panfletonegro

Relato de insomnio

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_09.jpg

Probablemente, no soy la única venezolana con el sueño interrumpido. En horas de la madrugada y sin poder pegar un ojo, pensando, pensando en el día de mañana, en los días del mañana.

Atentos todos a nuevos acontecimientos, compartimos la sensación de tener el cerebro revuelto, el corazón cansado de que nos importe tanto. Familias divididas, en las que hace apenas 15 años se hablaba el mismo idioma, pero ahora viven y creen realidades adversas. Ya no sabemos ni quienes somos, solo que, a favor o en contra del gobierno, a todos nos duele el alma.

Hace 14 años la estrategia electoral fue la división de los venezolanos, y cómo ha funcionado. Lo que comenzó siendo una minoría y una mayoría son ahora dos mitades. Toditos caímos en el juego: Oficialistas vs. Opositores (sin utilizar términos despectivos para ninguna de las partes). Se establecieron las reglas del juego y cada quién tuvo que elegir postura y pertenecer a un bando, negro o blanco, a pesar de lo diversos que somos, de que cada uno es un individuo único que tuvo una única familia, con la crianza y las oportunidades que le tocaron.

En ese momento yo tenía 12 años, hoy tengo 26. Estaba en el bachillerato, ahora soy una profesional. Me pregunto, quién soy?

En primer lugar soy venezolana, amo Venezuela. Estando lejos la extrañan mis 5 sentidos. Nada mejor que tener días y días para explorarla, pararse en cada punto del camino a hacer una fotografía con el ánimo de nunca olvidar esa hermosa vista, de llevármela conmigo, adonde quiera que yo vaya.

En segundo lugar, yo no soy una oligarca. Pues oposición y oligarquía no son la misma cosa, aunque nos hayan querido hacer creerlo. Por lo menos yo, pertenezco a la clase media.

Como soy una persona relativamente joven, no tengo experiencia cercana a lo que ocurría en Venezuela antes de mi edad de conciencia. Dicen que los pobres eran excluidos por los ricos. Pero nadie habla de la clase media. Entiendo que simplemente no había mayor participación de los ciudadanos , la gente común no vivía pendiente de la política, eso se lo dejaban a los que vivían de la política y a la gente con plata que era la que invertía, tenía empresas de mayor escala, etc.

Lo que le tocó vivir a mi generación fue muy diferente. Actualmente, todo el mundo está pendiente de lo que pasa con el país, no importa de qué clase seas, o el lugar del mundo donde te encuentres. Las cosas han cambiado mucho, y aunque para este gobierno los supuestos protagonistas hayan sido los de menos recursos desde el principio, debo decir que mi “clase” también ha cambiado, también se ha incluido. La clase media tiene ahora también un lugar, una voz, esa es mi voz. Y nos hemos incluido a pesar de la resistencia de nuestros mandatarios, que buscaron polarizar al extremo, y hasta el día de hoy no nos han querido reconocer.

Cada día quisiera ser mejor, buscar la serenidad y la paz, dejar de intentar entender o convencer a los que piensan distinto a mi. Pido disculpas. Es solo que pido a gritos que alguien nos entienda, a nosotros, los de la clase media.

Para aquellos, de cualquier clase, que no creen que un cambio es necesario, les digo:

Yo soy arquitecto, me costó mucho lograrlo, mucho tiempo, crecimiento, disciplina. Estudié en dos de las mejores universidades públicas del país. Mis padres me dieron casa, comida, ropa, educación. Mis herramientas de trabajo las gané con mi propio esfuerzo, utilizando los conocimientos y habilidades que ellos generosamente me heredaron. Nunca fui a Disney ni a Europa, siempre compartí el cuarto con mi hermana, me he movido en autobús desde que tengo edad suficiente para hacerlo sola.

Con mis 26 años, pienso en mi futuro.

Necesito un espacio para vivir, mis papas no tienen casas extras para darme y tampoco quiero ir a misión vivienda, un antro de violencia. Necesito algo en la mitad.

Quiero encontrar una pareja y hacer equipo, hacer una familia. No puedo costear el mejor médico o la mejor clínica, pero tampoco quiero ir a un barrio adentro a tener a mis hijos. Necesito algo en la mitad.

Necesito trasladarme de manera segura. No puedo costear un carro nuevo que no me deje botada en cualquier lugar, pero tampoco quiero seguir viajando en un autobús sucio, en mal estado, con un conductor descontento que me trata a las patadas. Necesito algo en la mitad.

Quiero viajar y conocer mi país y el mundo. No tengo dinero para pasajes ni hoteles, pero tampoco puedo quedarme y acampar en una playa o aventurarme por la inseguridad. Necesito algo en la mitad.

Necesito prepararme más. Ser competente en mi profesion a nivel mundial. Estudiar con la tecnología y recursos necesarios. No puedo costear la mejor universidad, pero tampoco quiero estudiar en una misión que no me garantiza calidad, ni competencia ni trabajo. Necesito algo en la mitad.

Quiero salir, respirar y sentir el trópico hermoso que me regaló la vida, en la mañana, en la noche y en la madrugada. Quiero correr, ir a la montaña, andar en bicicleta, mirar la luna llena. Soy una mujer sola. Pero quiero vivir la vida y disfrutar mi soledad, sin miedo.

A todos aquellos que estén cómodos por una u otra razón, que no necesitan un cambio. Dennos la oportunidad a aquellos que si necesitamos ayuda, que necesitamos ser incluidos en el discurso. Porque solos no podemos.

Solo quiero las condiciones para independizarme y progresar. Tranquilitos que el trabajo yo lo hago, yo me fajo para conseguirlo, me levanto temprano a diario y soy honesta.

Por esto voto, por esto salgo a la calle, por esto protesto. Por una vida feliz y realizada, tranquila, satisfecha, para mis padres, mis hermanos, mis primos, mis tíos, mis amigos, todos mis queridos y amados venezolanos. Por eso lucho y amo este increíble espacio, el único que me pertenece, mi única casa: Venezuela.

Quién me acompaña?

Salir de la versión móvil