En El ladrón de palabras (The Words 2012) la historia que se nos cuenta esta dividida en tres tiempos, el primero es el del narrador: un autor conocido que lee ante el público su novela, el segundo es el de sus personajes y el tercero es la historia de la vida de un anciano: su juventud, su vida en otra época distinta a la de novela que se nos narra.
¿Por qué Bradley Cooper siempre hace de escritor en el cine? De escritor impotente mas bien… no lo sé, pero si en Sin límites (2011) tiene que tomarse una píldora para que le llegue la inspiración, en El ladrón de palabras no tiene que tomarse nada, porque nada le hace efecto. Su personaje Rory tiene un sueño: ser escritor. Un sueño con un plan si van juntos están condenados al éxito, el problema es que en el camino, las contradicciones, el miedo puede hacerte trastabillar y dudar de todo, sobre todo de ti mismo.
Zoe Saldana, la actriz latina, también actúa en esta película sobre escribir, sobre amar, pero no como una cursilería llena de clichés (o si, tal vez un poco), mas bien sobre como el oficio de las palabras, como tantos otros, no debe (o no debería) estar por encima de cualquier cosa, cuando deseas algo mas que todo ¿Lo que hagas para conseguirlo es vàlido?
El no tener fe en uno mismo, el no soportar las inquietudes internas sobre el porvenir, puede hacer que tu presente se desbarate frente a tus ojos, por algo se dice constantemente en la cinta, que el problema no es tomar decisiones, el problema es vivir con ellas…
Tres escritores en el tiempo: Clay Hammond (Dennis Quaid), Rory (Bradley Cooper) y un anciano (Jeremy Irons) presentan muchas coincidencias entorno al oficio de escribir, pero muchas más en el modo en que viven, porque como se dice en la película la realidad y la ficción se cruzan a menudo, la dificultad quizás radica en limitar el paso de una en los predios de la otra. Cuando el film termina, su desenlace te indica cual de las dos es mucho más importante alimentar para que la otra no muera.
Calificación: 10/10