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Los Asura y la política

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Dentro de la cosmogonía hinduísta y budista, los Asura son seres demoníacos, cuyo nombre significa literalmente ‘no-dios’ (es decir, ‘demonio’). Los Asura se encuentran en lucha perpetua con los Deva (dioses). También se les considera como los dioses de la guerra.

Se consideran, dentro de ambas cosmogonías (hinduísta y budista), como seres hambrientos de poder, de una avaricia sin límites, capaces de los que sea para obtener lo que desean. Según la cosmogonía budista los Asura forman parte de uno de los seis reinos del Samsara (rueda de las vidas y las muertes), en esa rueda están también el reino de los Deva, o dioses, el reino de los humanos (del que formaríamos parte), el reino de los animales, el reino infernal y el reino de los famélicos, o hambrientos. Según el budismo ninguno de los seres permanece eternamente en el mismo reino, sino fiel a la ley de la impermanencia, todos los seres pasan una otra vez por todos los reinos. También se dice que esa representación de los seis reinos son los seis estados mentales en los que podríamos estar: podemos tener una actitud hambrienta, o humana, o animal, o infernal, dependiendo del caso de cada quien.

En nuestro mundo humano, los representantes de los Asura son, sin duda, los políticos, ávidos siempre de poder, de prestigio, de insuflar su ego constantemente, y siempre en conflicto con otros, siempre tendrá adversarios a los que querrá eliminar «políticamente», o de manera real, en una guerra. La contraparte de los Asura son los Preta, los espíritus famélicos o hambrientos, de un hambre insaciable. Estos seres son «alimentados» por los Asura, que en su afán de poder, les ofrece prebendas a cambio de que sean alimentados de idolatrías. Los seres famélicos, en nuestro mundo, son los clásicos «chupamedias», que ansian saciar su sed, y si obtienen una cuota de poder serán tarde o temprano unos Asura.

El mundo político es una viva representación de esa rueda interminable, que no avanza a ninguna parte sino que es retroalimentada constantemente por las avaricias y los odios. Caiga quien caiga en ese mundo se verá envuelto por esa condición, por muy buenas intenciones que tenga, tarde o temprano será un Preta puro, o un Asura puro.

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