Anoche vi una película llamada «Trust» (Confianza): la trama se desarrolla sobre un depredador sexual (violador serial de menores) de unos 40 años que engatusa a una niña de 14 años a quien conoce por internet hasta que eventualmente la viola, la desesperación de los padres es desgarradora cuando la niña defiende a su agresor y afirma que fue sexo consentido, ella no entiende por qué tanto alboroto si buena parte de las niñas de su edad en el liceo ya han tenido sexo con otros chicos y afirma que ella y el depredador están enamorados. No les contaré el final para que quienes no la hayan visto puedan hacerlo con el suspenso que una película requiere.
La mención a la película viene muy a propósito de cómo un maestro en el arte del engaño puede no solamente ultrajar a individuos sin la madurez suficiente para comprender que están siendo violados sino como además el sujeto pasivo defiende a su agresor luego de la felonía. Para bien o para mal el asunto es que los ultrajes no siempre consisten en asaltos sexuales, hay muchas formas no físicas de dañar a otros mediante la manipulación mientras simultáneamente se les hace creer (a los agredidos) que se les ama; cuando esta práctica se lleva a cabo sobre masas humanas este arte se llama populismo.
Para mi, si tienes las hormonas para tirar y la disposición de echarle bola, no es peo de mas naidieng.
El sexo de unos es la violación de otros.
Y muchas veces pasa esto.
«Para mi, si tienes las hormonas para tirar y la disposición de echarle bola, no es peo de mas naidieng.»
¡Qué casualidad! Esa es la forma de pensar de los pederastas, gracias a Dios quienes piensan así son una ínfima minoría en el planeta.