Lección del día: las discusiones del parlamento son una mera formalidad para pegar gritos, escupir espuma por la boca, vociferar consignas vacías y lanzar la constitución contra el rostro del integrante de la bancada «enemiga».
Es decir, la asamblea nacional es un parapeto. El poder real no reside en Venezuela, sino en Cuba. Lo acaba de ratificar el presidente del teatro del absurdo, al legitimar la exigencia de los hermanos Castro, expresada a través de una carta supuestamente firmada por Nicolás Maduro. Durante la sesión, se intentó expresar una postura distinta desde el bloque de oposición.
Al final, Diosdado aniquiló el debate con una intervención monocorde, donde con la señal de costumbre le permitió al presidente ausentarse durante un tiempo indefinido.
En paralelo, se desconocerá el espíritu de la carta magna y careceremos de información para entender el verdadero estado de salud del enfermo.
A partir de hoy, comienza una situación sobrevenida en Venezuela, cuyo destino incierto nos aproxima al abismo de la Habana, con su comandante Fidel zombificado por la historia.
Según el relato de los ganadores aparentes, los médicos tienen carta blanca para embalsamar a Hugo y traerlo de regreso como una monia. Así gobernará hasta el 2019, de cumplirse el deseo de Cabello.
Naturalmente, la ficción caerá por su propio peso, tarde o temprano. Es cuestión de tiempo. Ver a Blanca deseperada prueba la teoría del miedo ante la muerte. Bienvenidos al horror vacui del chavismo en vivo y directo.
Moraleja: los diputados pistoean la democracia e instauran un golpe de facto amparado por el cogollo de la revolución.
Lo dicho. La república fue desmentalada por una simple operación burocrática. La leída de la carta es la guinda de la torta. Compite con el show de «la cual aceptó».