En años recientes, la crítica se quejaba por la ausencia de la política en el Oscar, eclipsada por un evidente sentimiento de evasión histórica.
Sin ir muy lejos, las ganadoras del 2012 brindaban la oportunidad de mirar la crisis del presente pero desde la comodidad del pasado.
Por el contrario, el 2013 será recordado como la temporada de regreso de los temas espinosos y las realidades omitidas por Hollywood, bajo su manto de consenso populista.
Fíjense de nuevo en la lista de honor y descubra con nosotros las dos principales tendencias partidistas de la elección. Cualquier semejanza con una campaña por la presidencia, no es mera coincidencia.
La Totalidad como Conspiración
Los independientes de la meca vivieron su época de tensión con la CIA en los setenta y ochenta.
Fue una guerra fría de denuncias a diestra y siniestra, producto de los escándalos de Vietnam, la desclasificación de papeles comprometedores, el doble espionaje, el apoyo a los talibanes para minar la influencia de la Unión Soviética en el medio oriente, y para rematar, el bochorno público del caso Irangate, cuando la agencia traficaba con armamento para respaldar a la Contra de Nicaragua.
Por tanto, el cine desplegaba radiografías siniestras del poder oculto del sistema de inteligencia. El cambio drástico acontece con la caída del muro de Berlín. En adelante, la CIA aprovecha el golpe maestro para hacerse una cirugía estética y modificar su semblante de caja negra del estado.
Paradójicamente, la institución establecería el centro de su operación en los estudios de los Ángeles. Al respecto, compartimos una cita del experto en la materia, David Robb: “en 1996 decidió crear su propia oficina de enlace con la industria cinematográfica con el fin de contrarrestar la imagen negativa que, en opinión de sus responsables, ofrecían de ella muchas películas de cine y series de televisión”.
A partir de entonces, el ave Fénix resurge de sus escombros, recupera su honor perdido en el imaginario colectivo y alcanza el status de leyenda dorada, aupada por estrellas, estrenos y series como 24 Horas y Homeland. De la luna de hiel se pasa a la de miel con el reino de la fantasía audiovisual.
El resultado se puede palpar en la actualidad por vía de Argo y La Noche más Oscura, dos limpiezas de cutis para curar el acné de la catastrófica gestión de Bush.
En descargo de ellas, Ben Affleck apela al sentido del humor y dota de ironía su mensaje de reivindicación, mientras Bigelow demuestra el fracaso de la tortura para obtener información.
Su heroína, como diría Michael Moore, logra cazar a su presa, Osama Bin Laden, al abandonar el método peligroso de Abu Grahib y dedicarse a investigar a fondo. Pero ambas cintas llegan tarde, cual tubazo de Wikileaks, y proporcionan una moraleja de melodrama de Oliver Stone, separando la paja de la sociedad anónima del grano de sus héroes salvadores. En la práctica, un fenómeno es consecuencia del otro. En teoría, cabe reconocer el empeño de sacar a la luz una agenda de complot, a menudo censurada por el ruido de los tanques de verano.
Yes We Can
Obama es el hombre del momento en Estados Unidos, tras su ratificación en el cargo. El aura mesiánica del primer Comandante en Jefe de raza afrodescendiente vampiriza a los medios de comunicación.
El espectáculo del cine, siempre a la busca de la identificación del espectador, también gusta sacar su tajada publicitaria del discurso del rey de la Casa Blanca. De ahí nace el ánimo de revancha y resurrección del american dream de los demás títulos de la competencia, a excepción de Amour.
Al misántropo de Michael Haneke no conviene forzarlo a pertenecer a un club donde la esperanza en el futuro promisorio es la regla.
Mejor nos quedamos con Lincoln, Bestias del Sur Salvaje, El Lado Bueno de las Cosas, Los Miserables y Django Desencadenado. A pesar de sus diferencias, todas coinciden en un punto. Las desgracias e infortunios de la república tienen solución. Si nos unimos y reclamamos por nuestros derechos, hay salida para el atolladero de la democracia. ¿Es una falsa promesa con fanfarria de happy ending? Con seguridad nacional, ganará una ficha del status quo. La mayoría apuesta por las biografías de Abraham y Tony Mendez, un par de outsiders asimilados e integrados. Yo prefiero el amago de trasgresión de la segunda opción. Al menos garantiza el fin del mandato restaurador de Steven Spielberg.
La única que no veo en ese último grupo es a BESTIAS DEL SUR. Es decir, ahí no hubo «Happy Ending», sus desgracias o infortunios no tienen solución. La ayuda de última hora por parte del «desinteresado» gobierno no salva al papá de Hushpuppy (Ya es muy tarde). El complejo industral se mantiene firme en la zona. La figura ‘materna’ que ella consigue no es conmovida lo suficiente para dedicarse a cuidar de la niña (Ya puedo imaginar un guión convencional en el que ella pierde a su papá pero oh sorpresa, regresa su mamá). El bayou sigue siendo un lugar inestable, amenazado por las fuerzas de la naturaleza. Los adultos que la rodean están debilitados físicamente, nostálgicos por el pasado y se entregan a la alegría y al abandono como aquel que está consciente de que su vida esta por terminar. Lo único seguro es que la fortaleza del carácter de Hushpuppy (reflejado de manera nada sutil cuando llegan las bestias) es lo que la mantendrá con vida, a ella como individuo, en ese entorno, ESE es el único consuelo que le queda a la audiencia de que tal vez ella estará bien.
Ella es la esperanza y su discurso así lo refuerza.
La veo también como una película de los Tiempos de Obama.
El discurso de Hushpuppy es tan introspectivo, personal, que en mi opinión es muy forzado buscarle el lado político (Ojo, me refiero a las reflexiones que realiza el personaje). El final culmina con la sencilla idea de que las personas realmente no te abandonan, que los recuerdos de lo que viviste con ellos siempre se quedan contigo. Al fin y al cabo todo lo que vemos lo estamos haciendo bajo la perspectiva/punto de vista de una niña de 6 años (De allí que los encargados de la salud pública/entes gubernamentales sean vistos como villanos), una niña buscando su lugar en el gran cosmos del universo.
La lectura más política que he leído sobre BEASTS fue la representación del Bayou como si Nueva Orleans después de Katrina, y tras sufrir el abandono completo del Gobierno de Bush, haya decidido desligarse del resto del país que ignoró su tragedia.
Y si la esperanza es el único aspecto entonces también se ajusta al de ARGO, ya que varios de los rehenes nunca perdieron la esperanza de que su gobierno (responsable de tenerlos trabajando allí) encontraría la manera de salvarlos (Cosa que efectivamente ocurrió). Obviamente tu análisis de ARGO apunta hacia otros detalles, pero de nuevo son las frases Happy Ending/Solución las que considero no se ajustan cuando se trata de BEASTS.
Es interesante el análisis, sólo que al presentar dos lados opuestos se presta para que algunas cosas no terminen de encajar (De allí que AMOUR no entrara en ninguna de las dos lecturas, como lo expones)
Por cierto, ¿El discurso de LIFE OF PI también queda fuera de esta lectura?
Life of Pi es una película esperanzadora pero con su doble lectura. Argo ni hablar. Bestias, por supuesto, es una película post katrina, dicho por el propio director, a quien tuve ocasión de conocer en el Festival de San Sebastián.
Se agradece tu contrapunteo. Interesante.
que asco ese final, con la mujer de obama interviniendo (conocida en los bajos mundos como primera dama).
que opinion hay al respecto por aca? la relacion de su aparicion con la victoria de Argo… politiqueria descarada? mera casualidad? algun mensaje especifico?
se cagaron los oscars, con esos ¿15? minutos finales. Seria buena una publicacion al respecto.
Argo es una tomadura de pelo de inicio a fin. Una oda al desastre que EUA y allegados promovieron luego de derrocar al presidente constitucional Mossadegh e imponer un títere como lo fue el Sha. ¿A quien se busca engañar? puro chauvinismo y maniqueísmo bajo la dirección del flojo Affleck.