NUEVE SEGUNDOS ANTES DE MORIR
Por: Carlos Téllez
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Capítulo I
Escape
Porque tal vez, a veces la vida se hace tan corta al momento de darnos cuenta que todo misteriosamente se hace más lento, cuando el simple aleteo de una mosca dura siglos, o el simple ladrido de los perros del barrio parecen más graves y lentos.
Este era uno de esos días en los que en mi mente se armaba un paso adelante más de lo habitual en el día gris y nublado el frio congelaba hasta la última gota de ánimo en las personas. Esa mañana me había levantado con “el pie izquierdo” por así decirlo, todo me salía mal, y para mayor colmo, mi madre había peleado con mi padre de nuevo, papa era alcohólico y bebía las veinticuatro horas por así decirlo, y a veces se ponía un poco histérico y de mala caña, pero ese día algo más le había sucedido, había perdido su empleo , precisamente por ser alguien que no podía despegarse de la botella, el ambiente ese día en casa era terrible, todos peleaban, en una de esas mi padre intento golpear a mi madre con un florero, obviamente no se lo permití… pero en cambio recibí todo el golpe bien en medio de la cabeza, eso sí que dolió bastante.
Luego de que se me pasara un poco el dolor decidí que yo no podía seguir viviendo así, ese lugar aparte de ser un infierno y nido de gente bruta decidí marcharme, sin mediar palabras solo espere a que llegara la media noche, y metí mis pocas prendas dentro de una bolsa y hui por la ventana, está de más decir que caer desde un segundo piso es algo un poco arriesgado para alguien como yo de tan solo 16 años.
Creo que nunca debí saltar de esa ventana, porque desde ése día mi confusión habría tomado forma física.
Al caer del segundo piso fui cojeando hasta una construcción abandonada que solo tenía parte de la terraza y una escalera que llevaba hasta la sima, era un lugar frente a la ruta principal, la ciudad no era muy poblada así que nadie me vio al subir solo me senté en el borde cerca de los cables y contemple la ciudad en su inmensa tranquilidad.
Me detuve un momento a cerrar mi ojos y caer en la seducción del aire de noche, al inhalar todo se hacía más lento, pero al exhalar todo era confuso, así que mi respiración era larga, pero en un momento dado sentía que solo podía exhalar, me preocupe bastante, solo podía exhalar y cada vez lo hacía más fuerte, como si me estuviera ahogando en mi propia respiración.
Luego no sé cómo o que fue lo que paso, pero ya me encontraba a kilómetros de donde en verdad estaba, pero me sentía extraño, como relajado y tenso al mismo tiempo, eso fue el gatillo para disparar mi confusión… corrí desesperadamente hasta un lugar en donde había unas cuantas personas bebiendo, la carretera era muy larga, y no había ningún móvil a la vista, solo negocios cerrados y alumbrados parpadeantes hasta el falso horizonte del camino urbano., al llegar un grupo grande de personas con olor a cigarros y cerveza me miraron de una forma extraña, como si de un delincuente se tratara, rápidamente un joven me llama y me dice que me largue pronto, antes de que me pase algo, creo que fue muy claro al decirme de forma indirecta que estaba en peligro, el joven me dio un cuchillo para defenderme por si algo pasaba, aunque nunca he peleado en mi vida de forma seria y menos con un cuchillo, sabía que si me intentaban lastimar lo lograrían, aunque yo tuviera un arma no podría defenderme, pero aun así, ese cuchillo me daba una especie de seguridad para poder marcharme con un poco de ánimo para seguir y saber que si alguien me intenta hacer daño por lo menos me defenderé.
Mi único objetivo para esa vez era solo llegar a mi casa, el camino escuro entre las 12:00pm y las 12:40pm se hacía frio, el camino era largo, supuse que solo era un sueño, pero el dolor y el miedo era tan real, el frio se sentía como si en verdad estuviera caminando por las oscuras calles de ese lugar en la vida real, bueno no sé con exactitud, mi mente no tenía la capacidad de llegar a la conclusión de que si se trataba de un muy mal sueño o de una fría y retorcida realidad.
Capítulo II
El perro moribundo
Mientras seguía mi camino, tan solo armado de ideas y un rustico cuchillo de pan, la noche se hacía más fría, y nadie se veía a ningún lado de la calle, ni siquiera el viento se tomaba la gentileza de hacer rodar una bolsa de basura para hacerme sentir un poco más acompañado.
En la otra esquina se veía de lejos a un can de apariencia bastante descompuesta, con heridas agusanadas por todas partes, el olor de aquel pobre animal se sentía como putrefacción hecho animal, aquel viejo y descuidado animal velaba por una vieja caseta abandonada, de unos guardias que habían fallecido hace tiempo a causa de un asalto, todo se fue de ese lugar excepto el único sobreviviente , el perro guardián… que defendía a uñas y dientes esa vieja y ya inservible instalación, yo como persona curiosa sentí ganas de entrar a mirar aquella vieja escena del crimen, ese perro no parecía tener las fuerzas como para arrancarme un trozo de pierna o algo así que decidí entrar, ya dentro de la caseta solo encontré viejas fotos de los guardias y el perro en sus mejores días, me dio mucha lastima ver a ese gran guardián canino echado en el piso ya sin energía siquiera para echarme del lugar a ladridos.
Al entrar al sanitario descubrí algo extraño, había pintura blanca por todas partes, el espejo estaba manchado de cosa que parecía sangre, pus, pintura y excremento… no me sorprendió, la caseta era un lugar abandonado, era de esperarse que personas con desnivel mental ingresen a ese lugar a hacer sus asquerosas y putrefactas cochinadas.
Al salir del lugar, recordé que había olvidado mi único medio de defensa en ese entonces, pille que el pequeño pero alentador cuchillo había quedado en el sanitario, así que decidí ir por él, pero al intentar entrar por segunda vez, el perro con toda ira procedió a saltar sobre mí de un forma descomunal y potente… ese pobre saco de huesos me mordió el tobillo con la fuerza de un perro de caza o alguna trampa para osos, la fuerza era impresionante… pese a que le tenía lastima no me quedo de otra que darle una patada y lanzarlo hacia un lado, tal vez el impacto ya fue demasiado para su viejo y descuidado cuerpo. Al alejarme del lugar para entrar en busca de mi cuchillo escuche los gemidos agonizantes del animal, como si me estuviera pidiendo que no entre al lugar, nunca antes había creído esas patrañas de que los animales ven cosas, y no lo creía, pero ese animal moribundo se veía desesperado, mirándome con los ojos lagrimeando y el hocico ensangrentado , el animal me rogaba seguir mi camino sin el dichoso cuchillo.
Aun así ingrese, y al llegar al sanitario algo muy frio me recorrió las venas, como si el miedo se hubiera apoderado del aire enfriándolo a tal punto de quedarme paralizado del terror, en ese momento de miedo e inmovilidad vi moco en la ventana del sanitario se acercaba una silueta con lentitud se asomaba a la ventana, el miedo en ese momento me había dejado paralizado, solo veía aquel cuerpo acercándose con curiosidad, no sé qué paso por mi cabeza, pero también empecé a acercarme, el miedo cada vez se hacía peor, los latidos de mi corazón se aceleraban y llego un punto en el que gritar era imposible y la respiración más corta, al llegar a la ventana espere encontrarme cara a cara con este ser misterioso y curioso. Que para mi sorpresa era yo, el hombre que se acercaba era yo mismo pero del otro lado de la ventana, en ese momento la respiración me paro por completo y pegue un grito terrible y sonó como el grito de un animal. Al gritar ese ser que parecía ser yo se deforma de una forma asquerosa, ése ser antropomórfico de apariencia deforme y blanca también dio gritos, pero sus gritos eran de animales, gritos desesperantes como el de animales sacrificados a latigazos o mujeres torturadas… entre esos gritos y miedo abrí mis ojos y me di cuenta que aún estaba en la entrada de aquella caseta de guardias. Y que aquel perro solo me estaba mirando, me di vuelta y mire hacia el lugar y solo vi la entrada y una vieja ventana con la misma silueta que había visto hace unos segundos, solo sentí que debía correr y así lo hice, solo corrí y me aleje lo más que pude.
Capítulo III
Camino al viejo hotel
Correr no me llevo muy lejos que digamos, al dejar de correr solo pude llegar a la entrada de un viejo hotel que se había incendiado hace años que solo se utilizaba ya para hacer pastar a cientos de vacas y animales de granja, el patio de ese lugar era enorme, cabía un barrio entero en el. Lo curioso es que solo había un árbol en todo el lugar, decidí guiarme por aquel árbol para poder llegar a algún lugar con gente y así poder llegar a mi casa… cada vez que me acercaba a aquel árbol algo se oía, eran gritos de mujer, antes de llegar me di cuenta que un hombre estaba violando a una joven, yo no podía hacer nada por más que quisiera, no la podía ayudar, el abusaba de ella como si no hubiera tenido madre nunca, veía como maltrataba a la joven con malas palabras y entre azotes y patadas el hombre ya se había cansado, yo sentía una sensación terrible de miedo y estremecimiento en mi cuello, como si algo muy frio me acariciara mientras dormía, pero todo era por ser el espectador de aquella barbaridad que estaba presenciando.
Al terminar aquel hombre tomo a la golpeada joven y la ato contra aquel árbol y la azoto a tal punto de desgarrarle la piel de la espalda, aquella joven solo podría gritar, entre sangre, fluidos, orina y alcohol sabía que esa noche su vida había terminado de la forma menos esperada posible.
Tratándola de perra y prostituta mientras la azotaba solo pude continuar con mi camino, con aquel rostro de aquella mujer desnuda llorando, suplicando piedad entre kilómetros de vacío humano en aquel lugar alejado de toda esperanza de un rayo de socorro y buena voluntad.
No me quedo de otra que seguir corriendo para poder llegar por lo menos a un lugar en donde pueda aunque sea ver la luz parpadeante de los oscuros alumbrados públicos.
Capítulo IV
El mercado
Al llegar a la carretera me adentre a un lugar comercial de la zona, estaba seguro de que en ese lugar por lo menos habría una pequeña cantidad de personas que me ayuden, al llegar la sorpresa fue más que grande, todos los negocios estaban abiertos pero no había ni una sola persona. Me dispuse a caminar por el lugar, todos los negocios estaba abiertos, como si de un día laboral se tratara, pero no había absolutamente nadie, la confusión me seco los ojos y comencé a caminar mirando cada uno de los locales abiertos pero sin nadie a cargo.
Supe en ese momento que debía correr de nuevo, al correr note que el camino se hacía más largo y sucio, la luz tenue y naranja generaba un incómodo ambiente tétrico y de “alegría de circo tenebroso” , que se defecaba en mis sentidos haciéndome sentir ese típico miedo del “payaso asesino” pero mi mente me jugaría más sucia esta vez, todo se hacía silenciosos y lo único que corría con violencia aparte de mi era aquel viento que esparcía polvo y basura por todo el pasillo comercial de aquel lugar.
En un momento dado el viento paro, y un hombre alto venia de entre el polvo que se vía en el final de aquel pasillo.
El hombre empezó a gritar desesperadamente, y se jalaba de la cabellera pegando gritos ensordecedores, yo solo me quede mirándolo con confusión, ¿Qué podría estar haciendo un hombre loco allí? , no sabía exactamente como ni por qué estaba el ahí. No me quedo de otra que por lo menos intentar acercarme a intentar dialogar con él, pero al andar el primer paso este hombre misterioso se detiene, y me mira fijamente con lágrimas en los ojos y comienza a perseguirme de forma desesperada, el grito que di en ese momento fue terrible, no sabía si lo que en ese momento estaba en mi cuerpo era miedo o confusión.
Capítulo V
El muñeco gigante
Mi viaje ya se hacía cada vez más extenso y confuso, las ganas de llorar y llegar a un lugar en donde encontrar a una persona conocida y poder echarme a descasar eran inmensas, cada segundo duraba siglos, yo solo quería despertar de aquel sueño con amargo toque de realidad retorcida y fantasía cruel que no me dejaba en paz.
Al seguir caminando note que en un lugar una especie de personas humanoides caminaban por un yuyal, como si estuvieran buscando algo, eran criaturas como echas de trapo y de tamaño humano, con ojos de puntos negros y cara en forma de hocico.
Esas bestias aullaban llantos buscando algo muy valioso para ellos, uno de los muñecos que aparentaba ser de sexo femenino, recogió un bebe humano y empezó a tragárselo mientras lloraba, al darse cuenta de mi presencia no me quedo de otra que intentar acercarme… no sabía si eran hostiles o no , o si planeaban serlo, ya que ninguno de ellos tenían una expresión clara, solo se podía ver el enorme hocico de tela y los ojos negros que tenían cada uno de ellos.
Uno se acercó y paso a olfatearme el cuello con su helada nariz, al quedarse un momento quiero este ser me susurra al odio “clamat et cum omnes dormientibus”, luego uno de ellos me pega un golpe terrible en la cabeza y solo recuerdo haber despertado en un lugar y gritar.
Al gritar uno de los seres de “tela” me tapo la boca con sus manos, y me llevo hasta afuera de un toldo, un lugar muy precario, como si de un campamento se tratara. Al salir vi una fogata y alrededor estaban grupos y grupos de esos seres tan mórbidos e incomodos de ver. Estaban a punto de terminar el ritual que estaban practicando en ese momento. Vi como una de esas cosas tomaba a un cordero y lo descuartizaba con las manos y se comía las entrañas del mismo, entre lágrimas y sangre del mismo se ponía en posición fetal entre los regazos de otro miembro de ese grupo gritando como si estuviera pidiendo que lo mataran.
Al ver como esas cosas se agrupaban alrededor de la fogata decidí huir lo más rápido que pude.
Capítulo VI
Asesino de treinta minutos
Al pasar algunas horas después de haber escapado obviamente tenía mucha sed, grande fue mi sorpresa al encontrar una obra en construcción, había una gran cantidad de materiales de construcción, y solo había un guardia dormido, tenía pinta de no ser alguien con un sueño frágil así que decidí ingresar para poder buscar algo que beber
Me escabullí silenciosamente entre los materiales hasta llegar a un grifo con agua. Luego de beber el no tan cristalino líquido de ese lugar me dispuse a echarle un vistazo, había varillas, palas, mezcladoras de cemento etc.
Por alguna curiosidad del destino recuerdo haber encontrado un par de cuchillos , algunos iguales a los que en un principio me había dado aquel joven en el bar hace algunas horas, pero había otros que tenían aspecto de guerra, eran chuchillos caseros enormes y oxidados, de gran peso y tamaño, al tomar uno de esos artefactos vi en un costado a una mujer mirándome desde una puerta dentro de la construcción, yo estaba aterrado… pensé que era la dueña o encargada de aquella construcción en la que yo estaba irrumpiendo.
En ese mismo momento le pedí disculpas, pero al intentar soltar el cuchillo, no pude… sentí que no podía hacerlo por más que quisiera, voltee de nuevo hacia ella para mirarla y vi que se acercaba lentamente, vestida de una pijama blanca, distinguí que la misma tenía heridas en la misma, y su pijama blanca tenia machas de sangre. Inmediatamente le pregunte si le había pasado algo, con tono de preocupación. Ella no respondió y solo se siguió acercando y al llegar frente a mí se posó detrás mío , tomo mi mano y me hizo caminar hacia donde se encontraba durmiendo el guardia.
Lentamente ella me tomo de las manos y ejerció fuerza contra ellas, apuñalando al guardia, recuerdo haber quedado en silencio y con miedo, pese a que era yo la persona que la apuñalaba sabía que no era el verdadero culpable, si no la señorita que hacia fuerza sobre mis manos y el arma en ese momento.
Capítulo VII
La estación de bomberos y el hombre obeso
Al lograr salir confuso y con sangre por toda mi ropa, caminando por los oscuros caminos de la ciudad, logre llegar a la estación de bomberos abandonada.
En aquella estación solo se encontraba un hombre, que estaba a cargo de todo ese enorme lugar. Me hacerse en un momento a intentar dialogar con él, pero no me respondía… solo se sentaba paciente en su silla escuchando su vieja radio.
Logre ver en un momento que tenía una olla de hierro en sobre una rustica fogata ya casi extinta, la olla tenía una especie de comida echa solo con agua, tomates , sal , carne y huevos… el olor que Expedia era vomitivo, repugnante y simplemente asqueroso. Se me revolvía el estómago de tan solo mirar esa mezcla tan pobre y asquerosa.
Luego de que aquel hombre se levantara a recoger su extraña mezcla alimenticia entro lentamente al deteriorado lugar y derramo la comida en una olla con entrañas cocidas y dientes de ajo, dentro de la olla aún se podían observar restos de pelaje de animal y uno que otro pedazo de pezuña. El olor a cabello hervido se sentía.
Luego ese hombre de aspecto viejo y antisocial, entra en una silla de ruedas a otro hombre realmente feo, gordo, sudoroso y mal oliente. Y lo sienta a comer esa mezcla extraña de restos de alimentos mal preparados.
Recuerdo como aquel hombre gordo tomaba las entrañas cocidas y de mal olor las comía con las manos mientras el hombre viejo miraba sonriente al otro hombre comer.
En ese momento el asco invadía mi estómago de una forma rotunda y pesada, el sentimiento de vomitar por el hecho de solo ver a aquel hombre tan gordo y sucio tragando las porquerías del otro, llegue a pensar incluso que lo hacía más por diversión y ocio porque yo nunca había visto a alguien comer de la forma tan asquerosa de la forma en la que la había hecho aquel hombre.
El asco invadió por completo mi sentido, el olor quedo pegado a mi ropa, ese aroma a entrañas, huevos cocidos y un sin nombre de condimentos asquerosos que conformaban esa orgia culinaria habían quedado tanto en mi mente como en mi cuerpo, el tan solo hecho de imaginar comer aquel platillo me producía arcadas y dolor de cabeza.
Capítulo VIII
El gato tuerto
Nada más después de haber presenciado todos eso eventos extraños durante mi corto y a la vez tan largo viaje, no sabía que otra cosa pensar, ¿estoy muerto y no lo sé? ¿Ingerí drogas? ¿Estaba poseído por algún demonio u espectro fantasmal? … de hecho miles de ideas más se pasaron por mi cabeza, nadie en su sano juicio podría estar pasando por la situación la cual yo estaba atravesando.
Mis ánimos empezaron a decaer rápidamente, nadie me quería ayudar y las pocas cosas que veía con personas de por medio eran cosas malas, ¿acaso el destino me estaba jugando alguna broma muy pesada?
Al seguir mi camino que parecía interminable logre dar una enorme mansión conocida, de hecho no creo que haya sido una mansión, solo era una casa muy grande, recuerdo que la casa estaba hecha de piedras y tenía un patio enorme… imagínate esa familia tenía un campo de futbol en su patio, literalmente. En el patio de lejos se veía a un enorme gato que ya aparentaba bastante edad y lo confirmaba con la ausencia de uno de sus ojos, lo curiosos de ese felino no solo era la ausencia de uno de su ojos si no también el brillante collar que portaba por su cuello, aquel collar verde luminoso que emitía un ligero rayo en medio de la pura oscuridad que acobijaba la noche de ese día, mi curiosidad fue tremenda, no me quedo de otra que acercarme al gato y ver que era aquello tan brillante que tenía colgado por el cuello.
Ya lastimosamente nadie sabrá lo que ese gato me dijo al tocar su collar.
Lo que en una luz nace en oscuridad muere
Porque tu vida el amor como azúcar desvanece
Al tocar los labios del egoísmo
Al volver a exhalar caerás preso de tu peor enemigo
Bañando en llantos tu féretro
Tu buena voluntad para este mundo ya era muy bella.
No sé qué paso exactamente en ese suceso, solo recuerdo aquel fragmento tan tétrico y el ojo del gato penetrante en aquella oscura oportunidad de renacimiento.
Capítulo IX
EXHALAR
No sé qué tanto más tendrá la vida de misteriosa solo sé que algunas veces vivir muy lento puede ser más desesperante que vivir rápido, será que el ultimo evento de mi vida fue nada más sentarme en aquella vieja construcción y mirar la ciudad respirando profundo.
Luego de haber pasado un sinfín de cosas extrañas, tras haber exhalado mi último aliento en aquella construcción abandonada, por fin pude ver el lugar donde había estado hace unos momentos antes de que todo esto comenzara. Fui corriendo sin media palabras subir rápidamente a al construcción pensando que hacer después, aunque al llegar a la sima en la parte de la terraza solo pude ver a un joven sentado de la misma forma que yo, y era lo que esperaba…
El joven al que yo veía sentado era yo mismo, me acerque a él y me senté a su lado y comencé a charlar con migo mismo.
Tal vez la vida nos haga hacer pasar cosas curiosas, solo para darnos cuenta que la vida no es como uno u otro dice que es…
Mi otro yo me dijo que la vida es una palabra que puede significar lo que uno quiera e interpretarla como se le dé la gana de hacerlo.
Mientras estábamos sentados yo y mi otro yo en aquella terraza descubrí que la vida no es para unos lo que en verdad espera de ella, aunque lo tenga todo, seguirá sin anda.
¿Sabes qué? Este mundo es demasiado para nosotros… no podremos solos nosotros dos… tu cuerpo y mi alma deben juntarse.
Mi alama que estaba sentada a mi lado tomo mi mano y me dijo, ahora volverás a exhalar. En ese momento me di cuenta que nada de lo que había pasado fue real. Todo era producto de mi imaginación, pero al exhalar sentí como mi alma aún estaba tomada de mi mano y me jalo hacia el vacío.
Ambos impactamos contra el suelo, pero solo yo lo sentí y solo a mi podrán verme.
A quien lea esta carta, que sepa que este mundo no es para todos los que habitan en él, y que algunos están en él, por error.
FIN
Pd: lamento si encuentran algún error gramatical, aun así espero sea de su agrado y contribuya a su entretenimiento.