Metamorfosis de una bofetada (1/2)

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Año 1995: Aquella chica le comentaba a su amiga con quien le gustaría terminar la noche. Si bien Juan la había invitado, el amigo, Roberto, era quien le movía el piso. Caracas reverberaba fuerte en los rostros de esas jóvenes que desde el mirador hablaban con la fluidez que solo un coctel de alcohol y hormonas puede provocar.

Juan le pasaba el porro a Roberto y Roberto se lo pasaba a Juan. Ya hacía tiempo el alcaloide había llegado al cerebro de estos buenos amigos  y entre risas profundas ambos creían estarse repartiendo el botín carnal cuando hacía tiempo ya las mujeres habían decidido con quien retozarían en la parte trasera de los machitos entrada un poco más la noche.

–          Agárrate a Livia. Eso esta divino.

–          Jeje, tu lo dices con conocimiento de causa coño de tu madr…

En eso y de la nada apareció en la oscuridad una patrulla de policía. Un cacharro tan destartalado que parecía más bien un peñero dando tumbos en la topografía agreste de ese mirador. Juan se apresuró a apagar el porro y corriendo hacia el carro metió la bolsita de ganja junto con el vestigio de porro estratégicamente dentro del apoya cabezas del asiento de copiloto.

–          Roberto metete los dos dedos bien adentro en el culo.

Le dijo Juan señalando los dos dedos con los que se sostiene un porro.

–          ¿Cómo?

–          ¡Que te metas los dedos en el culo coño! Bien adentro.

En esto las chicas ya conscientes de la patrulla que se aproximaba se acercaron zigzagueando a donde estaban Juan y Roberto.

–          Tranquilo chicos decimos que prendimos un incienso y ya.

De la patrulla se bajaron dos agentes. Uno tenía una barriga prominente y estaría en sus treinta. El otro no pasaba de 23 años.

–          Ciudadanos la cedula por favor. Como sabrán está prohibido beber en vías y lugares públicos.

El primero que le fue a dar la cedula fue Juan pero antes de que el PM se la agarrara lo increpó debido a la pestilencia a monte.

–          Ustedes estaban fumando marihuana  ¿o no?, pa’ olerte pacá nojoda.

Y haciendo un movimiento brusco le agarró la mano derecha y se la llevó a la nariz. La expresión facial del PM fue una mezcla potente entre asco y arrechera. Sin mediar palabra, le soltó un bofetón a Juan con tal fuerza que así hubiera estado sobrio igual se hubiera caído al suelo. El otro PM, el joven, tratando también de tener su rol en tan importante escena grito ¡están todos detenidos! ¡Adentro del Jeep ya!

El barrigón que aun no había mirado la cedula, si bien la tenía en la mano, se acercó a la luz de la patrulla para verla mejor. Fueron segundos tensos en donde el otro PM amedrentaba a los jóvenes y estos negociaban como podían.
En esto el PM barrigón grita: ¡Wilmer, ven pa’ aca huon!

Wilmer se acerca a la patrulla y se trae a Roberto o más bien Roberto lo sigue insistiendo en el soborno a fin de resolver la noche dignamente. Juan aun yacía en el suelo.

–          Tu amigo es el hijo de Juan X, ¿el político?

Le pregunta el barrigón a Roberto

–          El mismo. Es su hijo mayor.

–          Coño chico en mi barrio queremos mucho a Juan X. El ha hecho mucho por la PM además de que nos puso alcantarillado en el barrio.

Mira déjalo así. Tu sabes muy bien porque me engorile. Por favor desocupen el área y aquí no ha pasao nada.

Le devolvió la cedula de Juan y salieron pitando tal como entraron. De esa noche quedaron dos polvos fallidos, cuatro ratones, un cachete hinchado y varias anécdotas para los nietos.

En la próxima entrega la ultima parte de esta historia.

1 Comentario

  1. Cédula contra la pared, era el saludo mas común en los 80 cuando se salía de noche. Esos gordos barrigones y matraqueros eran una vaina, pero mas de uno al menos tenía el valor de enfrentarse con los malandros.
    Tu les decías: Me atracaron! y los tipos salían a buscar al malandro, no como ahora.
    Y a mas de uno le dieron su coñazo por tirar la cédula contra la pared!

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