Acusamos recibo del texto de Fabio Nigra, Hollywood y la Historia de Estados Unidos. En el libro se exploran diferentes categorías de análisis para entender la base argumental del cine norteamericano. Hoy queremos compartir las reflexiones del autor, a la luz de tres estrenos de la cartelera.
De acuerdo al enfoque del escritor, El Último Desafío responde a la consolidación de dos mapas intelectuales de unidad nacional: la ley de la frontera y a la búsqueda de un chivo expiatorio.
No en balde, la película supone una relectura del western clásico, Río Bravo, ahora protagonizado porTerminator a la caza de un narcotraficante mejicano, interpretado por el español Eduardo Noriega. La confusión de identidad siempre fue un lastre para el género. Por su parte, el director Kim Ji-woon ejecuta el encargo con toda la sorna del caso, valiéndose de la recuperación paródica de Schwarzenegger.
De cualquier modo, es un ejemplo de las tensiones latentes alrededor del tema de la inmigración. Un problema de estado para la gestión demócrata.
Por supuesto, el largometraje reduce el conflicto al plano binario de policías contra ladrones y refuerza el imaginario del rearme moral de los ochenta. Casi funge de proyección de una fantasía políticamente incorrecta del ex Gobernador republicano.
Al actor le gusta verse como el sheriff de caricatura de un pueblo oprimido por la mafia extranjera, cuya estabilidad depende de la defensa de la soberanía, a punta de bala.
A un lado menos radical del ala conservadora, pero igual de estereotipada, surge la fuente de consenso de Jack Reacher, ramificación de las estelas conspirativas y paranoicas del magnicidio de JFK, el espionaje de Misión Imposible, la acción física de la saga Bourne y el polar francés de exterminadores melancólicos.
Tom Cruise, otro ícono de la nostalgia, descubre el origen económico de una trama de complot y salva a las instituciones de la patria, luego de lavarle la cara a la guardia militar, contener la campaña terrorista de las manzanas podridas de la burocracia oficial y erradicar a los villanos de ascendencia foránea.
Werner Herzog le pone el acento alemán a un forajido unidimensional, fácil de culpar y condenar a la justicia divina de la estrella de la función. En resumen, la obra funde el plomo de los fantasmas de la guerra fría con el hierro de las purgas de la cienciología.
Por último, Lincoln ofrece una síntesis de las recetas anteriores, diluidas en un mar de progresismo, patriotismo y revisión posmoderna de la épica del desencanto. Percibimos a un Spielberg maduro y de buena conciencia, alejado de su ánimo de revancha de War of The Worlds y próximo al sentimiento crepuscular de los testamentos de Clint Eastwood.
Por venganza, la academia lo castiga por su cinta más personal y europea en décadas. Si la audiencia pide Argo y el Oscar complace el veredicto de la primera dama, el rey midas le devuelve un recuerdo molesto y perturbador a la Casa Blanca.
Antes del domingo reivindicativo de Obama, vino el sábado del padre fundador del partido opositor del presidente afrodescendiente. Manera sagaz del realizador de convertir la mancha negra de la esclavitud en una gesta heroica por la emancipación de la humanidad. Usted concluye si es maquillaje o retrato fiel de la realidad.