En estos tiempos de periodismo e Internet, donde las fuentes van y vienen, y las informaciones parecen surgir de la nada, uno pensaría que los periodistas se andarían con cuidado. Que se cuidarían de publicar en sus medios informaciones que no han sido verificadas, teorías de dudosa credibilidad, o cuentos que no pasan de ser rumores.
Pero infortunadamante, ha pasado. Y más de una vez. Recuerdo el caso particular de Hugo Sánchez, y los comentarios que supuestamente había dicho en contra de la selección de fútbol venezolana. El Universal y Líder estuvieron entre los embaucados que repitieron la especie. Tuvo que salir el periodista deportivo Tony Cherchi (entre otros) a hacer el desmentido, y aún así, el daño no se ha reparado por completo. Todavía hay gente que cree que Sánchez en efecto insultó a la Vinotino. Memes y capturas de pantallas de cuentas falsas de Twitter todavía circulan por las redes sociales, perpetuando la historia que nunca fue.
¿Y que decir del gazapo de proporciones mayúsculas cometido por el diario El País de España? La credibilidad de ese medio quedará para siempre en entredicho después de haber caído como niños con una captura de imagen de Youtube.
De conspiraciones y sombreritos de aluminio
Los teóricos de la conspiración: Ese grupo de seres humanos que aparentemente, nunca ha oído hablar de la Navaja de Ockham. Pululan la Web en cientos de sitios, que niegan desde el alunizaje de Armstrong hasta la muerte de Bin Laden. Contra ellos, no hay razonamiento posible que valga. Cualquier vacío de información se transforma casi de inmediato, en prueba irrefutable, en arma humeante.
¿Quien hubiera podido pensar que Eleazar Díaz Rangel era uno de ellos?
Digo, para mí sería la única explicación al más reciente artículo de Díaz Rangel en Últimas Noticias: El señor es un convencido teórico de la conspiración, y cree firmemente en cada una de las cosas que puso en ese artículo.
¿Honestamente, alguien puede creer en algo tan fantástico como la inoculación del cáncer? Aparentemente Díaz Rangel sí. Y nada más y nada menos, que basado en el testimonio de un solo «experto»: Un bloguero guatemalteco radicado en La Habana.
Para Díaz Rangel, una simple búsqueda por el lado más paranoico de Internet ha bastado para lanzar al ruedo la duda sobre el origen del cáncer de Chávez. Nada de testimonios de los que deberían ser los verdaderos conocedores de la materia (los oncólogos). ¿Para qué? Bastan las palabras de un bloguero, en un tema que claramente no es de su competencia.
(Como decía Leonard en uno de los episodios de The Big Bang Theory: Claro, no es como si cualquiera tiene una página en Internet)
¿Añade otras cosas Díaz Rangel a su artículo? Sólo citas sueltas que se repiten a través de la red, pero que no remiten a ninguna fuente original (al menos, directamente). Tomemos por ejemplo, esta:
En uno de los secretos más duraderos de la Guerra Fría, el Ejército de Estados Unidos exploró la posibilidad de utilizar venenos radioactivos para asesinar a ‘personas importantes’, como líderes militares o civiles, según documentos desclasificados obtenidos por The Associated Press
Según Díaz Rangel, quien dice esto es un tal Robert Burns, en un «informe escrito en 2007». ¿Que informe? ¿Bajo que título? ¿Publicado en que institución? Nada de esto se dice. Hemos tenido que buscar en varios sitios (que repiten la misma cita) para encontrar la fuente original, o al menos, conformarnos con una reproducción de la misma.
¿Dice el informe de Burns algo contundente? Solamente que el ejército norteamericano consideró el uso de la radiación como arma. Se hacen, claro esta, las siguientes aclaratorias:
The documents give no indication whether a radiological weapon for targeting high-ranking individuals was ever used or even developed by the U.S. They leave unclear how far the Army project went. One memo from December 1948 outlined the project, and another memo that month indicated it was underway. The main sections of several subsequent progress reports in 1949 were removed by censors before release to the AP.
Para una persona promedio esto indica que respecto al asunto, sólo existen especulaciones y vacíos (no pruebas). Para un teórico de la conspiración, la falta de información es la prueba en sí misma: Argumentum ad ignorantiam.
(Por cierto, todo un detallazo de Díaz Rangel incluir un vínculo muerto dentro de su artículo. ¿Error de su parte, o simplemente pensó que nadie se tomaría la molestia de comprobarlo?)
Gritar fuego en un teatro
¿Es recomendable en un ambiente sumamente conflictivo como el que tenemos, sugerir la idea de un asesinato (vía inoculación cancerígena, en el más puro estilo James Bond) de una figura tan pública como Chávez? ¿Es aconsejable, seguir tratando de darle respetabilidad y solidez a algo que no pasa de ser una especulación, y de las más floridas que se hayan visto en mucho tiempo?
¿Que tanta distancia hay, entre sugerir que «el imperio mando a matar a Chávez», a sugerir «que la burguesía mando a matar a Chávez»? ¿Y cómo entenderán los seguidores del chavismo que es eso de «burguesía»? ¿Lo entenderán sólo como los dirigentes de la MUD, como el empresariado, o como los ciudadanos de a pie que se diferencian de ellos básicamente por sus preferencias políticas? ¿Entrarán esos 6.591.304 de venezolanos que votaron por Capriles Radonski el 7 de Octubre pasado dentro de esa clasificación de «burgueses»?
El Sr. Díaz Rangel debería (al menos por un momento) considerar la posibilidad de colgar su sombrerito de aluminio, y empezar a pensar seriamente. Ningún daño le haría utilizar algo de lógica y razonamiento:
¿Que es lo que con toda probabilidad ha podido pasar? ¿Que el origen del cáncer de Chávez fuera ordinario y común, como en el caso de cualquier paciente de cáncer? ¿O que una gigantesca conspiración se haya puesto en marcha para acceder al presidente, debilitar sus defensas y como por arte de magia (saltándose todos los anillos de seguridad cubanos y no cubanos) inocularle precisamente el tipo de cáncer que acabaría con su vida?
¿Conspiraron también esos conspiradores de la conspiración conspiradora ultra-secreta de la conspiración para tratar al paciente en La Habana, a pesar de todas las advertencias que le hicieran los especialistas al respecto?
¿Decidieron también la inscripción de su candidatura, y hacerle llevar una campaña que tendría un efecto sumamente negativo (mortal, como ya hemos visto) en su salud?
Ud. dice muchas veces en su columna dominical que no entiende a la oposición Sr. Díaz Rangel, pero yo al que no entiendo es a Ud.
¿Cómo un periodista de su talla y experiencia puede creer en semejantes divagaciones, y de paso tratarlas como si fueran la palabra final de un panel de expertos? En otras ocasiones no ha dudado en poner en tela de juicio la credibilidad de Yoani Sánchez por menos… ¿Y ahora pretende vendernos como palabra sagrada los delirios de un loquito que también publica un Blog desde La Habana?
Un poco más de juicio y seso Sr. Díaz Rangel. Que el teatro está a punto de quemarse por la falta de ello.