Como opositor, me niego a olvidar el triste destino de Franklin Brito, muerto durante una huelga ante la mirada impasiva de un gobierno indiferente y cruel. Tampoco puedo olvidar como la comisión de la verdad para los eventos del 11-A, fue sustituida por una charada de juicio donde se torció la justicia para hacer quedar bien al gobierno y condenar a personas inocentes.
Tampoco puedo ignorar la crueldad y saña con que han sido tratados los comisarios Ivan Simonovis, Lázaro Forero y la Jueza María L. Afiuni, a quienes se les ha negado la atención médica requerida por su grave estado de salud.
Mucho menos puedo olvidar el tiempo en prisión al que han sido sometidos de manera injusta el General Francisco Usón, la Jueza María L. Afiuni o el líder sindical Rúben González, ni el exilio al que han sido forzados por la persecución judicial periodistas, políticos y dirigentes sindicales y gremiales.
No puedo olvidar la divulgación de conversaciones telefónicas privadas de dirigentes opositores y sus familiares en el canal del estado, en clara violación del derecho a la privacidad y abusando del poder del estado.
Tampoco puedo ignorar la hipocresía de conmemorar el 27-F como fecha popular mientras que durante estos 14 años el régimen no ha ofrecido justicia a las víctimas y desaparecidos de ese trágico evento.
Son muchas las cosas que no puedo olvidar. Y aún así, debo decirlo: es necesario un proceso de reconciliación nacional.
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Problemas crónicos como desabastecimiento, apagones, una elevada inflación anual, una moneda sobrevaluada, infraestructura en terapia intensiva, criminalidad rampante, corrupción desbordada, una enorme deuda pública, un sector privado diezmado, una fuerte dependencia del petróleo y un culto personalista que hace las veces de estado. A eso podemos agregar, subsidios insostenibles, falta de transparencia del estado, la existencia de grupos paramilitares y guerrilla, la influencia del narcotráfico en el poder judicial y las FAN, un sistema judicial y penitenciario en colapso, una nómina burocrática sobredimensionada, cuerpos policiales mal preparados y con personal insuficiente, personal médico y docente subpagado, hospitales, escuela y universidades en un estado ruinoso. Es posible resolver ese desastre con un país dividido en tres facciones? Yo no lo creo….
Entiendo que esto puede sonar como una herejía para un opositor duro. Lo entiendo porque a mi mismo me cuesta digerir la idea. Yo, que conozco de cerca a una víctima del chavismo, una persona que estuvo cinco años en prisión mientras los verdaderos responsables – la familia presidencial y gente de su entorno – fueron absueltos por el presidente Chávez. Yo, que tuve que ver de cerca la angustia y el sufrimiento causados a su esposa e hijos. Yo , que conozco personalmente la historia de este hombre inocente en prisión, lejos de su familia, sometido a los caprichos de los tribunales revolucionarios, sin tener la certeza de si la verdadera justicia llegaría algún día.
Esas cosa no las puedo olvidar. Me niego a olvidarlas. No obstante, entiendo que las circunstancias del país requieren el esfuerzo en conjunto de TODOS. Es necesario que nos pongamos de acuerdo para resolver los problemas que tenemos que enfrentar.
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La España del post-franquismo tuvo que posponer la búsqueda de justicia por 30 largos años para poder consolidar la transición hacia la democracia luego de la muerte de Franco. Apenas en 2007 se aprobó la Ley de Memoria Histórica, que busca esclarecer los crímenes cometidos durante el franquismo. Alemania Federal y Alemania Oriental de la post-guerra se vieron forzados a emplear a criminales de guerra nazi para poder reconstruirse. Lo mismo ocurrió en la Japón devastada por la II Guerra Mundial, en la que un criminal de guerra se convirtió en primer ministro. Y en Venezuela también existen antecedentes. La pacificación de la guerrilla en la década de los sesenta es un ejemplo.
Creo que la crisis nacional exige que enterremos el hacha y nos sentemos a buscar una forma de salir de este atolladero en que estamos. Significa eso que tenemos que hacernos la vista gorda ante muchas de las atrocidades que mencione antes? Si. Al menos por un rato. Probablemente para siempre. En esos procesos duros de transición en Alemania, España y Japón fueron contados los casos en que los asesinos pagaron por sus crímenes. Y eso incluso en la post-guerra, cuando ya los fascistas habían sido derrotados duramente y tenían poco con que negociar. Puede pasar eso en Venezuela si se promueve la reconciliación? Es probable, pero acaso no permanecerían impunes estos crímenes de todas formas bajo la situación actual?
Entiendo que hay mucha mala sangre de ambas partes, y que nuestro clamor no es de reconciliación sino de justicia, pero no estoy pidiendo perdonar y olvidar todo como si nada ha pasado. Sólo pido poner esos odios a un lado mientras logramos capear el temporal.
La tarea no será nada fácil. Con el chavismo en control del aparato del estado y transmitiendo constantemente un mensaje de odio y división, será complicado hacer entender a sectores fanatizados lo grave de la situación. Pero no queda otra alternativa que hacer el trabajo político y advertr que vamos en rumbo de colisión y el desastre que nos espera adelante será la ruina de todos, sean estos chavistas u opositores.
No nos reconciliamos por amor fraternal a un oponente que nos insulta y nos desprecia. La reconciliación no es una pendejada hippie de querer ser amigos de los malandros de La Piedrita o de ratas como Juan Barreto y Jorge Rodríguez. La reconciliación es una necesidad política. O nos reconciliamos o seguiremos nuestro descenso hasta el fondo del abismo.