Hubo una conversación bastante simpática en el muro de facebook de una amiga. Un debate bastante serio sobre lo ridículo que se puede poner el chauvinismo, el nacionalismo o el regionalismo. Ya juzgarán las capturas de pantalla.
Empieza como una broma, empiezas a escribir en mayúsculas, aumenta la adrenalina, las cosas se acaloran, no sabes muy bien por dónde vas, una punta aquí una punta allá, estás perdiendo el control, de repente hay lluvia de vidrios, caos total y gente llorando, te das cuenta que te perdiste en tsunami de la broma y ya no recuerdas como empezó.
Ahora entiendo a los fanáticos, escribiendo en mayúsculas sentía realmente que estaba vociferando, y añadido a que el sueño pega, olvido el punto y me encuentro bromeando sin ton ni son.
Era una burla al chauvinismo tonto, del que somos el mejor país del mundo, solo porque nacimos dentro de unos bordes imaginarios de la geografía del mundo, a esa tontería de enorgullecernos de algo circunstancial.
Nos burlamos, ohhh si, como nos burlamos, de los lugares comunes. “TENEMOS LAS MUJERES MAS BELLAS”, pero coñol. Que el mundo encuentre al fenotipo (y ahora el bisturí) de algunas mujeres de Venezuela atractivo no es ningún logro, es una casualidad.
“TENEMOS LA CAÍDA DE AGUA MÁS ALTO DEL MUNDO”, pero coño, si Brasil se vuelve loco algún día y las fronteras cambian, eso ya no sería un “logro” venezolano.
¿Nuestra gastronomía?, pero chamo, haganme una lista de 10 platos nacionales, que no se coman en ningún otro lado y que se considere un manjar nacional. (EL PABELLÓON Y…. Y EL ASADO NEGRO Y… LAS HALLACAS Y… ESTEEEE, LAS AREPAS -no marico esas las compartimos con Colombia- Y LAS EMPANADAS, YYYYYY…)
Lo que me llamó la atención de la conversación, es el fondo muy en el fondo. Entre el sarcasmo y las bromas, me doy cuenta de algo. Somos un país sin objetivos. No sé quién de ustedes se logra mamar el objetivo de país en educación, por ejemplo: “Promover y garantizar al pueblo venezolano el desarrollo sociocultural mediante la formación integral de todos los ciudadanos y ciudadanas, como ente rector de las políticas educativas en concordancia con los lineamientos del Estado y comprometidos con la participación popular para un mayor nivel de desarrollo, materializando la universalización de la educación y fortaleciendo el acceso, permanencia y prosecución del Subsistema de Educación Básica”
A la grandísima puta, ¿Qué mierda dijo y con qué se come? ¿Eso es un objetivo del país?
Comparemos con:
“The wealth of a nation lies in its people – their commitment to country and community, their willingness to strive and persevere, their ability to think, achieve and excel. Our future depends on our continually renewing and regenerating our leadership and citizenry, building upon the experience of the past, learning from the circumstances of the present, and preparing for the challenges of the future. How we bring up our young at home and teach them in school will shape Singapore in the next generation.
The mission of the Education Service is to mould the future of the nation, by moulding the people who will determine the future of the nation. The Service will provide our children with a balanced and well-rounded education, develop them to their full potential, and nurture them into good citizens, conscious of their responsibilities to family, society and country.”
¿Notaron alguna diferencia?
Veo la ingenuidad de los cartelitos del facebook que ponen “Venezuela: Fauna, Flora, Gente, Comida, Paisajes”. Verga chamo, te va a atropellar un carrito de helados. Dime alguna nación que no tenga fauna, flora, gente, comida y paisajes. “Yo no es que sea agrandado, pero nací en Venezuela”, “Yo no elegí nacer en Venezuela, solo tuve suerte”
Nosotros no somos un país objetivo, somo un país adjetivo. Somos adjetivo-compulsivos. Venezuela grande, patria bonita, inmensa, libre, alegre, bochinchera, positiva, libertaria, generosa, delicada, inteligente, revolucionaria, bolivariana, bananera.
Queremos describir un país en una palabra y exponer una idea compleja en 140 caractéres. Un país es más que eso y tratando de sobresimplificar los problemas adjetivizando, al final terminamos confundiendo la sensibilidad con la sensiblería, la simplicidad con la simpleza, la filosofía con la divagación y la sencillez con la banalidad (¿o bananalidad?).
No hay algo objetivo a lo que agarrarnos, como: “Nuestro objetivo de país para los próximos tres años es disminuir los crímenes violentos 3 puntos porcentuales aplicando tales y tales medidas sobre la base de los estudios de tal y tales personas”. Entonces nos apegamos a los adjetivos calificativos que consigamos. “Mi mamá es bonita, inteligente y blanca”, “mi papá es trabajador, abstemio y casi no es abusador”
Era la base de mis críticas a Capriles, no el qué iba a hacer si ganaba, sino el cómo. Chávez dijo que en 2013 iba a eliminar la pobreza, pero nunca dijo el cómo, y miren el peo que tenemos hoy.
Ahora hasta un “estoy orgulloso de mi color de piel”, me parece un excesivo “cromaticismo”. Eso también es una circunstancia casual de nuestro pool genético. Me suena a “estoy orgulloso del adjetivo con el que nací”.
¿Sentirnos orgullosos de casualidades?, es como sentirnos orgullosos de ganar la lotería: “Verga pana, le dí y le dí y le dí hasta que después de años de estar jugando lotería, fui el uno entre chorrochocientos números de probabilidad”. O sentirnos orgullosos de que nos caiga un rayo: “¿Sabes cuáles son las probabilidades de que te caiga un rayo?, una en un millón, ese soy yo mi pana”.
No, no me enorgullece el Salto Angel, ni las playas, ni el pico Bolívar o el Ávila, Me gusta mirarlos, pero no por nada esas vainas se llaman accidentes geográficos. Me siento orgulloso de las cosas que se logran con esfuerzo y dedicación. Cosas que implican el trabajo y testarudez para eliminar las casualidades. Esfuerzos que son la continua pelea en contra de la Ley de Murphy. Pero ¿nacionalismo por los paisajes, la flora y la fauna dejando de lado los pranes, los baches, y la escasez? Olvidalo, es una soberana pendejada (¿Ven que sí tenemos soberanía en algo?). Decir que somos chiquitos cuando somos chiquitos nos permite crecer, pero decir que somos grandes cuando somos chiquitos nos vuelve ridículos.
Yo también estoy metido en este experimento que es la página de facebook de la República Bananera de Venezuela y aunque la inspiración de este artículo no viene de allí, lo suscribo a las crónicas porque a veces necesitamos no preguntarle a la abuelita si estamos bonitos, sino mirarnos un buen rato en el espejo, mirar el estado en el que estamos y decirnos a nosotros (la sociedad) que un adjetivo que podría describirnos bien es ese: Bananeros.