El artista es como David y siempre vence a su Golliat. Lo supo Miguel Ángel, Leonardo, Caravaggio, Sade, Buñuel y Reverón.
No hay manera de derrotarlo, aunque existen múltiples casos de pintores doblegados por el poder.
Los propagandistas del lienzo y el documental fueron contratados por Hitler. Pasaron a la historia como figuras serviles y condescendientes con el «Mephisto», con el demonio responsable de la muerte de millones de judíos.
Los Jemeres rojos utilizaron a los pintores para documentar sus masacres y genocidios.
Ahora sus cuadros se exhiben como pruebas y documentos judiciales del fracaso del socialismo real.
Eisenstein conocía de las amenazas de Stalin e igual pudo satirizarlo de manera indirecta. Pero el chiste le costó la vida.
Reinaldo Arenas descubrió la tragedia del autoexilio por oponerse a un régimen donde se condenaba la libertad de expresión. La política y el arte siempre tuvieron una relación de amor y odio.
Artisas políticos conquistaron la fama y la gloria por sus obras maestas.
Caso de Picasso con el Guernica.
Artistas politiqueros se hundieron en el barro del olvido. Irónico porque nuestros mártires del arte político son estrellas de la farándula como Norkys Batista y Roque Valero, cada uno con sus causas y justificaciones para poner cara de tristeza, para sentirse asediados y perseguidos.
Claro, entiendo sus pesares.
A una la rebotaron de un Hotel controlado por los militares y al otro no le dieron trabajo más nunca. Perfecto. Mi pregunta es: ¿ellos son víctimas de verdad? Yo les deseo lo mejor. Aunque muchos de sus colegas, envidian sus posiciones y privilegios.
Es curioso porque el ascenso de un sindicato de artistas provocó el conflicto interno con otros artistas de la revolución.
Los viejos burócratas reclaman la excesiva atención brindada hacia los advenedizos, hacia los nuevos militantes del PSUV. Maduro se seca el sudor de la frente, pues la gracia no causa la menor risa a sus electores de base. De igual modo, instrumentaliza la disidencia artística para afirmar y demostrar la vigencia de la libertad de expresión en Venezuela.
Naturalmente, los contendientes andan muy parejos y apelan a las mismas estrategias en la consecución de votos frescos.
La televisión y sus referentes constituyen la carnada de la temporada de pesca. Nunca faltarán los oportunistas de lado y lado. También abundan las gentes de paz, de concordia, civilidad e intenciones loables. Resulta absurdo generalizar. Lo mejor es aprovechar la ocasión para defender principios y valores universales, erosionados por la bota militar. Lo peor radica en la exageración telenovelesca del asunto, con el propósito de garantizar índices de rating y contratos a futuro.
Los artistas merecen su espacio y atención. Reclamar sus derechos y promover la integración. Los políticos necesitan escucharlos y tomarlos en consideración. El objetivo es aprender la lección y superar las fallas. Esperamos evolución, de ahora en adelante. Comenzará uno a preocuparse si la política deviene en una plataforma para las exhibición de llantos, quejas, chismes y sofismas de un reparto de culebrón. El exceso de banalidad y demagogia le hacen daño al ejercicio del trabajo republicano. Bienvenidos los poetas a las polis paralela. Aprendamos a distinguir el grano de la paja. Expulsemos de la ciudad a los farsantes, tramposos y echadores de cuentos. Reivindiquemos a los intelectuales comprometidos y serios. Imaginemos un futuro utópico donde el artista de izquierda y el de derecha puedan convivir bajo el mismo teatro, sin recriminarse. Yo voto por el fin del rencor, la polarización y el resentimiento. Yo soy como ustedes y quiero a una Venezuela unida.
Lo demás se lo puede llevar el viento.
No voy pendiente de venganzas, retaliaciones, censuras, intimidaciones y ajustes de cuentas.
Creo en el artista humilde y consecuente.
No creo en artistas camaleones, hipócritas, peseteros y de doble moral.