1) Se consuma la crónica de una devaluación anunciada. Venimos hablando de ello desde diciembre, cuando el precio del dólar paralelo se disparó. El gobierno fue creando la matriz de opinión para sondear el terreno. La gente en la calle especulaba alrededor de la declaración del precio final. Después de todo, hoy se reveló la cifra. 6 mil trescientos bolívares por unidad de billete americano. Nuestra moneda vuelve a debilitarse. ¿Hay alguna sorpresa? Ninguna. Apenas los ingenuos acaban de darse por enterados y lo lamentan por las redes sociales. Bienvenidos al desierto de lo real.
2) El proceso solo buscaba el momento perfecto para dar su golpe maestro. Luego de pensarlo mucho, lo dejaron para el primer día de carnaval, utilizándolo como pote de humo y tapadera. Así evitan reacciones y brotes populares ante la implantación de la medida. Es una forma de aplicar una terapia de choque en el colectivo, mientras el país anda adormecido, alienado, atontado por el vacío de poder. Todavía cuesta salir del estado de asombro por el cuento de la recuperación del presidente. Ahora nos clavan la segunda estocada en plan de mascarada. Los próximos días intentarán disimular el impacto del paquete, por medio de un disfraz de propaganda roja rojita. Veremos si resulta el plan perfecto del chavismo.
3) Con los fondos de la devaluación, esperan apagar los fuegos del complejo año por venir. Cubrirán los gastos de la campaña de Maduro, fondearán la estructura de las misiones para obtener votos y definirán la agenda de las elecciones futuras. También asegurarán el pago de las adhesiones internacionales de la comunidad bolivariana, mandando dinero fresco para Cuba y los aliados de la región. Nuestro petróleo sobrevalorado financia al proyecto político de perpetuación. Su única gasolina es la plata.
4) Aunque te resulte irónico, el socialismo del siglo XXI emula viejas fórmulas del capitalismo salvaje y del neoliberalismo de la cuarta republica. Nada diferente de los modelos de Luis Herrera, Lusinchi, CAP y Caldera, quienes sostenían su andamiaje de crisis, especulando con la moneda. La consecuencia es la destrucción del aparato productivo, la deblace del ahorro, la dependencia hacia la divisa y la atomización del circulante criollo, con sus efectos de inflación y depresión. Por tanto, perdemos soberanía, calidad de vida y ocasión de saldar nuestra monstruosa deuda externa. Recibimos y reproducimos la lógica de un país hipotecado y técnicamente dolarizado. Venezuela no existe. Es un banco quebrado y controlado a placer por sus cobradores de impuestos.
5) Claudia investiga el caso de la Lechuga Verde. Me enseña los testimonios de miles y cientos de personas estafadas por una cuenta fantasma en Twitter, Facebook e internet. Me lee los comentarios de las víctimas del robo múltiple, sintomático de la corrupción actual. Es una secuela de la perversión del sistema, cual Recadi conoce a Cadivi en la web. Personas inocentes cayeron en la trampa. Buscan la visibilización de su escándalo. La pantalla digital es su muro de los lamentos. Ni VTV ni la justicia responderán a sus demandas. De concretarse el delito, constituirá un crimen perfecto. El primero en su estilo cometido por hackers y piratas de la net vernácula. Ojalá los descubran con las manos en la masa o aclaren su situación. No soy optimista al respecto.
6) A corto plazo, los pobres y asalariados sufrirán las peores ramificaciones de la catástrofe. La cesta básica subirá por las nubes y el salarío mínimo caerá en un abismo de pronóstico reservado. Habrá más pobreza, inseguridad, miseria e incertidumbre en las calles. Con mala suerte, el bravo pueblo se olvidará del asunto entre rumba, playa y gaveras de cerveza. Quizás un gigante dormido despertará de su letargo, de su zona de confort y reclamará por sus derechos. En un cierre utópico, el viernes negro de hoy será el anticipo de la derrota del Zar Nicolás.
En una jugada predecible, la cloaca desbordada continuará por su cauce del río Guaire. Es cuestión de sentarse a esperar.
Gracias por cortarnos la nota y tumbarnos la moral en una noche tan linda como ésta.
Igual toca resistir y levantarse.
Siempre culparán a la oposición por el aumento del control de cambio.
Pamplinas.