El Socialismo, el Capital, el Liberalismo, el Espíritu Burocrático, el Espíritu Cristiano, la Autoridad Impuesta… Estos son nuestros enemigos, anarquistas. Estos aquí son los que buscamos eliminar. Pero eso se lleva tratando de hacer cientos de años ya, con bastantes intentos, ofensivas y avances. Y aún así, solo se hacen más fuertes, progresivamente, al cuadrado.
Gran parte de eso es nuestra culpa. Propongo que tiene que ver con un mal-entendimiento cristiano, el cual supone que se mata dando toda la atención al enemigo en negativo, tratando de tapar el disparo de una pistola, por decirlo así, con pólvora. Y no me confundan ni con Renji ni con los budistas de verdad, no es con amor ni con paz interior un carajo, tampoco, que se tapa.
¿Qué significa, saliendo de la metáfora, eliminar?
En términos humanos, los únicos, significa que no tenga presencia ya, ni en la preocupación de nadie ni en los cálculos estratégicos.
El Anarquismo es un Nada, un vacío, una succión inelectual esperando que le llegue lo suyo. Es una intención, un arma que, más de guerra, es de evolución humana. La naturaleza habló, estos espíritus son decrépitos y nihilistas. Nos toca entonces ignorarlos, por completo, con tal poder propio que a nadie que nos vea le va a seguir interesando luchar por causas sombra de diferentes cadáveres o tradiciones muertas y moribundas. No hay que matarlas; con ofrecer una alternativa semi-medianamentea alguín optimista, con un poquirriquitiquitico de amor a la vida, al ser y avanzar propiamente humano y de este mundo, quedarán como bobos las viejas guardias y terminarán obsoletos en el juego evolutivo.
Ellos están saliendo. O dejamos el campo vacío hasta que llegue un nuevo nihilismo que lo esconda, o tomamos las riendas.
¿Dónde podemos empezar?
Piensa en tus formas de relacionarte, concretamente, con tu sociedad. ¿Dónde actúan tus enemigos? ¿Cómo los puedes ignorar? ¿Cómo los planeas suplantar, o qué vas a usar para que la gente voltee para otro lado?