¿A quién le creemos, al comando de Maduro o al comando de Capriles? Esa es la pregunta que muchos venezolanos se hacen y lamentablemente no tenemos una respuesta que satisfaga a la gran mayoría, porque lo que debería ser decidido con argumentos se ha transformado en estricta opinión politizada. No tenemos gobierno ni estado. Tenemos PSUV, a falta de Chávez. Tampoco tenemos alguien que medie y de una respuesta que satisfaga sin sospecha a todos. ¿El CNE? Todos sabemos de que color es. ¿El TSJ? Su presidenta da ruedas de prensa con opiniones personales, cuando su rol es dictar justicia si el caso llega a ese tribunal. ¿La OEA, Estados Unidos, Cuba?.
Las instituciones deberían servir para resolver conflictos, y por ello deberían ser independientes. En cualquier torneo de futbolito se ponen de acuerdo para elegir árbitros, y a nadie se le ocurra que los ponga uno sólo de los equipos. ¿Cómo resolver entonces conflicto sobre los resultados de las elecciones sino tenemos instituciones creíbles?
El presidente Chávez insistió siempre sobre la democracia participativa y protagónica, como está en la constitución. Sin entrar en detalles de cuánto avanzó su gobierno en ese punto, es algo que muchos venezolanos aprecian. La contraloría social la ejercen las comunidades al vigilar el funcionamiento de la sociedad, no sólo del Estado. Pero esa contraloría se ve rodeada de trabas, de intereses, como bien lo saben quienes lo intentan. El que pregunta es sospechoso, y por ello es urgente una Ley de Transparencia, pero no tenemos tiempo ahora.
La contraloría social sólo es posible si es fácil. Si la gente tiene la información en la mano y puede ver por si misma que fue lo que pasó. Curiosamente las elecciones son de las cosas más fáciles de controlar, mucho más que leer contratos complicados, ver facturas y estados de cuenta. Las elecciones solo tienen actas y comprobantes, que entiende todo el mundo, y sumas, que puede hacer cualquiera. Muchas irregularidades son bastante intuitivas: un testigo dice que lo sacaron: ¿firmó el acta? ¿hay testigos?
Tienen que darnos los datos en detalle, no sólo al CNE sino a los venezolanos. El comando Simón Bolívar tiene que darnos toda la información sobre las irregularidades, y si dicen que ganaron, que nos muestren la cuenta. El CNE, por su parte, tiene que publicar los datos de otro modo. No basta tener que hacer click varias veces hasta llegar a cada mesa. Nos puede dar una hoja de cálculo, para usar en Excel o LibreOffice, y que cada uno saque su cuenta. No es tanta información. Son cerca de 40mil mesas.
Algunas denuncias a favor y en contra del actual resultado muestran casos específicos, pero necesitamos argumentos más series. Por ejemplo, ¿en cuántas mesas sacó Maduro más votos que Chávez, y cuánto suman esos votos? Esa pregunta la debería poder responder cualquier grupo de vecinos con una computadora en su casa. Necesitamos los datos crudos, no la comida masticada. Así no tendremos que creerle a ninguno de los comandos de campaña, ni directamente al CNE por su cara bonita.
Para futuras elecciones la norma debería ser que cada centro de votación esté identificado con un número, grande y visible. El CNE debe publicar la información cruda, y un programa que permita analizar los datos uno mismo. Así podremos conversar entre todos y decir: «@candidato !Eso de las mesas en que todos votaron por nuestro candidato es solo en tres mesas! !Sea serio!». O decir «@candidato por favor póngale la lupa a los centros pequeños de Caicara de Maturín, del 12345 al 12360. Votaron todos por un sólo candidato. !Son 5000 votos!». Darnos la posibilidad de ver las cosas por nosotros mismos nos ayudará a recuperar la confianza.
Apareció primero en Rayas y Palabras: Contraloría Social a la Auditoría Electoral