«Proponen controlar compra de comida usando la cédula»
Ante una noticia como ésta caben dos actitudes, una: «no, vale, yo no creo», y dos: «el venezolano no lo toleraría» o «el venezolano es demasiado indisciplinado para eso» o cualquier variante. Yo les digo simplemente: esa propuesta reseñada por dicha noticia es solo el paso lógico de una secuencia automática. Y todos somos cómplices de activar y mantener esa secuencia, el poder por acción, el resto de nosotros por omisión.
No tenemos una cultura de temor hacia el poder (político); creemos que el poder es una herramienta «neutra», que solo tenemos que preocuparnos de que quien lo posea sea «virtuoso» y lo demás será coser y cantar. Y esa falta de cultura sobre la naturaleza del poder llega a extremos mórbidos: aún en casos donde quien ejerce el poder no es para nada virtuoso, igualmente estamos dispuestos a darle mas poder si con eso creemos que nos beneficiaremos. Ilustrémoslo: Ante el alza de precios, aún la misma oposición grita desesperada pidiendo controles. Aquí a la ignorancia sobre el poder se une la ignorancia sobre economía; se ignora de la manera más patética que 1) el alza de precios es consecuencia de la inflación y no la causa, y 2) que la inflación es un fenómeno netamente monetario y, por lo tanto, que solo puede causarlo quien tiene el control sobre la emisión de dinero. En este caso, en lugar de exigir que cesen las causas (emisión de dinero inorgánico) eximimos exigimos ¡controles de precios!, ¡mano dura contra la especulación!
Como no se está atacando la causa del problema, el problema se sigue agravando. ¿Y qué pedimos? ¡Más controles de precios!, ¡más mano dura contra la especulación! ¿Notan el patrón? Ante la perspectiva de que el problema se haga inmanejable surjen las «soluciones» geniales como la que encabeza este texto; y lo peor es que suena «razonable», ante un problema de tal magnitud esa «solución» parece el mal menor (por supuesto si desconocemos la causa real). Pero el problema de fondo, no son las soluciones equivocadas, sino que en el proceso le hemos estado dando un poder gigantesco a una serie de personas tan falibles como cualquier otra; y ese poder, tarde o temprano será usado para cosas que nos parecerán intolerables; pero entonces, ¿con qué nos opondremos a ese poder? Lo cedimos todo a cambio de una solución incierta y de pronto nos encontramos indefensos ante cualquier abuso que provenga de ese poder.
Por lo mismo debemos oponernos ante esas «soluciones» aunque parezcan solucionar algo en el corto plazo y debemos oponernos con fuerza demostrando su inutilidad y su complicidad en la construcción de un poder desbocado. No podemos dar poder al poder porque éste no solo es una herramienta sino un fin en sí mismo, que se autoalimenta. ¿Significa esto que debemos resignarnos y aceptar, por ejemplo, la inflación como una fatalidad? Claro que no, lo que debemos hacer es dirigir la indignación y los reclamos a los responsables directos para pedirles la corrección de las causas REALES. De lo contrario terminaremos racionados (¿qué otra cosa es comprar por número de cédula sino una libreta de racionamiento) y marcados como ganado:
Bueno, al menos sería mas eficiente que estar marcando el numero en el brazo de la gente que hacía cola por comprar harina pan.
Como decía Foucault, «el poder no se detenta, se ejerce». Por ello es naïf votar o aupar opciones que restarán poder al poder. Estas no existen: el juego (al menos en Venezuela), parece ser llegar al poder para seguir utilizando el poder, jamás para desmontarlo, desmantelarlo y transferirlo a la gente.
Ese fue, en algún momento, la propuesta de Chávez, que no era más que un canto de sirena para neutralizar a los anarquistas. El que crea que un *militar* va a aceptar que las bases gobiernen y tomen decisiones es un ingenuo, por decir lo mínimo.
Coincido completamente con el artículo, aunque me pregunto (y creo que lo hemos conversado antes), qué métodos de presión y lucha le quedan al ciudadano imbuído en la lógica del PetroEstado. En otros países, bastaría con una rebelión taxativa para dejar al Estado desahuciado, ya que el poder *lo detenta* el ciudadano, quien paga sus impuestos y nutre así al Ejecutivo.
En Venezuela, el ejecutivo ya tiene el dinero. Le basta con hacer un «waiting game», como hizo Tatcher con los mineros o Chávez con Franklin Brito (o Sarkozy con la reforma del retiro, etc.), para ganar.
Saludos,
V.
a pesar de que no se porque imagen no es relevante para una discusión sobre el control de la población, supongo que me lo tengo merecido los negativos por no especificar que yo no estoy de acuerdo y que iba en broma (la ley de poe hace de las suyas otra vez)
@vinz: Preguntas sobre los métodos de presión y lucha para combatir el poder. Realmente, no se; el mundo de la táctica política no es mi fuerte, pero gracias a la «división del trabajo» puede esperarse que surja quien proponga eso.
Por otro lado, cuando las personas sienten un ataque directo, logran retrocesos en políticas de este tipo. Hará uno o dos años, cuando se discutía la ley del trabajo, se filtró (?) que las prestaciones no estarían en fideicomisos privados como hasta entonces sino que pasarían a manos del Estado. El resultado fue un retiro masivo de las prestaciones que hizo retroceder o desdecirse al gobierno.
Este artículo lo escribí pensando en la clase media. Soy demasiado misiano y hayekiano y confío (quizá ingenuamente) en el «derrame» informativo de «arriba abajo». La cuestión es que en este derrame uno de los difusores intermedios, la clase media, es un coágulo que causa trombosis recurrentes. Yo me llevo las manos a la cabeza cada vez que un colega sueltas perlas del tipo «es que nadie les pone control (a esos especuladores)». Mi propuesta es que si la clase media, que tiene mayor acceso a la información y puede difundirla más -aunque sea dentro de ella misma-, deja de pensar de esta manera, se dará un paso considerable en desmontar las trampas de acumulación del poder.
Saludos.
(Aparte: ¿Cómo logran los ciudadanos de otros países (¿Europa?) librarse del IVA y de las retenciones, que son automáticas y no dependen de su voluntad de pagarlos o no?)
“es que nadie les pone control (a esos especuladores)”
Hermano, ese es el pan nuestro de cada día, no tienes idea de cuantas veces en los últimos días he escuchado esa frase de gente de clase media, sin ir muy lejos ayer mismo mientras hacia la cola en Q’ Arepa para almorzar y detrás de nosotros (iba con mi mamá) nos salió nini de esos que creen que se las saben todas más una y no entiende siquiera como funciona la ley de la oferta y la demanda.
A mi parecer das en el clavo con el drama socialista del gen proteccionista venezolano. Esta semana los anti y pro gobierno unían sus voces para regular la venta de carros usados «porque están muy caros». En el cerebro venezolano desapareció la oferta y la demanda y por supuesto la existencia del control mayor, aquel que ha, literalmente, podrido los cimientos de la economía y destruido la productividad nacional: EL CONTROL DE CAMBIO, aquel que evita que los venezolanos pasemos a producir en vez de importar, aquel que permite que la gasolina cueste 4 BsF por 60 litros y 50BsF por kilo de tomate perita «premium».
Una vez instaurado EL CONTROL, pues comienzan los controlillos, aquellos mecanismos que sirven para garantizar cosas baratas para la gente de poder y escasez para clase media y pobre.
Si el hijo de maduro va a un concesionario chino y pide cinco carros regulados, le dan los cinco a 120mil BsF por lista, se voltea y los vende a 400mil cada uno. ¿Quién le va a negar esos carros? Y cuando llegue el hijo de Petra, con dos años como ingeniero en Corpoelec y acceda su número en la lista de carros, el vendedor saldrá a decirle «flaco, te jodiste, por aquí estuvo el primer hijo!».
Los controles sólo permiten que el poderoso acceda y que el poderoso permita a quienes interesa que accedan. No hay más. Hacer el milagro de inscribir CADIVI es sólo el 10% de la tarea (y la vaina es titánica), pero el 90% restante es buscar al guisador para explicarle cómo le va a llegar la comisión pa’ que suelten los dólares.
Finalmente la «economía» venezolana obliga a aquel que quiera ejercer actividad económica a ser corrupto si desea éxito, de lo contrario será perseguido y finalmente, usando el verbo del finado destructor de venezuela «ser pulverizado».
Ya el «control» está en el cerebelo de cada venezolano y no será hasta que el petróleo caiga de nuevo a 10 USD que alguien piense en deshacerse de todo este entramado de corrupción, aceptado por una sociedad muy bruta y sorda, muda y ciega.