¿Qué nos acostumbró a ser tan pacientes y pasivos? ¿Las misiones neutralizaron la conciencia militante del bravo pueblo de Venezuela, tras sus gestas de independencia y emancipación de dictaduras?
¿Acaso las redes sociales y el internet lograron controlar la actividad política de la sociedad civil, concentrándola exclusivamente en la web, sin contacto con la realidad?
¿Es una consecuencia de los fracasos del paro y del once de abril? ¿Se trata de un efecto generado por la impotencia de perder tantas elecciones seguidas?
¿Tenemos miedo y nos dejamos amedrentar porque somos pacíficos y ellos violentos?
Las interrogantes me asaltan desde el diez de enero en la cabeza, cuando las condiciones parecían dadas para alentar el rebrote de la protesta nacional.
Un mes después, y con el regreso del presidente, el asunto no sólo sigue su marcha normal, sino además revela un estado de apatía aún mayor, solo compensado por el desahogo de la web.
Por lo visto, Twitter y Facebook consiguieron fabricar una polis paralela, donde el gobierno pierde de lleno y por paliza, pero con la ventaja de consolidar su hegemonía en el plano de lo oficial, de lo instrumental, del poder concreto, gracias a su eficiente estructura de censura y propaganda a través de medios tradicionales.
A lo sumo, dejamos a los chicos de la embajada hacer el trabajo sucio de salir a la calle a dar la cara por la oposición, para condenar y cuestionar las absurdas manipulaciones de la revolución. Nos guste o no, obtuvieron atención internacional, pusieron a sudar al proceso y forzaron dos escenarios: la publicación de las fotos trucadas de Hugo y el retorno silencioso del Comandante, como si fuese un guerrillero clandestino, infiltrado por los caminos verdes.
De ser cierta la charada, el Teniente aceptaría ceder protagonismo a sus apóstoles y reducir la monstruosa proporción de su dieta egocéntrica. Ambas opciones son imposibles y falsas. La verdad se cae de madura y no necesita explicación.
El chavismo corre la arruga, dilata el tiempo a placer, como en una película de suspenso, e instaura su universo literario de fantasía, de 100 años de soledad, apoyado en la alienación y el autismo de las masas.
En otro contexto y por menos, hubiese estallado una primavera árabe, una ola de indignación con presencia en plazas y avenidas. En Egipto desembocaría en jornadas de represión y batalla campal.
Por el contrario, Caracas luce fácil de domesticar, mandando a militarizar sus principales plazas y zonas residenciales. Allí vemos a los guardias nacionales tomando sol, buceándose a las menores de edad, fiscalizando el tráfico y matraqueando a los patineteros con pinta de fumones( aunque como ustedes saben, hasta la materia prima de los rastas brilla por su ausencia en el mercado negro).
Actualmente, y hablemos claro, muchos citadinos andan más preocupados por encontrar un porro que por organizar una manifestación para pedir pruebas fehacientes del estado de salud del caballero enfermo.
Otros siguen pegados en su nota individualista y egoísta, fingiendo demencia. Les preocupa ir de fiesta, combatir la inflación, descubrir una fuente nueva de dólares frescos, armar sus carpetas de Cadivi, ganarse el quince y último. Nada mal. Todos requieren subsistir. Aun así, con un país de gente ensimismada, no hay escapatoria y salida del círculo vicioso.
En dicho entorno, la pregunta es si algún día el colectivo despertará del sueño y la pesadilla, para avanzar, echar adelante, pasar la página y destrabar la cerradura de la cárcel criolla, de nuestro claustro voluntario.
Por lo pronto, el desenlace es distópico y culmina de vuelta a nuestro laberinto.
Ojalá vislumbremos una alternativa en el foro para materializarla con hechos.
¿Nos tocará pedirle asesoría a los Pemones?
«… la conciencia militante del bravo pueblo de Venezuela, tras sus gestas de independencia y emancipación de dictaduras?»
Creo que es mejor no llevarse por los relatos glorificados de un pasado que nunca fue. La gente aquí, como en cualquier otra parte quiere vivir tranquilo y sin tener que estar matándose por ello. Eso vale para noruegos, angolanos, japoneses, suizos y venezolanos.
Más allá de que sobraran razones para salir a protestar el 10 de enero, la realidad es que las condiciones objetivas no estaban dadas. Si bien hay 6,5 millones de opositores, también hay 8 millones de chavistas que aprueban este quilombo en el que se convirtió Venezuela. Y como dirían por allí, los rusos también juegan.
Los dirigentes políticos – que son los llamados a dirigir a la oposición – parece que no superan el shock de diciembre. Si ellos que son los profesionales de la cuestión no dan pie con bola, que se puede esperar de Juan Bimba?
«¿Tenemos miedo y nos dejamos amedrentar porque somos pacíficos y ellos violentos?»
Pareciera ser así, el problema de Venezuela es confundir pacifismo (Como el de Gandhi) con apaciguamiento (Caso de Neville Chamberlain).
Creo que ese achantamiento, que ya de por sí lo ha tenido el venezolano común, viene desde el paro petrolero. Me parece que no ha habido en la historia contemporánea de Venezuela un mejor momento para un estallido, pero no, era chévere pasar días en una cola para la gasolina, levantarse a las carajas de la cola, jugar dominó con los panas, y ver cómo se conseguía la cerveza. Un hecho como este en un país de África hubiera sido una guerra civil que aún se estuvieran contando los muertos. Luego de eso, cualquier intento de una reacción colectiva ha sido imposible. Me recuerda tanto la escena de Memorias del subdesarrollo, que estaban los misiles de EEUU apuntando a Cuba y la gente en la calle como si nada.
Casualmente tenia una discusión hace un par de días sobre el gran daño que le hizo el 11 de abril a Venezuela y el gran favor que le hizo al gobierno; se limpio al ejercito, se amedrento al pueblo, y tras años de elecciones perdidas no hay fe ni confianza en que se pueda salir de esto.
Pero hay varios factores que son importantes y que se perdieron; tu las abordas.
No hubo generación de relevo de esa gente muchos de nosotros cuando chamos veíamos encabezar las protestas, nosotros debimos (me refiero a gente que hoy toca los 40) tomar ese bastón, pero nos aculillamos; por que todos los muertos que dejo cualquier intento de protesta contra el gobierno son muertos en vano, y aquí seguimos filosofando y creyendo que el show esta a punto de terminar, que eso caerá por su propio peso… Mientras la otra Venezuela se prepara para la sucesión de poder.
El bravo pueblo solo ha tenido glorias Marxistas en los últimos 14 años, y es ese bravo pueblo que se dividirá y los nuevos lideres saldrán de allí, por que nosotros estamos todavía casados con los vestigios de algo que es odiado en el país de hoy en día, todavía estamos dando vueltas de perro a ver como nos organizamos.
Lo único que nos queda es tratar de esbozar desde nuestros teclados el país que soñamos tener, el que nuestros padres nos ofrecieron y que nuestros abuelos lucharon por construir.
El yugo no sera lanzado desde las filas de la oposición, solo me queda rezar para que sea el sector light del Chavismo, el menos fanático, el que si existe pero que esta callado, el que de un giro y haga que Venezuela sea de nuevo un país del cual podamos sentirnos **todos** orgullosos.
Para el proceso rojo hay, hoy en día una sola dirección… Para ellos, el show; debe continuar…
Se llama Totalitarismo. Recomiendo leer a Hanna Arendt. Se desmoraliza a la masa todos los días hasta aniquilar su conciencia crítica y sus acciones. En serio, busque a Arendt.
Creo que nuestros estallidos políticos han sido poco consistentes, esporádicos y carentes de peso ideológico. Pienso en el Caracazo y su forma de diluirse como un simple carnaval de consumismo desaforado, sin pago de tarjeta.
No has pensado que a lo mejor la razón es que no hay razón para luchar? que salga sapo o salga rana igual seguiremos jodidos? qué todos los políticos (incluyendo a los «líderes estudiantiles») son todos unos políticos paralíticos?
Sales a la calle, tumbas el gobierno y… a quién pones? otro 11 de abril? yo pongo los muertos y el otro se monta en el coroto, se toma la foto, el whiskicito campaneado y listo el pollo, a robaaaar de nuevo.
Cuando un líder de oposición salga y le mente la madre a Henry Ramos Allup y mande de paseo a Ravell con la misma intensidad con la que le mentan madre a Chávez entonces… quizás… tengamos algo en que pensar.
El país no necesita unidad, el país lo que necesita es que le pateen el rabo a unos cuantos.
La respuesta para mí es bastante más sencilla (o al menos elaborada y compleja dependiendo de como se le vea) de lo que algunos parecen apuntar. Y las pistas las podemos encontrar en los dos textos que a continuación transcribo, respetando sus respectivas fuentes.
¿Conoces el síndrome de la rana hervida?
Las fábulas, los símbolos, las historias, las parábolas, las alegorías, los cuentos han sido siempre excelentes técnicas para explicar, enseñar y transmitir ideas. He leído en algún lugar que la distancia más corta entre una persona y la verdad es un cuento. No sé si este aserto se podrá demostrar científicamente pero, por si fuera cierto, voy a utilizar para el comentario de hoy una curiosa metáfora.
Olivier Clerc, especialista en bienestar y desarrollo personal nacido en Ginebra y afincado hoy en Borgoña, escribió en el año 2005 un libro titulado “La rana que no sabía que estaba hervida… y otras lecciones de vida”. En la introducción dice el autor que “todo es lenguaje, que todo nos habla”. Entre las historias que plantea una lleva el título del libro. Y a ella me voy a referir. Parece ser que esta alegoría fue propuesta por primera vez en el libro de Marty Rubin “The boiled Frog Syndrome”, publicado en 1987.
Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, ella se habría puesto a salvo de un enérgico salto.
“Es un experimento rico en enseñanzas, dice el autor. Nos demuestra que un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía”.
Pondré varios ejemplos para aplicar esta conclusión que nos ofrece Oliver Clerc. Una de ellas es lo que sucede con el deterioro del amor inicial, tan intenso y emocionante muchas veces. Poquito a poco, detalle a detalle, se va desvaneciendo hasta desaparecer. ¿Cómo es posible, se preguntan los amantes, que hayamos llegado a este punto? Ese punto es la indiferencia más absoluta o la agresión más violenta que uno pueda imaginar. Se han ido acumulando silencios, displicencias, rencores, incomprensibles, malas contestaciones, pequeñas agresiones… hasta llegar a ese momento en que la convivencia resulta imposible. Nadie podría decir que esa pareja empezó a funcionar mal a las tres de la tarde del día 24 de enero.
Pienso algunas veces en el camino que sigue un niño, desde su inicial inocencia, hasta llegar a convertirse en un sanguinario terrorista. ¿Qué ha pasado? No es imaginable siquiera que, de un segundo para otra otro, quien era tierno e ingenuo se convierta en una fiera sin escrúpulos ni sentimientos. El individuo ha ido sufriendo una degradación progresiva, probablemente imperceptible, pero de resultados espectaculares.
Lo mismo sucede en la salud, que llega deteriorarse de forma tan lenta e invisible como segura. La enfermedad es una consecuencia de la alimentación desvitalizada e industrializada, cargada de grasas y tópicos. Lo cual se une a la falta de ejercicio, al estrés y a una gestión desafortunada de las emociones. Qué decir del cáncer de pulmón que sobreviene después de muchos años de fumar de manera continuada.
Esta degradación silenciosa, constante e imperceptible se produce también, a veces, en la vida profesional. Un profesor que comenzó su tarea cargado de ilusión acaba maldiciendo su suerte y aborreciendo lo que hace. ¿Cómo se ha pasado de un inicial comienzo ilusionante a este final pesimista? De forma callada y persistente. Un retraso, una baja fraudulenta, unos días sin esfuerzo, una reacción incontrolada, unos comentarios desagradables… Y, poco a poco, se acaba en un agujero negro que dista mucho del primer fulgor.
El síndrome de la rana también se puede aplicar al ámbito social. Hay sociedades en las que, en un tiempo, se vivía en función de valores acendrados. Pero, poco a poco, se van perdiendo las referencias éticas y un ciudadano de la primera época no se podría reconocer en la situación a la que sin pensarlo se ha llegado. Año tras año, día tras día, hora tras hora prosigue la degradación. Una creciente proliferación de la vulgaridad, de la grosería, de la falta de respeto hacen que nos sumerjamos en un clima éticamente irrespirable. ¿Cómo se ha pasado el la vida de aquellos pueblos en los que se dejaban las puertas abiertas a esta inseguridad que no eliminan ni los cerrojos, ni las alarmas ni la policía pública y privada?
La falta de reacción se debe a que el deterioro de paso lento es casi imperceptible. Por eso debemos estar siempre en situación de alerta. Oliverc Clerc nos dice en su obra: “Lo que nos enseña la alegoría de la rana es que siempre que existe un deterioro lento, tenue, casi imperceptible, tan solo una conciencia muy aguda o una memoria excelente permiten darse cuenta de ello, o bien un patrón de referencia que haga posible valorar el estado de la situación”.
Tres soluciones complejas, que no es fácil ejercitar de forma permanente y efectiva. La primera consiste en ejercitar la conciencia, sin la cual estaremos dormidos en el sentido estricto o figurado. La segunda es el ejercicio de la memoria. Sin memoria no hay comparación, no hay discernimiento. La tercera es la utilización de termómetros referenciales. La rana que está sumergida en el agua carece de un patrón de referencia. ¿Cuáles son los criterios en los que basamos nuestra salud emocional, nuestro clima ético, nuestro estado de salud? Cuando uno se quiere pesar, lo primero que hace es comprobar que la báscula está a cero. De lo contrario, ¿qué fiabilidad tendría la medida? Pobre rana. Inconsciente, amnésica y embotada, no le queda más que esperar la cocción. Pobres de nosotros si perdemos la capacidad de reaccionar ante el deterioro paulatino e imperceptible.
Fuente: http://www.taringa.net/posts/offtopic/12409341/El-sindrome-de-la-Rana-hervida.html
Y ahora añadamos este otro:
De cada cual según su capacidad; a cada cual según sus necesidades
Por Ayn Rand
Fragmento de la novela «La rebelión de Atlas».
-En la fábrica donde trabajé veinte años ocurrió algo extraño. Fue cuando el viejo murió y se hicieron cargo sus herederos. Eran tres: dos hijos y una hija que pusieron en práctica un nuevo plan para dirigir la empresa. Nos dejaron votar y todo el mundo, o casi todo el mundo, lo hizo favorablemente, porque no sabíamos en realidad de qué se trataba. Creíamos que ese plan era bueno, o mejor dicho, pensamos que se esperaba de nosotros que lo creyésemos bueno. Consistía en que cada empleado en esa fábrica trabajaría según su habilidad o destreza, y sería recompensado de acuerdo a sus necesidades. Nosotros… pero ¿qué le ocurre, señora? ¿Por qué me mira de ese modo?
-¿Cómo se llamaba esa fábrica? – preguntó Dagny con voz apenas perceptible.
-Twentieth Century Motor Company, señora. En Starnesville, Wisconsin.
-Continúe.
-Votamos por el plan en una gran reunión a la que asistimos unos seis mil, es decir, todos los que trabajábamos allí. Los herederos de Starnes pronunciaron largos discursos, no demasiado claros, pero nadie hizo preguntas. Ninguno estaba seguro de cómo funcionaría ese plan, pero todos pensábamos que nuestros compañeros lo habían comprendido. Si alguien tenía dudas al respecto, se sentía culpable y debía mantener la boca cerrada, porque todo aquel que se opusiera al plan hubiese parecido un desalmado, al que no era justo considerar humano. Nos dijeron que aquel plan significaba la concreción de un ideal muy noble. ¿Cómo íbamos a pensar lo contrario? ¿No habíamos oído decir durante toda nuestra vida, a nuestros padres y maestros, y a los pastores religiosos, leído en todos los periódicos y visto en todas las películas, y escuchado en todos los discursos públicos que aquello era recto y justo? Quizá nuestra conducta en la reunión podía ser comprensible hasta cierto punto. Votamos por el plan, y conseguimos lo previsto. Usted sabe, señora, que quienes trabajamos durante los cuatro años del plan en la fábrica Twentieth Century somos hombres marcados. ¿Qué se supone que es el infierno? Maldad, pura y simple, ¿verdad? Pues bien, eso es lo que vimos allí y lo que ayudamos a construir. Creo que estamos condenados por eso y quizá no se nos perdone nunca…
«¿Sabe cómo funcionó aquel plan y cuáles fueron sus efectos en nosotros? – continuó explicando el vagabundo –. Es como verter agua en un depósito en cuya parte inferior hay un caño por el que se vacía con más rapidez de la que usted lo llena y cada balde que echa dentro ensancha ese desagüe cada vez más, entonces cuanto más uno duramente trabaja, más se le exige; primero trabaja cuarenta horas semanales, luego cuarenta y ocho, y, más tarde, cincuenta y seis, para pagar la cena del vecino, la operación de su mujer, el sarampión del niño, la silla de ruedas de su madre, la camisa de su tío, la educación de su sobrino, o para el niño que ha nacido en la casa de al lado, o el que va a nacer; en fin para cuantos lo rodean, y que han de recibirlo todo, desde pañales a dentaduras postizas, mientras uno trabaja desde el amanecer hasta la noche, un mes tras otro y un año tras otro, sin tener más para mostrarles a esas personas que el propio sudor, sin otra expectativa que la complacencia de los demás para el resto de su vida, sin descanso, sin esperanza, sin fin… De cada uno según sus capacidades, para cada uno de acuerdo con sus necesidades…
«Nos dijeron que formábamos una gran familia, que todos participábamos en la empresa juntos, pero no todos trabajábamos ante la luz de acetileno diez horas diarias, ni padecíamos a la vez un dolor de vientre. ¿Cómo establecer, de un modo exacto, la capacidad de unos y las necesidades de otros? Cuando todo se hace en común, no es posible permitir que cualquiera decida sobre sus propias necesidades, ¿verdad? Si lo hace, pronto acabará pidiendo un yate, y si sus sentimientos son los únicos valores en que podemos basarnos, nos demostrará que es cierto. ¿Por qué no? Si no tengo derecho a tener un auto, hasta que caiga en una sala de hospital por haber trabajado para proporcionarle un coche a cada holgazán y a cada salvaje del mundo, ¿por qué no puede exigirme también un yate, si aún sigo de pie, si no he colapsado? ¿No? ¿Por qué no? Y entonces, ¿por qué no exigirme también que prescinda de la crema de mi café, hasta que él haya podido pintar su habitación…? ¡Oh, bien!… Acabamos decidiendo que nadie tenía derecho a juzgar sus propias necesidades o sus propias convicciones, y que era mejor votar sobre ello. Sí, señora, votábamos en una reunión pública que se celebraba dos veces al año. ¿De qué otro modo podíamos hacerlo? ¿Imagina lo que sucedía en semejantes reuniones? Bastó una sola para descubrir que nos habíamos convertido en mendigos, en unos mendigos de mala muerte, gimientes y llorones, ya que nadie podía reclamar su salario como una ganancia lícita, nadie tenía derechos ni sueldos, su trabajo no le pertenecía sino que pertenecía a ‘la familia’, mientras que ésta nada le debía a cambio y lo único que podía reclamarle eran sus propias ‘necesidades’, es decir, suplicar en público un alivio a las mismas, como cualquier pobre cuando detalla sus preocupaciones y miserias, desde los pantalones remendados al resfriado de su mujer, esperando que ‘la familia’ le arrojara una limosna. Tenía que declarar sus miserias, porque eran las miserias y no el trabajo lo que se había convertido en la moneda de aquel reino, así que se convirtió en una competencia de seis mil pordioseros, en la que cada uno reclamaba que su necesidad eran peor que la de sus hermanos. ¿Qué otra cosa podíamos hacer? ¿Quiere saber lo que ocurrió? ¿Quiere saber quiénes mantuvieron la calma, sintiendo vergüenza y quiénes se aprovecharon de la situación?
«Pero eso no fue todo. En la misma reunión se descubrió otra cosa. La producción de la fábrica había disminuido en 40 por ciento en el primer semestre, y se llegó a la conclusión que alguien no había trabajado ‘de acuerdo con su destreza o capacidad’. ¿Quién era? ¿Cómo averiguarlo? La ‘familia’ votó también sobre eso. Así se determinó quiénes eran los más capacitados, y a éstos se los sentenció a trabajar horas extra cada noche durante los siguientes seis meses. Horas extras sin paga, porque no se pagaba por el tiempo trabajado, ni por la tarea realizada, sino tan sólo según las necesidades.
«¿Quiere que le cuente lo que sucedió después? ¿Y en qué clase de seres nos fuimos convirtiendo, los que alguna vez habíamos sido seres humanos? Empezamos a ocultar nuestras capacidades y conocimientos, a trabajar con lentitud y a procurar no hacer las cosas con más rapidez o mejor que un compañero. ¿Cómo actuar de otro modo, cuando sabíamos que rendir al máximo para ‘la familia’ no significaba que fueran a darnos las gracias ni a recompensarnos, sino que nos castigarían? Sabíamos que si un sinvergüenza arruinaba un grupo de motores, originando gastos a la compañía, ya fuese por descuido o por incompetencia, seríamos nosotros los que pagaríamos esos gastos con horas extra y trabajando hasta los domingos. Por eso, nos esforzamos en no sobresalir en ningún aspecto.
«Recuerdo a un joven que empezó lleno de entusiasmo por ese noble ideal, un muchacho brillante, sin estudios, pero con una inteligencia asombrosa. El primer año ideó un plan de trabajo que nos ahorró miles de horas-hombre y lo entregó a ‘la familia’, sin pedir nada a cambio, aunque tampoco hubiera podido hacerlo. Se portó como creía correcto, lo hacía por el ideal, según dijo. Pero cuando en una votación lo declararon el más inteligente de todos, y lo sentenciaron a trabajar de noche porque no habíamos conseguido extraerle aún lo suficiente, cerró la boca y el cerebro. Le aseguro que el segundo año no aportó ninguna idea nueva.
«¿Qué era eso que siempre nos habían dicho acerca de la competencia descarnada del sistema de ganancias, donde los hombres debían competir por ver quién realizaba mejor trabajo que sus colegas? ¿Cruel, no es así? Deberían haber visto lo que ocurría cuando todos competíamos por realizar el trabajo lo peor posible. No existe medio más seguro para destruir a un hombre, que ponerlo en una situación en la que no sólo desee no mejorar, sino que, además, día tras día se esfuerza en cumplir peor sus obligaciones. Dicho sistema acaba con él mucho antes que la bebida o el ocio, o el vivir haciendo malabares para tener una existencia digna. Pero no podíamos hacer otra cosa, estábamos condenados a la impotencia. La acusación que más temíamos era la de resultar sospechosos de capacidad o diligencia. La habilidad era como una hipoteca insalvable sobre uno mismo. ¿Para qué teníamos que trabajar? Sabíamos que el salario básico se nos entregaría del mismo modo, trabajáramos o no, recibiríamos la ‘asignación para casa y comida’, como se la llamaba, y más allá de eso no había chances de recibir nada, sin importar el esfuerzo. No podíamos planear la compra de un traje nuevo para el año siguiente porque quizá nos entregarían una ‘asignación para vestimenta’, o quizá no. Dependía de si alguien no se rompía una pierna, necesitaba una operación o traía al mundo más niños, y si no había dinero suficiente para adquirir ropas nuevas para todos, no lo habría para nadie.
«Recuerdo a cierto hombre que había trabajado duramente toda su vida porque siempre había querido que su hijo fuera a la universidad. Bueno, el muchacho terminó la secundaria durante el segundo año del plan, pero ‘la familia’ no quiso entregar al padre ninguna asignación para que siguiera sus estudios. Dijeron que su hijo no podía ir a la universidad hasta que hubiera suficiente dinero para que los hijos de todos pudieran hacerlo. El padre murió al año siguiente en una riña de bar. Una pelea sobre nada en particular, en la que salieron a relucir navajas. Ese tipo de altercados se estaban haciendo muy frecuentes entre nosotros.
«También, había un viejo viudo y sin familia que tenía una afición: los discos fonográficos. Creo que era todo cuanto pudo desear conseguir de la vida. En otros tiempos solía ahorrar en comida para poder comprar algún disco nuevo de música clásica. Pues bien: no le dieron «asignación» para discos por considerarlo ‘un lujo personal’ pero durante esa misma reunión, una niña fea y desagradable, de ocho años, llamada Millie Bush, que era la hija de alguno, consiguió que votaran para comprarle un par de aparatos de oro para sus dientes, porque se trataba de una ‘necesidad médica’ según el psicólogo que consideró que sino se enderezaban sus dientes, la niña tendría un complejo de inferioridad. El viejo amante de la música se dio a la bebida, hasta tal punto que rara vez lo veíamos sobrio. Pero había algo que no podía olvidar. Cierta noche, mientras se tambaleaba por una calle, vio a Millie Bush y empezó a darle puñetazos hasta dejarla sin un diente, ni uno solo.
«La bebida era lo único que nos proporcionaba algún consuelo y todos nos volcamos a ella en mayor o menor grado. No pregunte de dónde sacábamos el dinero. Cuando todos los placeres decentes quedan prohibidos, existen siempre medios para llegar a los vicios. No se entra a robar a un bar durante la noche ni se registran los bolsillos de un compañero para comprar sinfonías clásicas o adquirir accesorios de pesca, pero sí para emborracharse y olvidar. ¿Accesorios de pesca? ¿Escopetas de caza? ¿Cámaras fotográficas? No existían asignaciones para ese tipo de pasatiempos. La ‘diversión’ fue lo primero que quedó descartado.
«¿Es que acaso no se supone que uno debe avergonzarse por cuestionar cuando alguien nos pide que dejemos algo que nos da placer? Hasta nuestra ‘asignación para cigarrillos’ quedó reducida a dos paquetes mensuales, porque, según dijeron, el dinero debía usarse para comprar leche para los niños. La producción de niños fue la única que no disminuyó, sino que, por el contrario, se hizo cada vez mayor. La gente no tenía otra cosa que hacer y, por otra parte, no tenían por qué preocuparse, ya que los niños no eran una carga para ellos, sino para ‘la familia’. En realidad, la mejor posibilidad para obtener un respiro durante algún tiempo, era una ‘asignación infantil’, o una enfermedad grave.
«Pronto nos dimos cuenta de cómo funcionaba aquello. Quien quisiera jugar limpio, tenía que privarse de todo, perder el gusto por los placeres, aborrecer fumar o masticar chicle, preocupado de que hubiese alguien que necesitara más esas monedas. Sentía vergüenza de la comida que tragaba, preguntándose quién la habría pagado con sus horas extras, pues sabía que esa comida no era suya por derecho propio y prefería ser engañado antes que engañar. Podía aprovecharse, pero no hasta el punto de chupar la sangre de otro. No se casaba ni ayudaba en sus hogares para no ser una nueva carga para ‘la familia’. Además, si conservaba cierto sentido de la responsabilidad, no podía casarse y tener hijos, puesto que no le era posible planear, prometer, ni contar con nada. Pero los desorientados y los irresponsables se aprovecharon. Trajeron niños al mundo, se casaron, y trajeron consigo a todos los indignos parientes que tenían en todo el país, y a cada hermana soltera que quedaba embarazada y con el fin de obtener ‘asignaciones por incapacidad’, contrajeron más enfermedades de las que cualquier médico podía atender, arruinaron sus ropas, sus muebles y sus casas, pero ¡qué importaba!: ‘la familia’ pagaba todo. Así, encontraron más modos de tener ‘necesidades’ que los que nadie hubiera podido imaginar, desarrollaron una habilidad especial para eso, la única habilidad que mostraban.
«¡Por Dios, señora! ¿Se da cuenta de lo que sucedió? Se nos había dado una ley con la cual vivir y que llamaban ley moral, que castigaba a quienes la cumplían. Cuanto más tratábamos de vivir de acuerdo con esa ley, más sufríamos y cuando más la burlábamos, mayores recompensas obteníamos. La honestidad era una herramienta entregada a la deshonestidad ajena. Los honestos pagaban, mientras los deshonestos cobraban. El honesto perdía y el deshonesto ganaba. ¿Cuánto tiempo puede un ser humano permanecer bueno con semejante ley? Éramos un buen grupo de personas decentes al principio. No había demasiados oportunistas entre nosotros. Conocíamos bien nuestra tarea, nos sentíamos orgullosos de ella, y trabajábamos para la mejor fábrica del país, propiedad del viejo Starnes, que sólo admitía en su plantel a los más selectos obreros. Al cabo de un año del nuevo plan, no quedaba entre nosotros ni una sola persona decente. Aquello era maldad, la clase de maldad horrible e infernal con la que los predicadores solían asustarnos, pero que uno nunca imaginamos que existiera. No es que el plan haya incentivado a algunos cuantos bastardos, sino que transformó a la gente decente en cretinos, sin que se pudiera obrar de otra manera… ¡y a eso llamaban ideal moral!
«¿Para qué habríamos de desear trabajar? ¿Por amor a nuestros hermanos? ¿Qué hermanos? ¿Para los aprovechadores, los sinvergüenzas, los holgazanes que veíamos a nuestro alrededor? Si eran simuladores o incompetentes, si no querían trabajar o estaban incapacitados para hacerlo, ¿qué nos importaba a nosotros? Si quedábamos reducidos para toda la vida al nivel de su capacidad, fingida o real, ¿para qué preocuparnos? No teníamos manera de saber cuáles eran sus verdaderas condiciones, carecíamos de medios para controlar sus necesidades. Lo único que se sabía era que estábamos convertidos en bestias de carga, luchando ciegamente, en un lugar que era mitad hospital, mitad almacén, sin marchar hacia ningún objetivo, excepto la incompetencia, el desastre y las enfermedades. Éramos bestias colocadas allí como instrumentos de aquél que quisiera satisfacer las necesidades de otro.
«¿Amor fraternal? Fue allí cuando aprendimos a aborrecer a nuestros hermanos por primera vez en la vida. Los odiábamos por todas las comidas que ingerían, por los pequeños placeres que disfrutaban, por la nueva camisa de uno, el sombrero de la esposa de otro, una salida familiar, o la pintura de la casa, porque todo eso nos era quitado a nosotros, era pagado con nuestras privaciones, nuestras renuncias y nuestro hambre. Empezamos a espiarnos unos a otros, con la esperanza de sorprendernos en alguna mentira acerca de nuestras necesidades y disminuir las asignaciones en la próxima reunión. Y empezamos a servirnos de espías, que informaban acerca de los demás, revelando, por ejemplo, si alguien había comido pavo el domingo, posiblemente pagado con el producto de apuestas. Empezamos a meternos en las vidas ajenas, provocamos peleas familiares para lograr la expulsión de algún intruso. Cada vez que veíamos a alguno saliendo en serio con una chica, le hacíamos la vida imposible, y así arruinamos numerosos compromisos matrimoniales, porque no queríamos que nadie se casara, no queríamos más gente a la que alimentar.
«En los viejos tiempos, el nacimiento de un niño era celebrado con entusiasmo y generalmente ayudábamos a las familias a pagar sus facturas de la clínica si estaban apretadas. Pero luego, cuando nacía un niño, estábamos varias semanas sin dirigirle la palabra a sus padres. Para nosotros, los niños eran como las langostas para los agricultores. En otras épocas ayudábamos a quien tuviera enfermos en su casa, pero luego… Voy a contarle un solo caso. Se trataba de la madre de un hombre que llevaba con nosotros quince años. Era una anciana afable, alegre e inteligente, que nos llamaba por nuestros nombres de pila, y con la que todos solíamos simpatizar. Un día se cayó por la escalera del sótano, y se fracturó la cadera. Sabíamos lo que eso significaba, a su edad, y el médico dijo que tenía que ser internada en un hospital de la ciudad para someterla a un tratamiento costoso y prolongado. La anciana murió la noche antes de ser traslada a la ciudad para su internación. Nunca se pudo establecer la causa de su fallecimiento. No sé si fue asesinada, nadie lo dijo, nadie hablaba del tema. Todo cuanto sé es que… y esto es lo que no puedo olvidar… es que yo también deseé que muriera. ¡Que Dios nos perdone! Tal era la hermandad, la seguridad, la abundancia que se suponía que el famoso plan nos iba a brindar.
«¿Qué motivo había para que se predicara esta clase de horror? ¿Sacó alguien algún provecho de todo esto? Sí, los herederos de Starnes. No vaya usted a contestarme que sacrificaron una fortuna y que nos entregaron la fábrica como regalo, porque también en esto nos engañaron. Es verdad que entregaron la fábrica, pero los beneficios, señora, dependen de aquello que se quiere conseguir. Y no había dinero en el mundo que pudiese comprar lo que los herederos de Starnes buscaban porque el dinero es demasiado limpio e inocente para tal cosa.
«El más joven, Eric Starnes, era un sometido, sin valor ni energía para hacer nada en especial. Resultó electo director del departamento de Relaciones Públicas que no hacía nada y tenía a sus órdenes a un personal ocioso, por lo cual no tenía por qué quedarse en la oficina. Su paga, en realidad no debería llamarla así, porque no se ‘pagaba’ a nadie… la limosna que se votó para él, era muy modesta, algo así como diez veces mayor que la mía, pero a Eric no le importaba el dinero, porque no hubiera sabido qué hacer con él. Pasaba el tiempo entre nosotros, demostrándonos su compañerismo y su espíritu democrático. Le encantaba que la gente le demostrase afecto. Su mayor empeño consistía en recordarnos a cada instante que nos habían dado la fábrica. Ya no podíamos soportarlo.
«Gerald Starnes era nuestro director de producción. Nunca pudimos averiguar la medida de su rastrillaje de ganancias, pero hubiéramos necesitado todo un equipo de contadores y otro de ingenieros para saber de qué modo todo aquel dinero pasaba por una tubería directa o indirectamente a su despacho. Sin embargo, nada figuraba como beneficio particular, sino como medios con los que pagar los gastos de la compañía. Gerald tenía tres automóviles, cuatro secretarias y cinco teléfonos, y solía organizar fiestas con champán y caviar, que ningún gran magnate que pagara impuestos en el país podía permitirse. Gastó más dinero en un año que el que ganó su padre en los dos últimos de su vida. En su despacho encontramos unos cuarenta kilos de revistas, llenas de artículos sobre nuestra fábrica y nuestro noble plan, con grandes retratos de Gerald Starnes, en los que se lo mencionaba como un ‘gran paladín social’. Por la noche le gustaba entrar en las tiendas vestido de etiqueta, con gemelos de brillantes, del tamaño de monedas, desparramando la ceniza de su puro por doquier. Un bruto con plata que no tiene otra cosa que exhibir aparte de su dinero, ya es un tipo desagradable, pero al menos no necesita mostrar que el dinero es suyo y uno puede contemplarlo con la boca abierta si lo desea. Pero cuando un bastardo como Gerald Starnes se exhibe de ese modo y declara una y otra vez que no le preocupa la riqueza material y que sólo sirve a ‘la familia’, que todos aquellos lujos no son para él sino en beneficio del bien común porque es preciso mantener el prestigio de la firma y del noble plan de la misma… entonces es cuando uno aprende a aborrecer a esos seres como nunca se ha aborrecido a ningún ser humano.
«Pero su hermana Ivy era peor. A ella realmente no le importaba la riqueza material. La asignación que recibía no era mayor que la nuestra, y siempre iba con zapatos chatos y faldas simples y camisas, con el fin de demostrar su indiferencia. Era directora de Distribución, a cargo de nuestras necesidades, la que, en realidad, nos tenía agarrados del cuello. Se suponía que la distribución se realizaba por votación, por la voz de la gente, pero cuando la gente son seis mil voces roncas que tratan de decidir sin ningún criterio, medida o razón, cuando no existen reglas y cada uno puede pedir lo que quiera sin tener derecho a nada, cuando cada cual ejerce el derecho sobre la vida ajena pero no sobre la suya, todo acaba como efectivamente terminó: Ivy Starnes acabó siendo la voz del pueblo. Al finalizar el segundo año, abandonamos aquella farsa de las ‘reuniones de familia para proteger la eficacia productora y economizar tiempo’, que solían durar diez días, y todas las peticiones fueron enviadas directamente a la oficina de la señorita Starnes. No, no eran enviadas. Mejor dicho, cada peticionante en persona debía presentarse allí y ella elaboraba una lista de distribución que nos leía en una reunión que duraba tres cuartos de hora. Luego votábamos. Había diez minutos para la discusión y las objeciones, pero no formulábamos ninguna, para ese tiempo ya nos habíamos dado cuenta. Nadie puede dividir la renta de una fábrica entre miles de obreros, sin una norma con que medir el valor de la gente. La de la señorita Ivy era la adulación a su persona. ¿Desinteresada? En los tiempos de su padre todo su dinero no le hubiera permitido hablar al tipo más bajo de su empresa en el modo como ella solía hablarles a nuestros más hábiles obreros y a sus esposas. Tenía unos ojos pálidos, vidriosos, fríos y muertos. Si se quería conocer la maldad absoluta, bastaba con observar cómo resplandecían sus ojos cuando alguien le respondía a un cuestionamiento para entonces ya no recibir más que la «asignación básica». Al observar aquello, comprendíamos el motivo real de quienes fueran capaces de apreciar la consigna: ‘De cada cual según su capacidad; a cada cual según sus necesidades’.
«Allí residía el secreto de todo. Al principio no dejaba de preguntarme cómo era posible que hombres educados, justos y famosos, pudieran cometer un error semejante y presentar como buena tal abominación, cuando cinco minutos de reflexión les hubieran indicado lo que sucedería en caso de que alguien pusiera en práctica semejante idea. Ahora comprendo que no obraron así por error, porque errores de este tamaño no se cometen nunca inocentemente. Cuando alguien se hunde en alguna forma de locura, imposible de llevar a la práctica con buenos resultados, sin que exista, además, razón que la explique, es porque tiene motivos que no quiere revelar. Y nosotros no éramos tampoco tan inocentes cuando votamos a favor del plan, en la primera reunión. No lo hicimos sólo porque creyéramos que la vieja y empalagosa farsa que nos presentaban fuera buena. Teníamos otro motivo, pero la farsa nos ayudó a ocultarlo de nuestros vecinos y de nosotros mismos. La farsa nos daba una posibilidad de hacer pasar como virtud algo de lo que nos hubiéramos avergonzado. Ninguno votó sin pensar que dentro de una organización de tal clase participaría en los beneficios de quienes eran más hábiles que él. Nadie se consideró lo bastante rico y listo para no creer que alguien lo sobrepasaría, y este plan lo participaría de la riqueza y la inteligencia ajenas. Pero pensando conseguir beneficios de quienes estaban por encima, olvidamos que había seres inferiores, que buscaban lo mismo de nosotros, olvidamos a los inferiores que tratarían de explotarnos del mismo modo que cada uno intentaría explotar a sus superiores. El obrero impulsado por la idea de que sus necesidades le daban derecho a un automóvil como el de su jefe, olvidó que todo pordiosero y vagabundo de la tierra empezaría a exigir un refrigerador como el del obrero. Ése fue nuestro motivo real cuando votamos. Tal es la verdad pero no nos gustaba reconocerlo y cuanto más lo lamentábamos, más alto gritábamos nuestro amor hacia el bien común.
«Conseguimos lo que nos habíamos propuesto, pero cuando nos dimos cuenta de lo que aquello representaba, ya era demasiado tarde. Estábamos atrapados, sin lugar adónde huir. Los mejores de entre nosotros abandonaron la fábrica en la primera semana del plan. Así perdimos a los mejores ingenieros, supervisores, capataces y obreros especializados. Todo el que se respete no quiere verse convertido en vaca lechera de la comunidad. Algunos intentaron impedir el proyecto, pero no lo consiguieron. Los hombres huían de la fábrica como de una zona infectada, hasta que no quedaron más que los necesitados, sin habilidad ni condiciones.
«Si algunos de nosotros, dotados de ciertas cualidades, optamos por quedarnos, fue porque llevábamos allí muchos años. En los viejos tiempos, nadie renunciaba a Twentieth Century y no podíamos hacernos a la idea de que aquellas condiciones ya no existieran más. Transcurrido algún tiempo, nos fue imposible marcharnos, porque ningún otro empresario nos habría admitido, y no se los puede culpar. Nadie, ninguna persona respetable, quería tratar con nosotros. Los dueños de las tiendas donde comprábamos empezaron a abandonar Starnesville a toda prisa, hasta que no nos quedaron más que los bares, las salas de juego y algunos comerciantes estafadores y aprovechadores, que nos vendían bazofia a precios exorbitantes. Nuestras asignaciones fueron perdiendo valor a medida que aumentaba el costo de vida. En la empresa, la lista de los necesitados se fue estirando, al tiempo que la de sus clientes se acortaba. Cada vez era menor la riqueza a dividir entre más y más gente. En los viejos tiempos solía decirse que Twentieth Century Motors era una marca tan buena como el oro. No sé qué pensarían los herederos de Starnes si es que pensaban algo, pero tengo la impresión de que, igual que todos los planificadores sociales y los salvajes insensatos, estaban convencidos de que aquella marca era en sí misma una especie de emblema mágico dotado de un poder sobrenatural que los mantendría ricos, igual que a su padre. Pero cuando nuestros clientes empezaron a notar que nunca lográbamos entregar un pedido a tiempo, y que siempre había algún defecto en los que entregábamos, el mágico emblema empezó a operar en sentido inverso: la gente no aceptaba un motor marca Twentieth Century ni regalado. Llegó un momento en que nuestros únicos clientes fueron los que nunca pagaban ni pensaban hacerlo, pero Gerald Starnes, embrutecido y engreído por su propia publicidad, empezó a ir de un lado a otro con aire de superioridad moral, exigiendo que los empresarios nos pasaran pedidos, no porque nuestros motores fueran buenos, sino porque necesitábamos esos pedidos urgentemente.
«Por aquel entonces, una ciudad fue testigo de lo que generaciones de profesores pretendieron no observar. ¿Qué beneficios podría reportar nuestra necesidad a una central eléctrica, por ejemplo, si sus generadores se paraban a causa de un defecto en nuestros motores? ¿Qué beneficio reportaría a un hombre tendido en una camilla de operaciones, si, de pronto, se le cortara la luz? ¿Qué bien haría a los pasajeros de un avión si el motor fallaba en pleno vuelo? Y si adquirían nuestros productos no por su calidad sino por nuestra necesidad, ¿la acción moral del propietario de la central eléctrica, del cirujano y del fabricante del avión sería buena, justa y noble?
«Sin embargo, tal era la ley moral que profesores, directivos y pensadores habían querido establecer. Si esto fue lo que ocurrió en una pequeña ciudad donde todos nos conocíamos, ¿imagina lo que hubiera sido a escala mundial? ¿Imagina lo que hubiera ocurrido si hubiéramos tenido que vivir y trabajar, sujetos a todos los desastres y a todos los inconvenientes del planeta? Trabajar pensando en que si alguien fallaba en cualquier lugar, era uno quien debería pagarlo. Trabajar sin posibilidad alguna de progreso, con la comida, la ropa, el hogar y las distracciones pendientes de una estafa, una crisis de hambre o una peste en cualquier lugar del mundo. Trabajar sin posibilidades de una ración extra, hasta que los camboyanos tuvieran alimento suficiente o hasta que todos los patagónicos hubieran ido a la universidad. Trabajar con un cheque en blanco, en poder de cada criatura nacida, hombres a los que nunca vería, cuyas necesidades no conocería, cuya laboriosidad, pereza o mala fe nunca podría llegar a aprender o cuestionar. Tan sólo trabajar, trabajar y trabajar, dejando que las Ivys o los Geralds del mundo decidieran qué estómagos habrían de consumir el esfuerzo, los sueños y los días de su vida. ¿Es ésta la ley moral a aceptar? ¿Es éste un ideal moral?
«Lo intentamos y aprendimos la lección. Nuestra agonía duró cuatro años, desde la primera reunión hasta la última, y todo terminó del único modo que podía terminar: en la quiebra. Durante la última reunión, Ivy Starnes fue la única que intentó forcejear un poco. Pronunció un corto, desagradable y agresivo discurso en el que dijo que el plan había fracasado porque el resto del país no lo había aceptado, que una sola comunidad no podía llevarlo a la práctica y triunfar en medio de un mundo egoísta y avaro; que el plan era un ideal noble, pero que la naturaleza humana no estaba a su altura. Un joven, el mismo que había sido castigado por habernos dado una idea útil durante el primer año, se puso de pie, mientras todos seguíamos sentados en silencio, y se dirigió a Ivy Starnes, que ocupaba el estrado. No dijo nada, sino que la escupió en la cara. Y ése fue el fin del noble plan de Twentieth Century.
Fuente: http://www.liberalismo.org/articulo/115/62/capacidad/necesidades/
@Andrés: Excelente analogía.
La gente en Venezuela no es seria y hasta para arrecharse hay que tener un poco de seriedad en la vida.
«Por lo visto, Twitter y Facebook consiguieron fabricar una polis paralela, donde el gobierno pierde de lleno y por paliza, pero con la ventaja de consolidar su hegemonía en el plano de lo oficial, de lo instrumental, del poder concreto, gracias a su eficiente estructura de censura y propaganda a través de medios tradicionales».
Creo que ese párrafo lo resume todo. Sin restarle mérito a la importancia de empuñar el teclado y mediante palabras aportar algo positivo a la sociedad, parece que es la sociedad misma la que prefiere leer divertimentos o clasificar sus contactos en la red a poner los cojones en el yunque.
Si bien la desmoralización hacia los no chavistas ha sido llevada a cabo de modo impecable por los chavistas, el ensimismamiento del venezolano no es algo nuevo. El mismo Sergio recuerda el Caracazo como una bulla pasajera. Y de ese entonces en adelante, hemos llevado tanto madrazo y cometido tanta estupidez que, a mi parecer, no se vislumbra una pronta salida de esta situación por vías pacíficas. La paz es lo que hay entre guerra y guerra.
La foto me recuerda a aquella frase de Jorge Eliecer Gaitán cuando se refería al pueblo como «una cuerda de borregos sordos rumbo al matadero».
El libro «Las ideas socialistas en Colombia» de Jorge Eliécer Gaitán es el mejor eximente de responsabilidad penal de su propio asesinato: este letrado jurista afirma en su libro que los derechos individuales no existen, que son meramente «una gracia concedida por la sociedad para el mejor funcionamiento de la misma», en virtud de esto, y de sus propias palabras, a Gaitán no le arrebataron su derecho a la vida, simplemente le revocaron una gracia que le habían concedido por muchos años. ¿Suena descabellado no? Pues así de descabelladas eran sus ideas sobre los derechos individuales.
Pesado languidecer este, para los que esperamos acción!
Lo primero que me llama la atencion es la division entre misiones/pueblo e internet/sociedad civil. Por fin el pueblo venezolano no eramos todos? Existen ese tipo de divisiones entre pueblo y sociedad civil? Luego preguntas si existe el miedo y divides a la sociedad entre ellos y nosotros? Y yo pensaba que el discurso de ellos y nosotros era un discurso «chavista».
Caes otra vez en el asunto de los estudiantes, como si su protesta de verdad tuvo importancia en la vida nacional. Como si pusieron al gobierno en jaque. Y es obvio que esos escenarios se manejan mas que todo para crear un dossier de informaciones en la prensa extranjera. Una foto, unas palabras y poner a sonar a la dictadura de venezuela.
Te hubiera gustado una primavera venezolana? Te hubiera gustado una repeticion de las guarimbas, derrocamiento de gobierno, quizas hasta unos rebeldes por la libertad?
El gobierno manda a militarizar las plazas y las zonas residenciales para reprimir las protestas populares?
@Renji: ves que no leen bien la realidad nacional. Te sorprende que no haya habido un estallido social durante el paro. La gente estaba consciente de los fines del paro y tenia una conduccion en la cual creia. No se porque te sorprende tanto eso? Los opositores eran los mas preparados para enfrentar el paro, sin embargo los chavistas resistieron de nuevo estoicamente ese golpe que se le dio para que cambiara el rumbo que llevaba. Otro golpe bien sucio y asqueroso por cierto. Apoyado por la mayoria de la oposicion. Por cierto.
«Por fin el pueblo venezolano no eramos todos?»
Ehhh, no. El pueblo es un recurso demagógico y populista de los políticos para referir a los estratos socioeconómicos D y E. Uno supondría que un troll con un mínimo de cultura general como el que parece caracterizar sus comentario sabría este detalle elemental, en todo caso si tiene alguna duda de seguro el DRAE le ayudará.
«Los opositores eran los mas preparados para enfrentar el paro, sin embargo los chavistas resistieron de nuevo estoicamente ese golpe que se le dio para que cambiara el rumbo que llevaba. Otro golpe bien sucio y asqueroso por cierto. Apoyado por la mayoria de la oposicion.»
El mismo estoicismo que demostraron contra mujeres y niños que sacaron de la forma más bruta de Los Semerucos de madrugada y con bombas lacrimógenas, el mismo estoicismo demostrado mediante el uso del más aberrante apartheid del siglo XXI (me refiero lógicamente a la Lista Tascón), el mismo estoicismo que requirió darle una condecoración como héroe de la revolución a Rafael Cabrices, Henry Atencio Atencio y Richard Peñalver por uso ilícito de arma de fuego, agavillamiento y homicidio en grado de frustración, el mismo estoicismo necesario para golpear mujeres y tirarlas contra el piso como sucedió en reiteradas oportunidades durante los años 2002 al 2005, el mismo estoicismo que se requiere para asesinar a Franklin Brito por haber tenido la osadía de reclamar sus Tierras. Sí vale, ustedes los chavistas son unos estoicos.
Lenguaniple: Aja «los pistoleros de puente llaguno». Lo de la lista tascon fue algo despreciable, eso es verdad. Pero tambien hubo una lista de la coordinadora democratica y sumate, que fue lo mismo pero al reves. Quien asesino a franklin brito? esa parte me la perdi… la batuqueada a la tipa esta se la dio otra jeva, que no era chavista, era guardia nacional. E hizo lo que normalmente hacen en los paises que admiran, liberales, democraticos, capitalistas, los cuerpos del «orden», llamados asi eufemisticamente. Claro sin llegar a matarlos como si ocurria antes en la cuarta republica.
«Pero tambien hubo una lista de la coordinadora democratica y sumate, que fue lo mismo pero al reves.»
Sí viejo y los judíos que se organizaron para protegerse de los nazis son unos desalmados, han debido dejar que los exterminaran sin cerrar filas entre ellos, ¿verdad? La única razón por la cual esa presunta lista de lo que hablas pudo haber existido es como respuesta a la Lista Tascón y para protegerse de algo que ya es inevitable en todas las empresas: los sindicatos chavistas, los cuales conozco de primera mano en varias empresas y que se dedican a es JODER de todas las formas posibles a sus empleadores y de paso son indespedibles. Pero es otra historia.
No fue UNA batuqueada, fueron, como dije claramente, varias y entre ellas una de las agredidas fue mi madre, a quien el General Acosta Carlez, a la sazón comandante del CORE 2, y sus esbirros de la Guardia Nacional empujaron salvajemente por tener la osadía de manifestar su rechazo a la presencia del presidente en las inmediaciones del Aeroclub Valencia.
En un país donde los PRANES y los sindicatos pueden matar de la forma más impune a quien deseen porque el gobierno no tiene el menor interés en controlar a sus delincuentes no deja de ser hilarante que sus acólitos miren a los que ellos suponen son países liberales (esos con tasas de homicidios muchas veces inferiores a una décima parte de la venezolana) para observar la brutalidad de las fuerzas del orden. Supongo que solo faltó una velada apología Corea del Norte o Cuba excelsas naciones cuyos cuerpos del «orden» (¿así con comillas es más bonito?) debemos admirar.
La IV república, esa mierda que le permitió a un hijo de Elena, la del barrio, educación gratuita, formación militar, dar un golpe de Estado, ser indultado y luego, a pesar de sus delitos, tener la posibilidad de ser electo presidente. Deberíamos parecernos más a Cuba y a Corea del Norte, allí a las primeras de cambio le hubiera tocado juicio sumario y paredón al hijo de Elena.
160.000 homicidios y tú todavía estás recordando los muertos de la IV, permíteme presentarte la Quinta República, pa’ que te enamores, esta es la belleza del producto de 14 años de trabajo de tu Comandante: http://prodavinci.com/blogs/enero-por-hector-torres/
Las últimas generaciones del pueblo venezolano nunca han destacado demasiado por su valentía. El bravo pueblo que hizo la Revolución de Octubre de 1945, que derrocó a Pérez Jiménez y que se lanzaba a la calle a defender la democracia cuando el intento de golpe de Castro León, ya no existe. El Caracazo no fue más que un gigantesco golpe a la pared, que mostraba el estado de malestar popular, pero que éste no supo canalizar hacia los culpables de su mala situación.
El 11 de abril fue tal vez la última vez que actuamos con honor y valor. Ese día fue el pueblo, no el «Imperio» ni Vásquez Velasco ni Carmona, quién derrocó a Chávez, quién lo obligó a renunciar, cuándo éste dio la orden inconstitucional de dispararle a una manifestación pacífica.
Chávez supo manipularnos, cocernos lentamente como bien dijo @lenguaeniple, destruirnos y corrompernos lenta pero decididamente sin que nos diéramos cuenta. Tuvo que venir la biología a hacer lo que el pueblo venezolano no tuvo los bemoles de hacer. Chávez nos derrotó, y es la hora de aceptarlo si queremos poder vencer a sus más débiles herederos.
No sobrevaloremos a Maduro o a Diosdado. Si nos manejamos hábilmente, tal vez sea éste el comienzo del fin de este desastre que ha durado 14 años. Yo aún tengo la esperanza de que estemos al borde del estallido social, tal como antes del 23 de enero, cuándo parecía que nadie reaccionaría ante el fraudulento plebiscito de Pérez Jiménez. Quiera Dios que así sea. Quiera Dios…
@lenguaeniple Deberías colocar tu comentario (el más largo) en un articulo aparte aqui en PN. Tiene contenido bastante relevante.
Ya para mi esta claro «cosas de la narcocracia» http://opuscrisis.blogspot.com/2010/04/cosas-de-la-narcocrasia.html
@puertucha:
«ves que no leen bien la realidad nacional»
¿Para leer la realidad nacional qué hay que leer? ¿A Rimbaud? ¿El diario del Che? ¿A Condorito?
Yo no necesito leer la realidad nacional, la vivo.
@Door: ¿Sin llegar a matarlos? ¿Sabes cuántas desapariciones forzadas hay en el país y torturas a manos del inefable SEBIN, otrora DISP, otrora DIGEPOL, otrora Seguridad Nacional? ¿Te parece que la GN no mata gente? ¿Cómo se llama entonces lo de Uribana, donde 61 reos fueron masacrados y un sólo GNB resultó herido?
Por otra parte hay que decir que respecto a las políticas represivas ha habido una transformación importante y cambio de estrategias. Ahora, mayormente el trabajo sucio o hacen cuerpos para militares como «la Piedrita», Frente «Francisco de Miranda», los «Tarapaica» y «los Tupamaros». Hasta Juan Barreto se jacta de tener un motorizado sicario. Ojo, no lo invento yo, lo pone Jon Lee Anderson en su artículo La Ciudad y La Torre del New Yorker. Así pues, los militares quedan como unos santos, igualito como han pretendido dejarlos después del Caracazo donde claramente fueron los que hoy son gobierno quienes ejecutaron la Masacre.
@Door: El primero que se puso a hacer divisiones entre «Pueblo» y «sociedad civil» fue Chávez, quien dijo que el último término era burgués. Hay miles de alocuciones durante 2002 y 2003 en las que el mandatario reniega de esa calificación que ciertamente distingue por su denotación de sociedad pensante, organizada y crítica a la denominación «pueblo». Término acuñado para referirse a la «masa» como rebaño.
@lenguaeniple: ¿Y dónde me dejas el asesinato a Danilo Anderson, Juan Carlos López y la Embajadora en Kenia? ¿Dónde dejas la persecusión y criminalización del líder sindical de izquierda Orlando Chirinos, los más 70 asesinatos a campesinos bajo la cartera de Elías Jaua en Agricultura y Tierras, los muertos de la Plaza Altamira, el crimen al periodista Tortoza, la tortura a más de 38.220 presos (ver infome PROVEA)?
Recientemente salió publicada una investigación sobre el 11A con testimonios de víctimas de lado y lado. Al parecer es revelador en cuanto al misterio aún no descifrado acerca de los francotiradores que apostaron contra los dos bandos. Qué raro que el gobierno jamás haya intentado averiguar eso, ¿verdad? Qué raro que Chávez dejara libre al único francotirador retenido y lo enviara a los Estados Unidos.
Finalmente, a mi me parece bien bueno que escribamos. A fin de cuentas en el mundo todos tienen una idea bastante clara de lo que pasa en Venezuela gracias al testimonio del éxodo de más de un millón de profesionales, de los asilados, de nuestros escritores y muchos intelectuales. Que el chavismo se ocupe de su burbuja y de mantenerla en algunos países de AL. A nosotros, como en todo régimen poco democrático, nos queda la palabra… Y los gobiernos pasan, pero los libros quedan…
@Door: Tan estoicamente que hoy la empresa es un desastre y ha sido entregada a los rusos, a los chinos y los cubanos.
Y Pilas, porque ya Nicmer Evans, uno de los pocos chavistas que vale la pena leer anunció que este fin de semana será «clave». A ver si el presidente aparece o qué es lo qués…
Ay, lo olvidaba… Lean la declaración de un vocero del peublo Pemón, estos sí que tienen las pilas cargadas:
http://www.derechos.org.ve/2013/02/19/entrevista-al-indigena-pemon-alexis-romero-sobre-la-situacion-en-el-estado-bolivar-de-estas-comunidades/
@Nocomocuento: solo coloqué lo que muy a vuelo de pájaro recordé, evidentemente mis menciones, meramente enunciativas, no pretenden ser un dossier de las inconmensurables violaciones a los derechos humanos cometidos directa (mediante los organismos de represión del Estado) o indirectamente (mediante los cuerpos paramilitares al servicio del gobierno) por este régimen de clara vocación totalitaria.
Lo que sucede es que este país no tiene memoria (ni de parte de quienes apoyan el proceso, ni de parte de quienes se oponen, y mucho menos de los mentados nini), lo cierto es que la cantidad de asesinatos por motivos políticos o en marchas, manifestaciones y protestas durante los últimos 14 años supera con creces las cifras de homicidios y desapariciones forzosas durante los 40 años de los gobiernos anteriores.
¿Te acuerdas Door, de Angel Ciro Pedreañez, quemado vivo en una celda en Fuerte Mara (una dependencia militar) y no hay responsables? ¿Te acuerdas de Antonio López Castillo, su vehículo recibió más de 50 impactos de bala por parte de la Policía Política y su cuerpo tenía 18 proyectiles? ¿Te acuerdas de Maritza Ron? ¿Te acuerdas de Juan Carlos Zambrano? ¿Recuerdas a Keyla Guerra de 17 años? ¿Los hermanos Faddoul?
Una de las bazofias filmográficas más elaboradas del siglo XXI se llama «La revolución no será transmitida/televisada» una película goebbeliana del tipo producción (seudo)documental infestado de falacias a más no poder magistralmente desmontadas en el documental «Radiografía de una Mentira» de Wolfgang Schalk y Thaelman Urguelles. Algún día los venezolanos sabremos quienes fueron los responsables del acceso a los francotiradores a edificios que estaban TODOS dentro del perímetro denominado «Zona de Seguridad» de Miraflores a cargo del entonces Jefe Casa Militar, el General Vietri Vietri, quien tuvo la osadía y la desfachatez de responder en las interpelaciones de la Asamblea Nacional que «si había francotiradores ese no era mi problema», ¿es que acaso se puede ser un poco más hijo de puta? Yo creo que no.
Hola, para los que vivimos fuera del país, ¿donde puedo encontrar el documental «Radiografía de una Mentira” de Wolfgang Schalk y Thaelman Urguelles? ¿Saben de alguien que lo haya subido a algún servidor?
Saludos desde España
No se si conoces Google
@el Coronel, gracias por el enlace. Lástima por el sarcasmo.
Un saludo
@Félix Duque: Es cierto viejo, fue innecesario, disculpa.
francamente, yo estoy convencido de una sola cosa, y es el simple hecho que desde el dia que nacimos nos han enganado con cualquier cantidad de ideas, y francamente, tanto nuestros padres como amigos tampoco tienen la culpa por que ellos tambien nacieron en esa ilusion, y que es eso? facil, que somos «especiales».
a pesar que la capacidad del ingenio humano es increiblemente sorprendente (osea, en menos de 20 anos tenemos telefonos inalambricos que hacen absolutamente de todo y son mas delgados que un lapiz, o que hayamos llegado a la luna con un poder de procesamiento inferior a una calculadora de bodega), hay que estar claro que todavia hay muchas cosas que creemos que en realidad no son ciertas. y en este caso es «los pueblos no tumban los gobiernos», el que verdaderamente lo hace es el dinero. ejemplos mas claros son Korea del norte, Cuba, Liberia, Siria, Venezuela, y pare de contar.
Por ejemplo, Siria tiene mas de 3 meses en una guerra civil, y la vaina esta tan arrecha que los tipos no consiguen que inventarse para poder defenderse, pero alguien se ha preguntado en realidad de donde salen esos recursos para mantenerse? si la estrategia mas facil para acabar con una guerra con menos balas es simplemente cortandole los suministros al enemigo, como ellos pueden aguantar tanta pela? (tanto rebeldes como el gobierno), facil, el dinero, alli todavia existen muchas personas de ambos bandos con mucha plata que son los que mantienen la guerra fluyendo, solo usan al pueblo como carne de canon para poder lograr su objetivo, que es seguir montados en el negocio.
Si llegase a existir un pais mas subyugado que korea del norte, como especie somos el fracaso mas arrecho que jamas existio en el universo, pero ese sitio hace que las peliculas mas retorcidas que hayan salido (hablo de peliculas del genero gore y el otro que le sigue que es mucho peor que no me acuerdo como se llama que nunca llegan mas alla de una proyeccion casera, o videos caseros de carajitos cayendole a martillazos a la gente en la cabeza) sean un juego de carrito, incluso hoy en dia, los mismos nor koreanos que creen tener dominado el poder nuclear, no dejan de apuntar sus armas y amenazar violentamente a cualquiera que los mire feo a pesar que con la tecnologia de hoy en dia los pueden convertir en un estacionamiento en 4 dias. cabe resaltar que en google maps salieron publicado todos los campos de concentracion donde meten a la gente que trata de huir del pais, y cuando son capturados (o no) sufren el castigo de 3 generaciones, osea, tu y tus hermanos, tus padres y tus hijos van al campo de concentracion a ser «re educados» y pasan castigos que se escapan de la imaginacion del ser mas perverso que pueda existir, si quieren pueden ver algo mas aqui http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=us27Jzt7jUQ y aqui
http://www.youtube.com/watch?v=24R8JObNNQ4
Y fracamente, quien ha hecho algo por los norkoreanos?
Liberia, un pais que apenas trato de surgir, lo hundieron en la miseria, donde 1 de cada 3 mujeres son violadas, donde los grupos rebeldes antes de entrar en batalla sacrifican a un recien nacido y le arrancan el corazon por la espalda para darselo de comer a sus lacayos y obtener fuerzas, y bueno, de verdad me deprime seguir escribiendo, pero si lo desean pueden obviar dormir hoy para huir de las pesadillas despues de ver esto http://www.vice.com/the-vice-guide-to-travel/the-vice-guide-to-liberia-full-length
quien ha hecho algo por los Liberianos?
Cuba, la perla del caribe, donde reinaba el sexo, drogas y la salsa, donde los chorros de dinero (independientemente si eran de capos o no) fluian a cantaros, solo faltaba un mente retorcida que le jodiera la vida a toda una nacion con un sueno egoista de «libertad», francamente el concepto de libertad es tan incomprensible que aun escapa de nuestro entendimiento incluso en paises tan evolucionados como japon y noruega.
Lo unico que ayuda a los cubanos a subsistir es la «FE», Familiar extranjero.
Venezuela, no tiene absolutamente nada diferente a cuba, gente rumbera, gente que le gusta disfrutar de la vida, gente mas floja que la guate de pato. francamente que les hace pensar que va a bajar cristo y va a en rumbar al pais al eden? que te hace pensar que los gringos van a venir corriendo a «liberar» la mierda de nosotros como hacen en Iraq para mantener el flujo de petroleo (si ahorita estan negociando un oleoducto con canada desde texas que bajara el petroleo a 33$ el barril), que te hace pensar que ahora habran unas elecciones limpias y que al fin podra ganar la plaste mierda de capriles? que te hace pensar que va a salir un rambo criollo a tumbar el gobierno si para tumbar un dictador hay q ser mas inescrupuloso que el y que cualquier fin es justificado.
Los venezolanos no somos ni mas ni menos que el puro reflejo del gobierno, unos sin verguenzas a millon!… este gobiernucho les da igual el comunismo, capitalismo, socialismo o lo que pongan, lo importante es el negocio, todas esas doctrinas economicas son ni mas ni menos que un negocio por tan sana que quiera tratar verse. la idea es mantener el monopolio e imponer cualquier idiotez con la idea de vender lo mas que se pueda sin competencia. vease como la television digital, el directv bolivariano, misiones y demas actos populistas que a la final en el transcurso se embolsillan cualquier cantidad de millones.
hay uno por alli que dijo que en africa se prenden peos por guevonadas peores, pues amigo, estas equivocado, africa es un pais con muchisimos recursos y esas guerrillas que nosotros vemos como actos de liberacion en realidad es un intento de cambio de gerencia para que el nuevo grupo se quede con esos recursos y se los sigan regalando a las tras nacionales. y es exactamente la misma paja que aqui, nuestros recursos compran la opinion de los paises caribenos para vernos bien internacionalmente, en las carceles ya hubo el cambio de gerencia (por eso los presos se resistieron tanto a cambiarse de prision y asi no perder su poder).
concuerdo con el primer comentario, toda la gente en todo el mundo es pacifica, no les interesa nada si no vivir lo suficientemente comodos, todos vivimos y hacemos hasta nuestro nivel de comodidad, si ya tengo mi carro, mi tv, y mi cama, pues hasta aqui llego yo. son muuuuy pocos los que van mucho mas aya y se dejan llevar por su curiosidad.
recuerden amiguitos, los pueblos no tumban gobiernos, siempre es alguien que financia la vaina o puya en el flanco mas debil para meterse/permanecer en el negocio.
Recuerden amiguitos, la democracia es un engano, los bancos unos ladrones, el dinero una ilusion, los politicos unos mitomanos, los gobiernos una mentira, los medios solo nos llenan la cabeza de fantasia y soylentgreen is people.
antes de q alguien diga alguna paja de la democracia, no puedes poner el destino de una nacion en masas ignorantes, somos el vivo ejemplo de ello. al igual que muchos paises con sus teocracias, democracia e «HIPOcracia».
tambien en otros paises que ahora son una potencia ha pasado la misma paja del «pacifismo», pero ya este comentario esta lo suficientemente largo. pero se puede resumir a que como especie somos unos tramposos, tenemos ya un legado construido que es el que nos ha permitido continuar, solo falta eliminar al sabio para que todo se caiga, de la misma manera que cuando cayo roma y se perdio la receta del cemento y regresamos a las chozas, de la misma manera si se llegasen a morir algunos genios informaticos y la tecnologia se atorara.