Señor Nicolás, o mejor dicho, ¿presidente Maduro? De verdad, no sé cómo llamarlo. Estoy un poco confundido, como el país.
Le escribo una misiva para hacerle llegar una serie de inquietudes, a propósito de su última intervención pública, donde usted arremete contra los medios de comunicación, por ser portadores de un mensaje maligno del capitalismo, cuyo efecto se palpa en la violencia de la inseguridad, según usted. Yo le voy a demostrar lo contrario, si me lo permite.
Es curioso, señor Maduro, pero nuestras vidas se cruzaron por el destino en Italia. Usted no lo recuerda. Coincidimos en Roma y usted debía regresar para Caracas. Sin embargo, decidió coger rumbo para París con Cilia Flores en un viaje no necesariamente de trabajo.
Por lo visto, usted prefiere los destinos del mapa capitalista. Es el problema de sus amigos de revolución. Predican con la palabra, pero no cumplen en la acción.
Imagínese la cantidad de historias y anécdotas para comprobarlo. Conocidas son las aventuras de la familia Chávez en el país de Mickey.
Por ejemplo, también recuerdo el relato de aquella esposa de un alto funcionario, comprando electrodomésticos y ropa como loca en la Gran Manzana, valiéndose del carro y del chofer de la misión venezolana en Nueva York, donde las muchachas de servicio atestiguaban la presencia de maletines forrados de dólares.
Usted hizo de la cancillería la agencia de viajes del PSUV. No es chisme, no es rumor, es una verdad ratificada por los hechos de su gestión. Por tanto, estimado compatriota, no lo entiendo. Hablemos de su arenga de ayer. Allí usted dijo, según las agencias informativas del proceso:
El vicepresidente llamó a «cuidarnos» por la «violencia consumista» que, en su opinión, ha imperado en los últimos 60 años en Venezuela, producto del capitalismo.
Es mentira, su eminencia, con todo respeto. Ustedes no encabezan una corte de furibundos ecologistas y ahorradores de recursos, como el emblemático, Pepe Mújica, quien viaja en clase turística y se desplaza en un cacharro.
Cada movimiento de ustedes y de su corte, nos cuesta un ojo de la cara en gasolina, seguridad y despliegue policial. A cuenta del erario público, ustedes establecieron un acaudalado puente aéreo entre Caracas y La Habana, para visitar a su timonel enfermo, quien gasta un dineral inmenso por cada segundo postrado en cama.
El consumismo hiperviolento y depredador es la práctica común del gobierno. Lo denunciaron en “Nuestro Petróleo y Otros Cuentos” y por ello lo censuraron. En Maracaibo fui testigo de la perpetuación de un sistema aberrante y contaminante de explotación del crudo, mantenido por ustedes para seguir repartiendo dádivas en el mundo y conservar el poder. Por ende, no dicte usted cátedra sobre el tema. No le queda.
Luego usted continúa con afirmaciones refutables del mismo tenor. Procedo a citarlas para luego deconstruirlas.
El vicepresidente de la República, Nicolás Maduro, aseguró que la inseguridad personal es producto del capitalismo y la violencia en los medios de comunicación.
«Los medios de comunicación le echan la culpa al presidente Chávez por la inseguridad. Pero ellos transmiten la violencia (…) Ellos (los medios) son los responsables de la violencia desatada», aseguró Maduro en un acto en el que se desplegó la «guardia del pueblo» en el estado Zulia.
«El tema de la criminalidad se impuso a nuestro pueblo desde la década de los 60 a través de series televisivas», apuntó Maduro.
«Las mentes de miles de compatriotas han sido envenenadas por el capitalismo», agregó.
Solo le compro la última idea con una ligera variante. Las mentes de sus compatriotas de partido fueron envenenadas por el concepto capitalista de la riqueza mal habida, gracias al sostén del socialismo del siglo XXI. Una pantalla para ocultar los intereses de la boliburguesía reinante.
En cuanto a lo demás, lamento volver a disentir de su impostura. Primero, si la inseguridad es producto de la violencia de los medios, ¿ por qué en los ochenta cuando pasaban películas de “Rambo” y “Terminator” había menos criminalidad desbordada? Es una ecuación simple.
Yo lo invitaría a estudiar y a no tapar el sol con un dedo. Después de trece años, la inseguridad de hoy también es responsabilidad de su gobierno. No es culpa de la televisión, de Stallone, de los enlatados yanquis.
Tampoco es una carga exclusiva de la cuarta república, cuando yo andaba por la calle con tranquilidad. Durante la Quinta fui objeto de un secuestro y casi me matan.
Hablando de violencia y medios, le ofrezco un comentario final. En TVES transmiten programas con violencia. VTV es una cadena de odio e intolerancia, desde “Cayendo y Corriendo” hasta “La Hojilla”. ¿Ello guardará relación con la inseguridad del país? Lo dudo, aunque no comparto el lenguaje encendido y maniqueo de Mario Silva. Le echa leña al fuego de la polarización.
Yo le recomendaría dejar de lanzar potes de humo, ya quemados por sus predecesores en el trono y extinguidos por la teoría científica. Revise los textos y comprobará las falacias de su tesis.
Alemania es un país pacífico. Cero inseguridad. Caminé por sus calles hasta las tres de la madrugada. En Caracas sería imposible.
En Berlín proyectan un cine de una violencia inconmensurable, pornográfica, a menudo insensible. Según ellos, les sirve de catarsis. Es decir, no tiene el menor efecto sobre la criminalidad. Piénselo señor Nicolás. A lo mejor se hace más Maduro.
Todo es una excusa para militarizar las plazas, instaurar un toque de queda, intimidar a la oposición y buscar la manera de censurar a los medios, condenándolos en público.
La estrategia es obvia. Parece destinada al fracaso.
¿Por qué Maduro no reflexiona mejor en torno a la relación del incremento del gasto militar con el aumento de la violencia de la calle?