Encontrar información veraz en medio de la vorágine de información que se encuentra en los medios de comunicación masivos es, sino imposible, en extremo difícil.
Los grandes medios de comunicación responden en buena parte, o quizá todos, a intereses de poder, llámese económico o político, y al depender de un grupo de poder en particular, no importa cuál, la postura que tendrán y la información que transmitirán no será, de ningún modo, imparcial y objetiva.
El periodismo es, per se, crítico del gobierno de turno, y de los entes de poder establecidos. Si un medio de comunicación depende de un gobierno, partido político, o grupo de poder económico, su información será propaganda que favorecerá a ese grupo de poder en cuestión, y su postura crítica será sólo hacia el grupo de poder que se le opone, pero nunca a quien le favorece.
Si todos los grandes medios de comunicación dependen de algún modo de un gobierno o de un grupo de poder económico, y que por lo tanto nunca serán objetivos e imparciales, ¿entonces a quién creerle? Sin duda, a los medios de comunicación independientes. Y debe ser una independencia absoluta, que no dependa en lo absoluto de ningún grupo de poder, gubernamental o económico, sino que funcionen por medio del autofinanciamiento, y de ese modo su objetividad es mucho más clara y definida, y mucho más confiable.
Desde luego que los medios independientes nunca podrán competir con los grandes medios, entonces su accionar es como una guerrilla comunicacional auténtica. No se puede hablar de guerrilla comunicacional si ésta favorece a un gobierno o a un grupo de poder económico, porque sólo serían propagandistas políticos o ideólogos.
Para ser un comunicador independiente no se precisa de grandes equipos electrónicos, no sólo por sus altos costos sino por lo engorroso de transportar. Se puede ser un comunicador independiente con tan sólo un smartphone, o una pequeña cámara digital de fotos o vídeos y una minilaptop o incluso una tableta.
Con la facilidad del acceso a internet se puede, en tiempo real, y mucho más rápido incluso que los grandes medios, transmitir información de lo que sucede en el instante, que en muchas ocasiones los grandes medios no transmiten, a menos que los favorezcan, y eso podría desmontar matrices de opinión o información falsa que esté tratando de imponer un gobierno o un grupo de poder.
Un ejemplo de ello es el desmontaje que sufrió la matriz de opinión que quiso imponer el gobierno nacional al afirmar que grupos de la oposición habían quemado CDIs en distintas partes del país. No había pasado más de media hora de haber dicho esa información cuando empezaron a rodar por las redes sociales y blogs independientes fotos y vídeos de ciudadanos comunes, vecinos de los CDIs supuestamente quemados, que demostraban que dichos centros estaban en perfectas condiciones, obligando al gobierno, incluso, a decir exabruptos, como la defensora del pueblo, que afirmó que esos CDIs fueron quemados en un 90% pero que fueron recuperados en horas, y que por eso no se le ven los daños recibidos, cosa que obviamente nadie se lo cree.
Desde luego, este periodismo independiente es totalmente empírico, carece de profesionalismo. Muchas veces se ven que las imágenes son tomadas con enfoques, encuadres, resolución y sonido, si es que lo tiene, muy deficientes. Uno tiene que ver con mucho detenimiento ya que las imágenes y los sonidos no son muy claros; pero aún así, con mucho detenimiento, se puede ver que lo que se evidencia es muy distinto a lo que los grandes medios quieren mostrar, y desmonta sus matrices de opinión y sus falacias.
En ese empirismo hay que tener también mucho cuidado, ya que no toda la información que surge del periodismo independiente es cierta. Como por ejemplo aquel vídeo donde se ve a un supuesto polibaruta poniéndose una franela roja, y ya afirmaban algunas personas del oficialismo que era un desestabilizador, y luego se descubrió que la información era falsa, el hombre no era ni siquiera policía. Hay que ser muy cuidadoso a la hora de reproducir una información, verificar que ésta sea cierta, desconfiar de la información anónima, de «buena fuente», ya que por lo general suelen ser falsa. Igual con las imágenes, muchas de ellas son anacrónicas o corresponden a otros contextos, como una imagen que rodaba por la red que mostraba unos militares golpeando a un civil afirmando que era recién en Venezuela y resultó ser original de Egipto.
Se dice que en una guerra la primera baja es la verdad, en una guerra de cuarta generación son los que están por los «subterráneos» los que pueden sacarla a la luz. Lo que desmonta a un gobierno o grupo de poder opresivo no es una bomba, sino la verdad bien dicha.