No, no quieres saberlo, pero igual te lo voy a decir.
Nunca dejaremos de ser un país que vive de la renta petrolera porque a ninguno de los partidos, movimientos u organizaciones con chance de ganar elecciones le interesa. Así de simple. (Es más, a ninguno de los partidos, movimientos u organizaciones sin ningún chance de ganar, tampoco le interesa.)
Porque la política (con «p» o con «P», da igual) en este país no tiene la menor idea de cómo manejarlo sin contar con la renta petrolera. Ningún plan de gobierno tiene la menor oportunidad de «funcionar» sin el dinero del petróleo. Agarren cualquier plan de gobierno de los últimos 60 años, de cualquier tendencia política, y encontrarán, inexorablemente las palabras «impulsaremos, generaremos, desarrollaremos». ¿Y quien impulsará, generará, desarrollará? El gobierno, y lo hará a punta de billetes negros.
Incluso las políticas que supuestamente están destinadas a «liberarnos» de la dependencia de la renta petrolera están planificadas para ejecutarse con dinero de la renta petrolera. Más circular y sería más que vicioso, pervertido.
Esta mentalidad de que gobernar es igual a administrar la renta petrolera está tan metida en los huesos de cualquier venezolano, independientemente de su «ubicación en el espectro político» o ideológico, que ante la mención de que la solución pasa por quitarle el monopolio, ya sea productivo o distributivo, al Estado la respuesta inevitable es «pero, chico, ¿tú estas loco». Esta respuesta intuitiva ante tamaño tabú luego podrá ser revestida por cualquier tipo de racionalización (no razonamiento): que si el venezolano se gastará la plata en caña, o los capitalistas se adueñarán de toda la industria; toda una ristra de malas excusas mediante la cual todo el espectro político-ideológico deja a un lado sus diferencias, se dan la mano, se abrazan y se empiernan para combatir tal propuesta contranatura.
Aquí nadie sabe gobernar sin renta petrolera. Conquistar el poder significa tener acceso a ingentes cantidades de dinero (para beneficio personal o para beneficio del pueblo, da igual). Cuando llegar al poder no signifique ganarse la lotería, podremos hablar del fin del modelo rentístico. Pero quitarle la piñata a los políticos significa quitarle la capacidad de poder decidir sobre el destino de la renta petrolera que, como vimos, nadie está interesado en hacer. Tanto elegidos como electores están de acuerdo en que el gobierno de turno haga y deshaga con la renta petrolera.
Sí, debemos acabar con la mentalidad rentística, pero eso pasa por acabar con el poder que tiene el Estado de manejar esa renta.
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PD: Acabar con «el poder que tiene el Estado de manejar esa renta», es solo un paso, porque si las políticas (y los políticos) no pueden financiarse a través del petróleo lo harán mediante inflación, devaluación, impuestos y endeudamiento (lo que está pasando actualmente). Es decir, que hay que cambiar toda una serie de cosas que tienen simpatizantes tanto en el gobierno como en la oposición, EEUU o Europa, socialdemócratas o comunistas, premios Nobel y pare usted de contar.