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Crónicas de la RBV (I): Del pensamiento pavloviano del fanático político venezolano

Pavlov

(Serie de artículos, artículo anterior en la serie aquí)
La visceralidad de nuestra esfera pública no es un hecho desconocido. Basta con pasarse por Noticiero Digital, La Patilla o cualquier página similar que tenga foros y veremos cómo las respuestas y “argumentos” van de lo vomitivo a lo espeluznante, adornados con errores ortográficos y falacias lógicas a granel, pero, por lo general, al menos se hace un intento, aunque sea rudimentario y repleto de ataques personales no muy refinados.

Otro elemento conocido del discurso colectivo en Venezuela es el infantilismo, tema que ya ha tratado Chamán Urbano en dos interesantes artículos y sobre el cual no me explayaré, pero que viene a cuento en este escrito y en las circunstancias que originaron estos sucesos.

Algo no tan conocido, y que resulta bastante impactante, es el carácter pavloviano del discurso en nuestra esfera, es decir, la reacción condicionada ante estímulos, que en este caso son palabras o frases claves, independientemente del contexto. Frente a cada situación se tiene una respuesta preparada que se dispara, independientemente de los argumentos reales del interlocutor.

Un ejemplo lastimoso de esto es el post acerca del Twitter de Chávez, que muchas personas, al ver juntas las palabras Chávez y Twitter, automáticamente asumieron que era una línea directa con el presidente, y víctimas de la ignorancia y falta de educación que esta revolución afirma haber eliminado, vertieron sus súplicas, ilusiones y sueños en los comentarios, que fueron leídas primero con sorna y luego con incredulidad, ante el avasallante número de personas que no percibía la sátira, que ignora el funcionamiento de Twitter y de las secciones de comentarios, o que simplemente reaccionaba condicionadamente a las palabras Chávez y Twitter, tal cual el perro de Pavlov babeaba al escuchar la campana. Otro ejemplo que da vergüenza ajena fue un comentario a mi último post, en cuyo título se encontraba la frase “guerra asimétrica”, dando origen al siguiente desubique:

ES EN VERDAD  muy cierto quienes han de llevar la batuta en esta guerra asimetrica  son los medios privados ,y las encuestadoras los dos trabajan en concordancia con el ,o los candidatos para haserles suvir de popularidad , t ademas tratar de acesorarlos ,en como somreir  como hablar ,y que desir ‘PERO POCO A POCO GAN HIDO PERDIENDO SERIEDAD ,Y VERACIDAD  es por eso pues que como la encuestadra de el senor SHEMELL decidop de plano en desir la realidad ,sin ninguna atadura ,o propocito nooo EN CAMBIO COMPANIAS ENCUESTADORAS COMO KELER ,Y ASOCIADO  si han perdido mucha credivilidad ,y eso se dene a que se supone que de eso es que viven y no podran nunca tratar de evador tal responsavilidad»

Uno pensaría que las características acá descritas son patrimonio mayoritario de los oficialistas, y ni siquiera de todos, sino de los más desfavorecidos y sin educación, pero la realidad se encargó de demostrarnos a mí, a Rubén y a otros, lo equivocado de nuestros prejuicios.

Hace unos meses, hastiados de los bloqueos epistémicos, las cerrazones y fanatismos de los extremistas de ambos bandos, incapaces del diálogo, decidimos comenzar un proyecto que era parte ironía, parte experimento social y parte bofetada a los filisteos de ambos bandos, unidos en adoración a los ideales y símbolos patrios sacros que jamás deben ser mancillados ni discutidos. Un ejercicio iconoclasta dedicado a la burla, al sarcasmo y a sacar roncha entre los bienpensantes de cada lado. La República Bananera de Venezuela: Una página en Facebook con un humor negro y ácido que causó (y sigue causando) incomodidad, que critica lo criticable, sea de Capriles o de Chávez y que trata de no dejar títere con cabeza, aunque la totalidad de los administradores estemos en contra del gobierno.

A lo largo de estos meses hemos tenido bastantes encontronazos y debates, viendo en ocasiones el comportamiento pavloviano del que hablábamos en un principio, pero, curiosamente, de ambos lados. De un lado, un poco más articulado, con menos errores ortógraficos y gramaticales, con lenguaje más pulido, que del otro lado, pero, a fin de cuentas es la misma reacción refleja que no lee absolutamente nada más allá de las palabras clave. Así, uno puede decir “Chávez no es bueno” y la persona lee Chávez y bueno en la misma oración y se transforma en María Alejandra López. Otras respuestas pavlovianas de oposición son evocadas al burlarse del ridículo dicho “el tiempo de Dios es perfecto”, al mostrar incredulidad acerca de las religiones o al osar dudar de todo aquel/la estafador/a, perdón, psiquíco/a, tarotista o astrólogo/a (sí, es contigo, Adriana Azzi) que prediga que por fin, ahora sí, Chávez cae. Ni la clase social ni la educación formal o superior sirven para erradicar estos espasmos cognitivos.

Las reacciones explosivas suelen seguir a los intentos de explotar las burbujas cognitivas que causan este comportamiento pavloviano. Si de algo sirven las reacciones automáticas es que te evitan el esfuerzo de pensar, te dan la sensación de tener la razón y de sabértelas todas y una más para cada cosa que te digan. Que la realidad te de un coñazo argumental no es agradable y viene la explosión. Así quien te haga la observación esté más o menos de acuerdo contigo, hay que darle en la madre. Esto se ve mucho en chavistas, quienes en nuestra página, la mayoría de las veces dan dos pataletas y se van por donde vinieron, luego de par de rondas de chalequeo. Pero hay otros casos, como el que contaremos a continuación, donde la explosión no para y degenera en un torrente escatológico para nada cónsono con el estereotipo de dama de sociedad y alcurnia que muchas mujeres de las clases pudientes cultivan y parece más bien una imitación convincente del timeline de Iris Varela.

Doña Felisa G. S. (Nombre completo reservado), llegó muy seria y serena, a decirnos cómo Dios le dio cáncer a Chávez por maldecir a Israel, pero, al ser cuestionada su manía religiosa con un Dios vengativo e infantil, nos acusó de chavistas, a pesar de estar replicando a partidarios del gobierno en ese mismo momento. No sólo éramos chavistas, sino también pendejos que lloran a Chávez (a pesar de estar comentando una foto de la página con un humor más negro que el corazón de Pol Pot), coños resentidos que nada pueden aportar a la Patria y encima GAY CIBERNETICO CON DISFUNCIÓN ERÉCTIL EN EL CEREBRO.

Ejemplo de libro de pensamiento pavloviano y agresivo, buscando enemigos donde no los hay y metiéndose en una discusión innecesaria por no reconocer un error obvio. Por supuesto que nuestras réplicas no fueron leves, el objetivo de la página es exponer estos comportamientos bananeros, como les llamamos, y concienciar por medio de la burla. Le dimos la cuerda que necesitaba y se ahorcó ella solita, lo reconozco, fue trolleo del bueno. Pero lo preocupante acá no es la boca de alcantarilla de Doña Felisa per se, sino el saber hasta que punto es significativo y representativo su comportamiento.

Otro ejemplo fue una página con el discreto nombre de «Abajo el CastroComunismo», indignados por nuestra crítica hacia su xenofobia, en una foto donde tildaba a «los cubanos» de sanguijuelas parásitas. A pesar del contenido de la página y que la mayoría de nuestros últimos posts han sido contra el gobierno, que tiene el protagonismo, el administrador de la página nos acusó de chavistas, spammers y hasta hackers, a pesar de estar «del mismo lado», nuestra negativa a discriminar a millones de personas y a aceptar su xenofobia causó su reflejo condicionado de tacharnos de chavistas, al margen de cualquier evidencia, llegando incluso hasta a mentir parar lograrlo.

Ya con los escritos de Chamán, el culto a la personalidad desbocado, las llorantinas comunales y los resultados del 7O nos convencimos que en la acera del frente hay mucha gente que cognitivamente no tiene pensamiento abstracto, ahora la pregunta incómoda, ¿Cuántos en la oposición tienen la cabeza de adorno?. ¿Estamos viviendo una fantasía donde debatimos y rebatimos y no es que una minoría se interese en el debate, sino que una minoría insignificante es siquiera capaz de comprenderlo? Si resulta ser así, ¿Cuales son las expectativas sociales a largo plazo en un país en el que la mayoría de chavistas y opositores actúan, piensan y escriben en piloto automático?

Regresa el tema de la Venezuela de Piedra, esta vez a nivel argumental. nada más porque sepamos leer, traduciendo letras a sonidos, y escribir más o menos correctamente no quiere decir que colectivamente seamos capaces de entender lo que tenemos frente a las narices y traducir el análisis en acciones efectivas, simplemente escribamos en el teclado, con la apariencia de un discurso, pero con frases vacías y sin razonamiento, hablamos por hablar confiando en nuestras cajas de resonancia. Puede también ser una falsa alarma, que simplemente es una minoría muy ruidosa y atorrante (igual, 70.000 personas vieron posts de la página y sólo unos pocos han sido pavlovianos), pero igual da qué pensar y lo hace a uno preguntarse el tamaño de la parte oculta de este iceberg y las implicaciones para la democracia en Venezuela.

Si nuestra clase media ha vivido colectivamente sobándose un diente roto, se explican muchas cosas, desde la falta de conciencia mientras el País de las Maravillas se nos derrumbaba mientras estábamos de rumba, hasta la bancarrota intelectual de cierta élite mediática y social, que últimamente ha sido tema de discusión acá y que Rubén tocará en la Parte II de esta serie. Si los pavlovianos son mayoría se explica perfectamente nuestra predisposición a salivar cuando nos tocan la campana correcta: a marchar vez tras vez, a votar irreflexivamente por “conservar espacios políticos” cuando los espacios son muchas veces ocupados por perezosos, mediocres e incapaces y muy pocos dicen algo, sino que siguen insistiendo obsesivamente en la importancia del voto, sin evaluar su verdadero impacto.

Si ni el dinero, la educación ni la información son capaces de romper los condicionamientos pavlovianos, la situación de nuestro país es aún peor de lo que pensábamos. Y esta vez nos toca mucho más de cerca.

Próxima entrega:

Crónicas de la República Bananera de Venezuela (II): Desespero pre-moderno.

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