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Gobernanza y desigualdad – El Caso Norteamericano

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“La política no puede restringirse a ordenar los intereses nacionales, sino que está obligada a proyectar una gobernanza global para atender equitativamente los intereses colectivos.”

 Leonardo Boff


La fresca tarde primaveral aplacaba a los vientos boreales desconcertados por la polución ambiental que invade a nuestra pachamama. Me dirigía a un parque para realizar mis ejercicios diarios y pensaba en el noticiero matutino de CNN (versión en inglés) que atiné a sintonizar por mi terquedad de encender la televisión, otra fuente de polución moderna. La nota positiva fue que la escena a dos tiempos sirvió como preámbulo a este artículo.

 

En la primera escena tres presentadores de una revista matutina, dos en un estudio, y el otro en un lugar remoto, conversaban libremente sobre la situación económica de los Estados Unidos de América. Sin ningún tipo de argumentación expresaban que la situación en el país no estaba tan mal como parecía, especialmente cuando se comparaba con otros países Europeos. El único indicador que usaron para esta afirmación fue el hecho que el porcentaje efectivo de impuestos sobre la renta del   contribuyente en el intervalo considerado clase media, es mucho menor que el de Bélgica, Alemania, Dinamarca y otros.

 

Acto seguido pasan a transmitir un reportaje sobre el autismo en Norteamérica y presentan un caso de una familia de clase media combatiendo la condición de su hijo, diagnosticado con un autismo severo. El problema fundamental eran los costos médicos y aunque tenían una   póliza de salud generosa, la deuda familiar ascendía a más de doscientos mil dólares por concepto de costos no contemplados en un documento repleto de cláusulas salvajes, además que la terapia indicada era impenetrable a sus bolsillos. Concluye este reportaje señalando que la familia estaba por perder su vivienda por haberla hipotecado en varias ocasiones para cubrir los gastos médicos, rematando que de no encontrar una solución tendrían que mudarse con sus padres a finales del mes. Cuando el reportero regresa el pase al estudio, solo se atinaba a ver unas caras reporteriles plásticas apiadándose de la situación y comentando “Qué Problema”.

 

Este antagonismo refleja uno de los tantos que vive la sociedad norteamericana  producto de un sistema capitalista cada vez más disfuncional. Esto puede parecer exagerado para muchos o alimento para un debate político-económico descomunal, pero intentaré soltar algunas ideas con óptica de ingeniero acucioso, cotejando cifras y hechos que sustentan el elevado índice de desigualdad.

El paradigma de los mercados está en la mira, no solo en la dimensión académica sino por las evidencias de sus demoledoras consecuencias. A diario nos enteramos que la irresponsabilidad del sector privado, en especial los Bancos, que sin la ayuda gubernamental hubiesen hundido el entramado económico por la avaricia y la utilización a conveniencia de las ventajas del sistema. Esta religión y modo de pensamiento tiene su punto de partida a finales de la década de los 70 cuando se suplantó el pensamiento Keynesiano  por prácticas económicas denominadas neoliberales, orientadas a la reducción del estado interventor y desregularización sustancial de la economía[i]. En la actualidad es irrefutable el hecho que los mercados no han logrado cubrir las demandas de la pobreza, promover el desarrollo de países en desventaja, como los africanos, disminuir el desempleo y mejorar el cuido del medio ambiente entre otros.

 

La desigualdad en Los Estados Unidos ha ido aumentando exponencialmente en las últimas tres décadas. La manifestación más visible es cuando se revisa el umbral enorme en la distribución del ingreso entre el 1 por ciento y el 99 por ciento de la población[ii]. Atomizando aún más este dato vemos que el 0.1 por ciento del 1 por ciento de la población, tienen ingresos 220 veces mayores que el promedio de ingresos del restante 90 por ciento. En la dimensión de la riqueza nacional la diferencia es más punzante, el 1 por ciento posee más de la tercera parte de la riqueza de la nación. Ahora esta ecuación no tendría objeción si los beneficios hacia la parte más grande del pastel tuviesen una correlación de crecimiento, pero desafortunadamente este no es el caso.

 

Pero continuemos con otros datos relevantes. Uno de los aspectos que más perturban al sistema es el hecho que el impacto en el ingreso durante períodos de crisis debe ser absorbido por la sociedad en general, pero solo el 1 por ciento de los Norteamericanos observaron un incremento del 93 por ciento en el 2010, comparado con el año anterior, mientras que la clase media y los pobres perdían el valor de sus viviendas por los efectos  de la burbuja inmobiliaria. La relación del salario o ingresos anuales de un Gerente Ejecutivo (conocido por sus siglas en Inglés CEO) y un trabajador promedio es nada más y nada menos que de 243 a 1. Este último dato tiene que ponderarse con el hecho de que los sueldos de la clase media se han estancado más de dos décadas. Se puede ver esto tomando otra relación dramática, y es que el 1 por ciento superior obtiene en una semana 40 por ciento más de lo que recibe en un año la quinta parte de la población, y más alarmante,  el 0.1 por ciento recibe en un día y medio lo que el restante 90 por ciento recibe en un año.

 

El problema hipotecario precipitó la crisis del 2008. Los procedimientos más básicos en materia de otorgamiento y obtención de créditos fueron violados de manera abusiva y sistemática  por parte de los bancos, quienes a través de un esquema de incentivos inadecuado manipularon el mercado a su discreción. La consecuencia inexorable, cuando la gobernanza se le transfiere a entelequias inservibles como la libertad de los mercados, fue devastadora, y la famosa frase “El mundo al revés” ( no sé si le pertenece al escritor Eduardo Galeano, pero fue de quien la escuché por vez primera) cala cuando los protegidos fueron las empresas, dejando al  ciudadano afectado y de a pie a la deriva con su morral de problemas.

 

Para ser justos en el tema hay que apuntar que estos niveles de desigualdad no solo se producen en Los Estados Unidos,           en Rusia ha emergido una clase oligárquica luego de la terapia de choque neoliberal aplicada en los años 90. La onda de privatizaciones en México después de 1992, catapultó a algunos individuos de la noche a la mañana, tal es el caso de Carlos Slim que a al momento de escribir este artículo es el hombre más rico del mundo. Los países pertenecientes al bloque OCDE[iii] registran un incremento en la desigualdad después de 1980, el umbral en los ingresos de la quinta parte de la población que vive en países ricos y la quinta parte que vive en países pobres, fue 74 a 1 en 1997, duplicando la relación en la década de los sesenta que era 30 a 1.   El juego del 1 por ciento deja claro que los ricos se hacen más ricos, los pobres más pobres y más numerosos, y la clase media, tal y como diría un gran amigo en tono oriental: << Jodida >>.

 

En lo concerniente a la dimensión de la delincuencia, el país ha experimentado una disminución  aceptable, no obstante la población carcelaria asciende a 2.3 millones de personas (1 de cada 100 adultos) representando la más numerosa del mundo y acarreando en consecuencia un costo enorme al estado además de representar un indicador indirecto del nivel de desempleo. El nivel de desempleo al 2012 se situaba en 8.3 por ciento sin considerar el impacto de la población carcelaria. La inversión del sector público, clave en la recuperación de la gran depresión y centro de la economía Keynesiana, se ha minimizado con la premisa del mercado y su mano invisible.

 

La medida del ingreso es una arista para comprender la desigualdad, pero el mismo no refleja la mengua en el estándar de vida de la mayoría de los norteamericanos. La falta de cobertura médica es un factor que contribuye en la escalada del nivel de pobreza. La esperanza de vida de Los Estadounidenses al 2009 se situaba en el puesto cuarenta, por debajo de países como Cuba. Si lo cotejamos con la dimensión del 1 por ciento se observa que el nivel de esperanza de vida es 10 por ciento menor en el estrato inferior o en el 99 por ciento de la población. Este es uno de los indicadores, pero el problema de la salud es muy visible cuando vemos lo inextricable de la ausencia de un sistema de salud público y el hecho de que más de cincuenta millones de estadounidenses no posean un seguro médico que atienda las necesidades básicas de salud. Una enfermedad puede catapultar a una familia entera al borde del precipicio. Según estudios realizados por investigadores de Harvard, los problemas de salud causan el 62 por ciento de las declaraciones de quiebra familiar.

 

El componente sanitario desequilibra el análisis y puede polarizar este escrito, pero esa insistencia malcriada existente en Los Estados Unidos de creer o hacer creer que la liberación es el eje de la democracia cae fácilmente sin hacer un esfuerzo de análisis severo. Los estadísticas de la OCDE muestran que el gasto en Los Estados Unidos en materia de salud es aproximadamente 17.7 por ciento del PIB, siendo el mayor de todos los demás países miembros, el más cercano es Holanda con el 12 por ciento. En la mayoría de los países de la OCDE los gastos de salud son financiados por contribuciones de los impuestos y seguro social, el rol de los seguros privados juegan un papel secundario. En Los Estados Unidos el sector público aporta menos del 50 por ciento al sector salud, siendo el 72 por ciento el promedio OCDE.

El llamado sueño americano y tierra de las oportunidades se ha transformado en un mito repleto de casos específicos, pero los datos no soportan la frase. Según el proyecto denominado “Economic Mobility Project”,  aquellos que se encuentran en la parte inferior del pastel tienen una alta probabilidad de permanecer ahí. Existe una correlación entre la educación de los padres y el desarrollo socio-emocional, económico y educacional de los niños. Se señala que aquellos niños pobres que tienen un desempeño académico sobresaliente tienen menos probabilidades de graduarse en la Universidad que niños ricos con un rendimiento menor. Los datos de universidades más relevantes y selectivas, muestran que solo en 9 por ciento de la población estudiantil proviene de la parte inferior-media de la población, mientras que el 74 por ciento del cuarto superior. Es difícil que aquellos que nazcan en pobreza puedan escapar de ella, los economistas llaman a esto “La trampa o laberinto de la pobreza”.

 

Otra razón que pulsa la desigualdad en el sector educativo es el hecho que en los últimos veinte y cinco años en Los Estados se ha venido disminuyendo el aporte financiero para la educación superior, por lo que los aspirantes a títulos de pregrado tienen que endeudarse prácticamente durante su vida adulta productiva. Más perverso aún es que la ley de bancarrota aprobada en el 2005 no excusa los préstamos estudiantiles en el caso de quiebra. Esto ha ocasionado el bajo incentivo de los bancos y las instituciones educativas con fines de lucro en la relación educación versus retorno. Los préstamos educativos atrapan a los prestatarios para siempre, y lo más resaltante es que se trata de Educación!. Más del 50 por ciento de la población estudiantil universitaria no se gradúa mientras en los últimos diez años los préstamos estudiantiles se han incrementado de 56 mil millones de dólares en el 2002 a 113 mil millones en el 2012.

 

Este breve recuento empírico por las claves primarias que determinan el bienestar económico pone de manifiesto una creciente desigualdad en la sociedad norteamericana, y se entrevé por las diferencias métricas y sociales entre los estratos altos, medios y bajo de la población. Se evidencia que un modelo económico con una  falta de gobernanza que no beneficia a la mayoría de los ciudadanos norteamericanos y aumenta el umbral de la desigualdad entre el tope y el resto de la población. El advenimiento del neoliberalismo privilegia a las ganancias especulativas sobre aspectos básicos de la subsistencia humana como el salario y otros, con efectos nocivos que proyectan una grieta mayor para el año 2050.

 

En su mensaje anual al congreso en 1935, El Presidente Franklin D. Roosevelt enfatizó que la excesiva libertad de los mercados fue la causa de los problemas socio-económicos de la depresión del 30, y señaló: “Los estadounidenses deben renunciar a la concepción de la adquisición de la riqueza que, a través de beneficios excesivos, crea un poder privado indebido”.


aperezy

 


[i]  Alfredo Pérez, Una breve visita al neoliberalismo, 2009

[ii] Joseph Stiglitz, The One Percent´s Problem. Vanity Fair, 2012

[iii] OCDE: Organización Para la Cooperación y Desarrollo Económico

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