En lógica se conoce como argumento ad hominem (del latín, literalmente, «al hombre») a un tipo de falacia. Consiste en decir que algo es falso, eludiendo presentar razones adecuadas para rebatir una determinada posición o conclusión. En su lugar se intenta atacar o desacreditar la persona que la defiende señalando una característica o creencia impopular de quien lo expresa.
Definición de Wikipedia.
No todo argumento reducido a la persona es necesariamente malo. Sucede en la calle y a lo largo de la historia. Claro, el ascetismo con pretensiones de objetividad de la academia, lo proscribe. Un timo de la seudociencia.
Hasta en Wikipedia existe una larga y tediosa definición para explicarla y condenarla como un uso perverso de la comunicación social.
De seguro, los creadores del post invocan una curiosa forma de cruzada moral bajo el amparo de criterios políticamente correctos.
Deberíamos preguntarnos si dicha concepción tiene sentido en el mundo de la realidad, la literatura y la creación estética, concentradas alrededor de la exacerbación y la crítica del culto a la individualidad.
Ciertamente, el poder encontró una forma de atomizar el sentido colectivo de la política, para limitarla al campo de lo egocéntrico. Sin embargo, es una soberana hipocresía el hecho de fingir demencia y comportarse como un pastor del doble discurso y la hipocresía, quien en la intimidad goza con escudriñar la vida de los otros, pero delante de las cámaras y los foros públicos se vende como un hermanito de la caridad del cobre.
La misma fue la actitud empleada por mis interlocutores durante la discusión del artículo de Laureano y su respectiva replica.
Un señor, de cuyo nombre no me acuerdo, estuvo encadenado y pegado en la nota de descubrir muñecos de paja en el ojo ajeno, pero no en el suyo propio. Según entendemos, él sí puede señalar con el dedo a los demás, a la luz de una curiosa y sospechosa superioridad intelectual con altos complejos de grandeza.
Yo no ando por las ramas y con medias tintas. Sí considero un error denigrar o insultar la honorabilidad de mis contertulios. No obstante, justifico el ad hominem y el hombre de paja para situaciones donde lo privado afecta al orden de lo público y viceversa.
Si fuera por el ad hominem, no existiría el procesamiento y la investigación de casos de corrupción. Menos la posibilidad de levantar una biografía para comprender la relación de una persona con un determinado proceso histórico.
Gracias al hombre de paja, Andrei Ujica pudo hacer su obra maestra de desmitificación de la Rumania comunista, “Autoretrato de Nicolai Ceucescu”.
Verbigracia, el chavismo se agarra de la paja del hombre inconmovible para evitar cualquier acusación directa contra su amado líder. Irónicamente, la revolución vive de encumbrar a su caudillo. Aun así, Mario Silva utiliza los recursos del ad hominem con el objeto de desertificar a los adversarios de la oposición, cuando quieren atacar al Presidente.
En su peor versión posmoderna, el asunto deviene en un círculo vicioso.
En el mejor de los aspectos, permite inspirar a autores y artistas de medio
mundo. Ni hablar de los humoristas y renegados del pensamiento anónimo, anárquico.
La historia de la pintura es una galería de hombres de paja, quemados y alumbrados por los pinceles más excelsos de la cultura.
Por tanto, merecemos asumir el tema con madurez, sin caer en maniqueísmos baratos. Panfletonegro lo requiere para dejarse de rodeos y eufemismos, típicos de la ola conservadora y reaccionaria de la página, con sus histerias y lamentos de mentira, como los añillos de castidad de los Jonas Brothers. Pura farsa.
Rememoro debates intensos con Leo Felipe Campos y John Manuel Silva, donde apelamos al ad hominem, nos demostramos algunas verdades y aprendimos de la discusión. Bonilla y De Paoli también hicieron lo propio y ampliaron su perspectiva de las cosas.
Los invito a salir del armario y a hablar con sinceridad.
No se sientan reprimidos por los nuevos censores de panfletonegro.
Nadie se va a morir por sacarse unas perlitas y unos trapitos al aire libre. Es parte de la lógica de Facebook y de la web 2.0. Cambió viejos paradigmas y tabús. Es hora de encararlos con conciencia.