«El rock ha muerto» se ha dicho insistentemente durante varios de los últimos años. Al menos 642 mil resultados arroja la frase en una búsqueda de Google, siendo la mayoría artículos de opinión que argumentan la tesis. Sin embargo, las diferentes autopsias no concuerdan en el tipo de muerte o sus causas. Mientras tanto, se sigue haciendo rock. Se siguen editando discos, componiendo canciones, organizando conciertos. Pero, ¿qué hay más allá de lo comestible de ese producto?
El pasado 19 de enero Bob Geldof, fundador de los Boomtown Rats, de la Fundación Band Aid Trust y el responsable por los conciertos Live Aid, fue lapidario. «Culturalmente ya no tiene la misma importancia que tuvo en los últimos veinticinco años, por eso creo que la era del rock and roll ha terminado. Era un intermediario entre las personas, que tal vez sustituyan las redes sociales».
El compositor de aquella «I don’t like mondays» argumentó que «el rock necesita un contexto en el que funcionar». Según el músico, las sociedades sí tienen qué cosas decir pero tal vez «no tienen el vehículo necesario para expresar esos miedos», como anteriores generaciones utilizaron la estética rock que, lamentó, «ya no tiene la capacidad de expresar la sensibilidad de los tiempos actuales».
Daniel Esparza, músico y filósofo, cree que la opinión de Geldof es «muy lúcida» y de peso específico «porque él estuvo parado en el preciso momento en el que el rocanrol le dio cohesión, unidad, movimiento y cuerpo a un momento histórico. Y probablemente lo que está dando eso a este momento histórico sean las redes sociales, tan manipuladas por la economía como lo fue el rock en su momento».
El integrante de la banda Los Melancólicos Anónimos asegura que «el rocanrol se ha convertido en un lenguaje de entretenimiento» y se pregunta dónde está la praxis contestataria. «Geldof pone el dedo en la llaga diciendo que a lo mejor está en las redes, que le dan cohesión a frustraciones, necesidades, anhelos de varias generaciones».
Sin embargo, Félix Allueva, autor de Crónicas del Rock Fabricado Acá recuerda que «cada 5 o 7 años aparece alguien diciendo que el rock está muerto. Es cíclico». Por tanto, disiente de Geldof. «El rock es un género que supera lo musical y trasciende hacia lo sociocultural, porque desde su nacimiento ha estado vinculado con la cultura juvenil, y se interconecta con factores políticos y sociales».
Allueva dice que el rock tiene una plasticidad sociocultural que lo hace adaptable. «Geldof tiene una visión limitada, porque sus binoculares tiene alcance internacional, mainstream, pero en los países de medio oriente, por ejemplo Irán, el rock se ha convertido en un elemento de resistencia. En muchos países de Europa Oriental y de América Latina lo sigue siendo».
Esparza se anota con la visión más global, la que analiza los efectos del rock en las grandes audiencias. «Hay música que se para en lugares incómodos y que dice unas cuantas cosas que merecen ser dichas, pero creo que Geldof se refiere a que el rocanrol ya no tiene ese poder de cohesión de masas que llegó a tener».
ROMPIERON EL MOLDE
Lo que sí es una realidad es que figuras como Bob Dylan no se han repetido, y las que existen son las mismas de hace varios años. Algo que Allueva cree se debe a una suerte de descentralización. «Bono y el mismo (Bruce) Springsteen siguen siendo referencia internacional. Pero yo diría que cada país tiene su expresión rockera y en cada país están los no alineados que son los que se enfrentan». Sería el caso de Porno para Ricardo en Cuba, Pussy Riot en Rusia, y Niños Mutantes en España, por nombrar tan solo tres.
El del Nuevas Bandas cree que el gran detalle está en la ubicación geopolítica, con países de escena rockera contestataria activa y otros muy «adormecidos», como Venezuela donde las bandas «no están dibujando el momento político».
CUESTIÓN DE CONSUMO
Esa «muerte» del rock como instrumento de cohesión social puede derivarse, además, de la «crisis de la experiencia» esbozada por varios filósofos, como afirma Daniel Esparza, quien integrara en los 90 la recordada Alban Arthuan. «Quizá sea culpa de la manera en cómo el espectador recibe el producto cultural».
En otros tiempos incluso ir a comprar un álbum en la discotienda era una manera de relacionarse, de generar comunidad, de compartir con semejantes las opiniones y, también, los reclamos. «Y si se agotaba el disco se reunían varios panas en la casa del que sí lo tuviera para escucharlo, creando identidades colectivas», comenta Esparza.
Allueva pide mantener presente que el rock «es una contradicción: es contracultura y es mercado, y entre esos dos polos se va moviendo».
¿QUÉ VIENE?
Félix Allueva cree que el rock sigue vivito y coleando. «Mantiene esa expresión de enfrentarse a lo establecido, de ser un mecanismo de comunicación entre sectores desposeídos, sectores socialmente golpeados y políticamente marginados. Esa vigencia del rock depende de dónde nos ubiquemos geopolíticamente».
Esparza es más apocalíptico. Para él, sobrevive la estética rock. Y Bob Geldof fue mucho más allá, al decir que aunque existen bandas haciendo rock, «carecen de la personalidad que tuvo, por ejemplo, Nirvana».
Pero el asunto no se queda en rock versus redes sociales porque éstas «pueden terminar en mero entretenimiento también», como sostiene Esparza, autor del libro Cómo twittear y no morir en el intento, quien escribe canciones críticas, y tuits también, aunque «yo no creo que eso vaya a evitar que el mundo hoy convertido en una instancia puramente representacional se vaya a ir por el despeñadero del entretenimiento, de la mercantilización de la experiencia y de la actividad humana. Yo no creo que de eso nos vaya a salvar nadie».
En cualquier caso, para mantener vivo el rock habrá que darle play a las canciones, incluyendo «El Rock Ha Muerto», de los mexicanos Disidente, que dice: «Me has dicho que el rock ha muerto/Pero no te creo/Escucha bien cuando suene el tren».
Casos como el del Medio Oriente pueden resultarnos aislados. En América Latina, y específicamente en Venezuela, se ha adoptado la tendencia de ser políticamente correcto, so pena de sanciones, enemistades y detractores que te harán saber su desacuerdo de modo no muy amigable. Me hago eco de este párrafo «“Culturalmente ya no tiene la misma importancia que tuvo en los últimos veinticinco años, por eso creo que la era del rock and roll ha terminado. Era un intermediario entre las personas, que tal vez sustituyan las redes sociales”.
Cierto es que rockeros por excelencia como Bob Dylan, Kurt Cobain, Layne Staley y, por qué no, Cayayo Troconis, no tienen similares hoy día. Pienso en alguno y quizás el que más se acerca es Dave Grohl. Quizás los panas de Vinilo Versus estén coqueteando con la estética contestataria propia de las artes. El arte o artista que es políticamente correcto, aburre. Y a mi, personalmente, no me parece sincero.
Un abrazo, Victor.
Esta es algo contestataria
http://soundcloud.com/colores-invisibles/a-la-calle