Erase una vez un país socialista, en donde todos vivían felices. El Presidente de ese país fue un día al Hospital General y en su examen médico anual, le fue diagnosticada una enfermedad potencialmente mortal. El mandatario decidió ponerse en manos de los talentosos médicos y del eficiente sistema de salud, que se había establecido durante su gobierno. Una Junta Médica, informó al país sobre la situación de salud del Presidente y las posibles consecuencias.
De manera responsable, el Presidente decidió dedicarse a su salud, y solicitó ante el congreso, que se activaran los mecanismos constitucionales para que, temporalmente, abandonara el poder, y fuera sustituido en su cargo. El país siguió funcionando tranquilamente.
La oportuna detección y el efectivo tratamiento realizado por el equipo de médicos, aunado a las excelentes condiciones de la salud pública del país, ayudaron a la pronta recuperación del primer mandatario. Muchos pacientes del hospital lo veían hacer sus caminatas por los jardines y lo saludaban y daban apoyo. Los médicos informaban oportunamente a la población la evolución del paciente.
Finalmente el Presidente se curó. Fue restituido a su cargo y pudo seguir gobernando a aquel feliz país socialista.