pude decir, «tranquilos, tranquilos, no me hagan daño que con esa patada en la espinilla no puedo correr pa’ ningún lado», de inmediato el que me había metido la patada en la espinilla sacó una inyectadora y me clavó la aguja en el muslo, «coño que haces enano de mierda? alcancé a decir pero en cuestión de segundos había caído en los brazos de Morfeo nuevamente.

Desperté amarrado en una mesa fría y de algún metal desconocido, rodeado de 5 enanitos que me miraban fijamente. «Coño no puede ser» pensé, «solamente a mí me llevan unos enanos brillantes para joderme la existencia». Traté de hablar pero no me lo permitieron dándome un carajazo en la boca con una especie de paleta de goma, uno de ellos, el más feo, tomó la palabra y me dijo «bienvenido a la sala 215 del pabellón X-4 dentro de la Nave Nodriza Antares, lugar en donde se realizan experimentos con distintos seres de diferentes razas a lo largo de la galaxia.” «Ahora si me acomodé yo» pensé, «no es suficiente con pagar el carro, el teléfono, internet, la comida, lavar la ropa, cocinar, que las mujeres te desprecien y aguantar a la gente del trabajo sino que enanitos de otro mundo me escogen para experimentar conmigo», otro de los enanos habló «le estaremos realizando experimentos durante unas 12 horas en tiempo terrestre, por favor colabore para no tener que hacerle daño.»

Sin darme chance de patalear una aguja atravesó mi ombligo, «ay coño esto si duele» grité y me volvieron a meter otro carajazo con la paleta de goma en la boca, la aguja parecía recorrer todo mi cuerpo pues la sentía en distintos puntos, de reojo podía observar como en una pantalla se veía mi organismo por dentro mientras los enanitos anotaban cosas en una libreta y hablaban entre si en su idioma desconocido. Después de varias deliberaciones entre ellos se acercaron y me dijeron «terrícola, usted debe permanecer aquí con nosotros pues nos va a ayudar a determinar ciertos parámetros para la invasión programada al planeta ese pirata donde viven ustedes, solamente le vamos a hacer unas preguntas para luego pasarlo a la sección de estudios avanzados. «Me cago en diez» pensé «no le di comida a mi perro, el loro debe andar arrecho, me van a botar del trabajo, mi novia debe pensar que estoy con otra y yo atrapado por estos enanos en quien sabe donde coño.»

Me pararon de la mesa y pude ver como había una mano de seres raros a lo largo de la habitación, un monstrico azul con tenazas verdes se quejaba de la comida que le habían traído y una bola de pelos con tres antenas estornudaba sin parar llenando un pipote con una sustancia amarillenta, en otra de las mesas estaba Jaime Lusinchi al que los seres enanos le habían puesto un letrerito que decía «BASURA», más allá logré ver a Aristóteles que trataba de convencer a los enanitos que la filosofía era más importante que destruir al planeta y muy bien amarrado tenían a Mr. Hyde que trataba de soltarse a toda costa.

Sentado en una silla con 3 enanitos frente a mí comenzó la ronda de preguntas, «cual es la capital de Suecia? dijeron, yo respondí «Estocolmo», los enanitos se miraron y prosiguieron «a que temperatura hierve el agua? «a 100 grados centígrados a nivel del mar» dije, los enanitos se miraron y continuaron, «cuanto es 2345 x 3790?, «8.887.550 respondí», «quien es el hombre más inteligente del planeta Tierra? «Hugo Chávez» les dije. Hubo un silencio y los enanitos salieron repentinamente de la habitación.

Entró otro enano con cara de pocos amigos y repitió la pregunta, quien es el hombre más inteligente del planeta Tierra?, «Hugo Chávez» volví a decir, el enano enfurecido me metió otro paletazo en la boca, de seguido entró un enano que llevaba capa y una corona y me preguntó “quien es el hombre más inteligente del planeta Tierra?, «miren» les dije, «Hugo Chávez es el hombre más inteligente del planeta», los enanos se retiraron y la nave giró bruscamente, en cuestión de segundos logré ver por una de las tantas ventanas de la nave que estábamos posados sobre el Palacio de Miraflores, «hay coño» pensé «estos enanos no saben lo que están haciendo, ahora si me van a linchar».

Con igual rapidez la nave se posó sobre mi casa, los enanos me agradecieron mi tiempo y me regalaron una chupeta que me quitó el dolor por los paletazos en la boca, caminé hacia mi cuarto y me llevé la sorpresa de mi vida cuando en mi sala vi a Hugo Chávez sentado, «que coño haces tu aquí?, «bueno camarada mesmo, misión amistad, aquí me han dejado los enanitos mesmos», «si, si, pero tan rápido?, «mesmamente, rápido sí, es que hablé con ellos, les propuse unas misiones espaciales, alienígenas, les propuse darle petróleo por estrellas, médicos cubanos por polvo sideral, les ofrecí unos terrenos en Barinas a cambio de una nave de esas de ellos para derrotar al Imperio, al de la capa, ese mesmo, el jefe mesmo, le ofrecí el Ministerio de Estudios Espaciales y le dí carta blanca para robar», pude observar a un lado de mi sala una chupeta del tamaño de una nevera y pensé «coño a este sí que le cayeron a carajazos de verdad verdad», Hugo prosiguió «mesmamente les ofrecí un intercambio, unos de ellos se vienen a sembrar tomates en Margarita mientras mando a Nicolás Maduro a aprender cómo manejar la nave para derrotar al Imperio», a todas estás pensé «déjalo que hable, que se distraiga, este es el momento de acabar con esta tortura para los venezolanos», Huguito seguía hablando «y bueno mesmamente les ofrecí unos gallineros verticales y enviarles a Rangel Silva por tres meses para que les imparta unas técnicas de guerra asimétrica para sus batallas galácticas, les regalé la Constitución Bolivariana y les deje claro que tenían que iniciar una revolución en la Vía Láctea para acabar el monopolio oligarca de George Lucas con ese cuentito de Star Wars mesmo, además les pedí por favor que me le enviarán un saludo efusivo a Alien, si el monstruo de la película que yo sé que no es malo sino que es socialista y revolucionario, y por supuesto les recordé la frase de Bolívar ‘En la galaxia están nuestros amigos y las estrellas nos dan luz’, ah y se me olvidaba les obsequié una morrocoya para que sus muchachitos se diviertan mesmamente.»

Sentí una gran pena ajena por lo que había hecho pasar a los enanitos brillantes pero consideré que estábamos a mano por haber perturbado mi paz en un martes cualquiera, me desplacé hacia la gran chupeta y grité «mira Hugo en la ventana, unos gringos Marines que nos vienen a atacar», cuando el tarado volteó hice rodar la chupeta que más bien parecía una bola de acero, la misma tomó por sorpresa al Teniente Coronel y lo aplastó sin darle chance a escapar, caminé unos pasos y me cercioré que efectivamente el inquilino de Miraflores había quedado espachurrado, sonreí y pude ver como la chupeta tenía una pequeña nota, «Terrícola, gracias por hacernos reír un rato, teníamos tiempo sin hacerlo, nos engañaste, este actor de Radio Rochela de verdad que es una joda, no es el hombre más inteligente del mundo pero de verdad que hizo reír a toda la galaxia………

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