Ya se ha dicho antes con suficiente fuerza: la supuesta «paciencia,» el «buen hombre» en general no es más que un flojo. ¿Qué puede ser más fácil que sentarse tranquilito en el «así son las cosas» y criticar cualquier idea para cambiar, evolucionar, moverse – en fin: vivir – como de radical, idealista, querer ladillar la paciencia? Los que ladillan la paciencia son los que no se atreven a meditar sobre el por qué de lo que creen, el cómo funcionan los sistemas que nos rodean, el cómo hacer las cosas mejor de lo que lo hicieron nuestros papás.
No seas flojo, o floja, siéntate a considerar con seriedad las ideas, pasando por todos los detalles con fría honestidad. Hazlo antes de presentar o compartir tu opinión. Es simple. Si la idéa es mala, déjalo a uno hablando solo, ¿por qué pararle bola? ¿Por qué escupir veneno?
¿Es necesario de verdad dejar a gente con ideas que no entiendes sangrando en el piso? ¿No puedes retarte a tí mismo, o a tí misma? ¿Es necesario siempre pensar y hablar más duro que el otro, aunque sepas que tú no eres ningún experto, ninguna experta?
Mis panas, veo mucho veneno. Me ahogo en el veneno que usan para defenderse.
Les propongo esto: si no se te está amenazando a tí, ni a tu familia, sino a una idea etérea, no le heches veneno. Si te parece que alguien es gafo, o immoral, déjalo morir solito, ¿para qué agregar a su camino destructivo? La gente buena no le parará y la gente mala le va a parar más mientras más veneno le heches.
Vivimos en el mundo más putamente avanzado que se ha dado en la historia de todo. Comportémonos a la altura.
