Chávez.

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chavezOriginalmente publicado @ Mo.be el 07.03.2013.

Hugo Chávez está muerto, ya eso lo sabemos todos. La importancia que se le da al asunto no es exagerada: Chávez redibujó el mapa geopolítico americano del siglo XXI y su influencia llega mucho más allá de las fronteras continentales. Su lugar en los libros de historia está garantizado y su muerte no es más que el comienzo de otro tipo de presencia, porque el misticismo que se asocia con su figura no puede ser subestimado. Un misticismo propio de una figura compleja que inspiró a muchos y fue odiado por otros tantos. Y argumentos tenían de sobra: los oficialistas no son aprovechadores ciegos e incondicionales, así como los opositores no son roedores imperialistas. Muchos de quienes apoyan al gobierno de turno han visto progreso auténtico en su entorno. Empoderamiento auténtico de familiares, amigos y colegas. Pero muchos de los que se oponen son victimas auténticas de la violencia que domina el país, eran también pobres o perdieron sus empleos cuando prestaron sus firmas para pedir un referéndum.

Percepción

El caso de Chávez a nivel internacional no es solamente cosa de argumentos. También es una cuestión de percepciones. Chávez explotó de una manera consciente la connotación histórica de términos como izquierda, derecha, revolución, tercer mundo e imperialismo y eso le garantizó tolerancia y admiración. En consecuencia, el cierre de medios de comunicación era menos problemático si lo hacía Chávez. Un ambiente de temor e intimidación era necesario y merecido en cuanto se refiere a la oposición venezolana. Si un jóven abandona España, por ejemplo, es una medida desesperada frente a una crisis seria, pero si un joven abandona Venezuela se habla de traición y de una frustrada élite de oligarcas. Las irregularidades legales, la impunidad y la humillación brutal de la disidencia son aceptadas a nivel internacional debido a un patrón de ideas acerca de la oposición: hablamos de América Latina, Chávez es un socialista, así que la única otra opción lógica es el intervencionismo yanqui. El mundo políticamente consciente aceptó muchas malcriadeces de Chávez (incluyendo su ajuste constitucional para poder ser reelegido ilimitadamente), gracias a la percepción que existía acerca de su proyecto. Sus errores fueron perdonados más rápidamente. Sus intentos de polémica mundial eran vistos como la cruzada antiimperialista de un Quijote del Caribe. Su carácter bombástico le parecía típico y pintoresco al fiel lector de García Márquez, aunque ningún otro político se ha comportado de esa manera en el tiempo que me ha tocado vivir. Chávez, quien tan sólo con las ganancias provenientes de la exportación petrolera pudo haber reconstruido Europa tres veces, según estimaciones bastantes discretas.

Para muchos otros fue Chávez un dictador, pero esa percepción también es equivocada.

Incluso Cristo

Todo el mundo está preocupado hoy día. La oposición, porque esta es quizás la última oportunidad de cambio, antes de una consolidación final del Chavismo. El oficialismo, porque no quieren perder lo que tienen: un país en el que se acentúan, al menos en teoría, la solidaridad y la distribución de la riqueza. Un país que le otorga un rol protagónico a las misiones, esa institucionalización del pañito caliente, ese plan B para servicios esenciales que deberían funcionar correctamente.

Los chavistas adoran hoy a Chávez. Las comparaciones con Bolívar, con el Ché o incluso Cristo no son excepciones y son un triste ejemplo del legado de Chávez: el regreso del culto a la personalidad. Pero su herencia también es un país en el que se irrespetan la disidencia y la constitución, un país que en 14 años se ha hundido aun más en la dependencia petrolera, en la violencia y la corrupción, un país que importa más y produce menos. Un país profundamente dividido en el que la infraestructura del transporte y la electricidad ha empeorado.

«Totalmente libre»

La muerte de Hugo Chávez, como el resto de sus 14 años como presidente del país, es turbia. Aun después de muerto, nadie sabe de qué murió. Una mentira fue la base de su ultima campaña electoral: “Totalmente libre” de su enfermedad se encontraba, no hace ni seis meses. Y no podía haber sido de otra manera, porque de haber aceptado que estaba moribundo, otra persona habría tenido que ser candidato presidencial. Una persona sin su carisma, sin su aura de hombre de pueblo. Y aunque según su gabinete estuvo tomando decisiones importantes hasta hace un par de días, al mismo tiempo moría y al parecer no podía ni hablar.

En el país reina una predecible calma. La espera, vigilada por la presencia militar. Y eso es quizás lo más saludable, pero también es una situación muy frágil.

Nadie está sorprendido, pero nadie sabe que va a pasar. Para unos cuantos es este un momento de alegría desvergonzada. Las lágrimas de otros tantos también son sinceras. Pero para la gran mayoría de los venezolanos, lo que domina es la incertidumbre. Claramente estamos frente a un punto de inflexión, pero los más despiertos nos recordarán que nada ha cambiado. Que si ayer no había pollo en el supermercado, pues hoy no aparecerá. La vida continúa.

“Honor y gloria”

Mientras escribo veo la transmisión del velorio monumental del comandante. “Honor y gloria” repite una voz conocida y sombría del canal del estado. El féretro está en el medio de un edificio enorme y miles esperan una oportunidad para acercarse por última vez al presidente Chávez. Maduro, Cristina, Evo y Mujica lucen sinceramente afectados.

Mientras tanto, cada año mueren miles de venezolanos, victimas del creciente índice de violencia del país. Y como observa Pablo Gamba, sus velorios no serán televisados.

3 Comentarios

  1. «El caso de Chávez a nivel internacional no es solamente cosa de argumentos. También es una cuestión de percepciones. Chávez explotó de una manera consciente la connotación histórica de términos como izquierda, derecha, revolución, tercer mundo e imperialismo y eso le garantizó tolerancia y admiración. En consecuencia, el cierre de medios de comunicación era menos problemático si lo hacía Chávez… »

    Ahí resumes cuanto cuanto es necesario para rechazar su gestión. Y porque no fue rechazada. Porque la gente prefiere sentir a pensar. Y dejarse llevar por un buen cuento que pegar los frenos y preguntarse «pero… este tipo no era…?». Así es mas fácil tragarse el comportamiento errático, arbitrario, dictatorial y hasta delincuente y lesivo del derecho ajeno.

    Piensa en un Tombo o un Milico intimidando, matraqueando unos reales, dándole unos peinillazos o un tiro a un tercio (que podrías ser tú!), o dejando escapar a su pana sospechoso de un delito porque le da la gana, en general acabando con la convivencia de la gente en lugar de defenderla…

    Si a uno realmente le importan conceptos tan inútiles como tener una república, los derechos ciudadanos, etc., se pondrá furioso de saber que un Tombo se comporta así, con quien sea, aun sea un malandro. Simplemente no tiene la atribución ni el derecho de hacerlo, con nadie. Para algo existen leyes y cortes y todo lo demás. Lo mismo si hay alguna injusticia del tipo que sea. Hugo Chavez, al final y al cabo fue elegido para ser el Jefe de todos los Tombos y de los Milicos en este país, de hecho el principal y su máxima expresión.

    No puede ser Robin Hood. Quien quiere ser Robin Hood y robar no puede ser ni el Sheriff, ni el recaudador de impuestos. Porque entonces es en efecto tan malo como los originales de la historia, que Robin Hood, el rebelde en el monte, combate por violentos y arbitrarios.

    Harry el Sucio no es visto como lo que es, un psicópata, o peor, como el criminal y el corrupto que llega a ser en la vida real. Es simpático siempre que su victima pueda ser pintada como victimaria, como merecedora de lo que le pasa. Quien le dio derecho al tipo (que lo tiene menos que nadie en este mundo!!!) de ser el mismo un psicópata y un matón?

    Si no, no nos caigamos a cobas, cada quien, que agarre el arma de su preferencia y que resuelva sus problemas y se defienda como mejor pueda, así por lo menos estamos a la par del Tombo malo. Bueno, hacia eso parece que vamos en Venezuela, verbigracia el ejemplo del Comandante que abrió toda una era de golpes de Estado, y mas tarde, de abuso de funciones.

  2. @loroferoz: Bueno, el halago internacional ya empieza a apagarse. No se pierdan este artículo, escrito por el editor de Página 12, periódico K y chavista de la Argentina. Desde luego, una versión más seria de Eleazar Díaz Rangel quien, de paso, les doy el tubazo: ya está llamando a gente de la opo para escribir en Últimas Noticias. Mucho chavista ya se da cuenta del barranco.

    No se pierdan este artículo. Está de palco. Señores, algo bueno está pasando:

    «No estuvo bien»

    Por Santiago O’Donnell

    La muerte de Chávez estuvo mal. No digo la muerte en sí, todos vamos a morir, pero cómo se manejó desde el poder, ocultando la verdad a toda esa gente que se preocupaba por él y que salió a la calle a llorarlo cuando finalmente le dijeron que Chávez había muerto. Esa gente, ese pueblo, se merecía la verdad.

    Yo entiendo que en la política no conviene mostrar debilidad. Entiendo que la construcción del mito sirve para afianzar a los herederos políticos del comandante. Entiendo que se quiera preservar todo lo que hizo Chávez por la inclusión social en Venezuela y por la unidad latinoamericana. Pero lo que hicieron me sigue pareciendo una falta de respeto.

    No soy un experto, pero me parece que una persona que es operada de cáncer al menos cuatro veces en menos de un año y medio tiene un cáncer galopante y no está en condiciones de gobernar. Ya en la campaña para las elecciones de noviembre se lo vio a Chávez todo hinchado de cortisona y él mismo reconoció que tenía que tomar poderosos calmantes para controlar el dolor.

    Después estuvo tres meses en Cuba prácticamente sin dar señales de vida, encerrado en un hospital de un país que depende económicamente de lo que decida el enfermo o su eventual sucesor, sin que puedan verlo los presidentes extranjeros que viajaron a visitarlo, ni nadie que no pertenezca al círculo íntimo de Chávez y tenga el visto bueno de los hermanos Castro. Los cubanos manejaron la comunicación desde la isla como lo vienen haciendo desde que triunfó la revolución, hace ya muchas décadas: siguiendo a rajatabla el modelo totalitario propagandístico de las dictaduras china y soviética.

    Salvo en Corea del Norte, Irán, Cuba y países por el estilo, cuando una persona importante se enferma, ni hablar el presidente, se estila que el médico que lo trata o el jefe del equipo médico informe periódicamente sobre el estado de salud del paciente. Alguien que se haga responsable desde el punto de vista médico y diga qué enfermedad tiene el paciente, en qué consisten las operaciones que se le realizan, qué órganos están afectados y cuál es el tratamiento que se le practica. Información básica. No hace falta entrar en detalles ni hacer un reality. Tampoco se puede negar lo evidente.

    En el caso de Chávez, todavía no sabemos qué tipo de cáncer sufrió, ni qué le removieron en las intervenciones quirúrgicas, ni de dónde se lo removieron; nunca se supo si lo conectaron o no a un respirador artificial, pese a que se dijo muchas veces desde el gobierno que Chávez padecía una infección pulmonar; no se sabe si estaba bajo el efecto de la morfina y ni siquiera se sabe si en algún momento estuvo inconsciente durante los tres meses que estuvo en Cuba, según los chavistas, gobernando Venezuela.

    Entonces, me parece, es lógico que mucha gente empiece a poner en duda la información fragmentaria e incompleta que dieron Maduro y un par de ministros, convertidos en portavoces de médicos que ni siquiera se sabe quiénes son.

    No hace falta odiar a Chávez, ni tener amigos en el exilio de Miami, ni ser golpista para desconfiar.

    Anoche, un médico legista me dijo que preparar un cuerpo para ser exhibido durante diez días sin descomponerse lleva días, no horas. Pero Chávez empezó a ser mostrado pocas horas después del anuncio de su muerte y según los testigos estaba rozagante. Las fotos con las hijas y con la tapa del Granma de ese día, al mejor estilo Fidel; el tweet anunciando que estaba contento de volver a Venezuela; la limpia y vigorosa firma estampada en el único decreto que supuestamente firmó durante su última convalecencia en Cuba; la ausencia de familiares y funcionarios en el Hospital Militar, después de su vuelta, mientras supuestamente se estaba curando, tras aterrizar sin que nadie lo vea; la supuestas discusiones de gabinete y enérgicas órdenes que les daba a sus ministros, cuando después resulta que no podía hablar porque le habían practicado una traqueotomía… en fin, un montón de cosas que pueden ser verdad. Pero cuando un gobierno oculta información básica, si somos honestos, creo, vamos a sospechar.

    ¿Y qué importa si hubo ocultamientos y aun mentiras si todo se hizo en función de un bien común, el de preservar los grandes logros de la Revolución Bolivariana? Bueno, está bien. Ignoremos eso y también el fracaso económico, el dólar en negro, la inflación record, la criminalidad record, la corrupción, las valijas, la patotas armadas que fungen de milicias chavistas, la Corte Suprema de mayoría automática, el odio hacia Estados Unidos cuando le vende todo su petróleo a Estados Unidos, el enfrentamiento con las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos, ignoremos que no hubo dictador en el mundo que Chávez no abrazara. Hagamos de cuenta que hay golpes de Estado buenos, como el que dio Chávez, y golpes de Estado malos, como el que le hicieron a Chávez. Pasemos por alto estos detalles y vayamos al día en que anuncian su muerte.

    Me parece que para anunciar un complot internacional, sobre todo en un día de tanta sensibilidad para los venezolanos, hay que ser un poquito más serios, quizás hasta se podría mencionar alguna prueba. Y decir que le inocularon el cáncer, justo en ese momento, ¿no es jugar con los sentimientos de la gente?

    Así llegamos a la Constitución. Y sí, voy a decir lo mismo que dice Capriles, ese rival tan odiado por el chavismo. No lo digo porque lo dijo Capriles, sino porque leí la Constitución. Mi impresión es que no la están cumpliendo. Más bien, que el gobierno venezolano está manipulando la Carta Magna chavista para afianzar el liderazgo de Maduro en defensa del modelo carismático cesarista plebiscitario que moldeó el comandante.

    La Constitución venezolana dice que si la ausencia del presidente se produce antes de la jura, tiene que asumir el presidente de la asamblea, que no es Maduro sino Diosdado Cabello. Lo dice muy claro. También dice que el presidente tiene que asumir el 10 de enero y no cuando pueda, en otra fecha. También dice que ni el vicepresidente ni miembros del gabinete pueden ser candidatos en una elección para reemplazar al presidente. También dice que el vicepresidente debe ser nombrado por decreto presidencial, ya que no es un cargo electivo. Pero por suerte para los chavistas, con sucesivas ampliaciones Chávez se aseguró una mayoría automática en el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), órgano de 32 miembros con el que reemplazó a la vieja Corte Suprema de siete jueces a partir de la Constitución de 1999.

    En sucesivos fallos hechos a medida de Maduro, el TSJ falló que Maduro podía ser el “vicepresidente ejecutivo” aunque Chávez no había firmado ningún papel nombrando a Maduro vicepresidente, por el solo hecho de que Maduro había sido vicepresidente en el período anterior; después falló que Chávez podía jurar cuando y donde quisiera, sin que por eso se pusiera en duda que estaba al mando y en control del país, cuando era evidente que no estaba en condiciones de hacerlo, sólo para sostener a Maduro; después habilitó la candidatura de Maduro para las próximas elecciones al inventar el cargo de “presidente encargado”. O sea, para que se entienda, la Constitución prohíbe al vice y los ministros ser candidatos, pero no al “presidente encargado”, pero porque ese cargo no existe, no figura en la Constitución. Mejor dicho, no existía. La maniobra se consumó el viernes en una juramentación que, lejos de los treinta y pico mandatarios que asistieron al funeral de Chávez, apenas contó con la presencia de Correa, los presidentes destituidos de Honduras y Paraguay y una ex senadora colombiana expulsada del Congreso de su país, todos ellas personas muy repetables, pero con un peso simbólico relativo a la hora de la legitimación.

    Ese es el problema que yo le veo a esta situación. Entiendo que Lula, Dilma, Insulza y los estadounidenses estén preocupados porque la transición es un momento delicado en un país tan polarizado como Venezuela, y nadie quiere problemas. Entiendo que los Castro estén preocupados por el petróleo regalado, porque medio siglo de experimento comunista no les alcanzó para darse cuenta de que así la economía no funciona.

    Pero toda esta manipulación que se hace para fortalecer a Maduro, a la larga o a la corta, podría debilitarlo. Porque podemos pasarnos días enteros hablando de las falencias y las debilidades de las democracias formalistas y neoliberales que colapsaron en Venezuela y otros países de región. De cómo esas democracias fracasadas fueron interpeladas y reemplazadas por la camada de caudillos personalistas que lideró Chávez.

    Pero algunas formalidades parecen necesarias. Decir la verdad aunque duela, por ejemplo, o respetar la Constitución cuando no me conviene. No para retroceder, ni para entregar el país, ni para bajar las banderas, sino para estar mejor. Para progresar a partir de lo que ya fue, más allá de lo malo y de lo bueno.

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  3. @Nocomocuento: Un excelente RECUENTO DE LOS HECHOS. Que demuestra hasta que punto se pelea con el sentido común mas elemental y simple el chavismo sin Chavez, en su carrera por terminar de controlar Venezuela.

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