Mi novia y yo tenemos un ritual los domingos en la mañana. A golpe de 11am vamos a desayunar a un restaurant indio que es bueno, bonito y barato. Ambos podemos dar fe de las capacidades regeneradoras de una Dosa Masala y un Appam de huevo en esos días en los que uno amanece destilando alcohol por los poros.
A medio camino entre la casa y el restaurant, hay un centrico comercial medio cutre que tiene una Reject Shop. The Reject Shop es una cadena Australiana de tiendas de descuento que vende productos descontinuados o con pequeños defectos a precios muy bajos. Allí puede conseguirse desde una salsa de tomate hasta una lámpara para el baño.
Este mediodía, luego de nuestro atracón correspondiente, recordamos que necesitamos comprar unos contenedores plásticos tipo Tupperware para la casa, por lo que decidimos pasar por la Reject Shop.
Mientras estamos en la cola para pagar, miro a mi derecha y me encuentro con esta bebida energética:
Por supuesto, mi primer pensamiento fué ‘qué bolas como el monigote del Ché da para cualquier vaina’. Pero luego me di cuenta que el asunto no es para nada bizarro. De hecho tiene muchísimo sentido. ¿Qué mejor lugar para comerciar con ideas defectuosas que la Reject Shop? El modelo cubano enlatado, por sólo un dólar australiano.
¿Será que el chavismo nació de una compra en descuento en una Reject Shop? ¿Se imaginan la cesta de compras de ese cliente?
Tres interiores tipo tanga, una bolsa de Doritos tapa amarilla y un modelo de gobierno. Todo por menos de AU$10. Una ganga.