Según las declaraciones del diputado Guido Ochoa, Venezuela tiene uno de los mejores sistemas universitarios del mundo. No dijo que métrica usó para llegar a tal conclusión, ni cuantos sistemas universitarios de distintos países conoce, ni cómo llegó a esta conclusión. Simplemente se limitó a enunciarlo como un hecho, amparado en el chauvinismo tan de moda estos días. Como argumentos a favor, dijo que el estado financiaba los laboratorios y que la biblioteca de la Facultad de Ciencias Forestales es una de las mejores. No sé cómo se puede decir que dicha biblioteca está entre las mejores, si casi cualquier biblioteca de una universidad mediana de EEUU es inmensamente más grande, tampoco sé en que país desarrollado el estado no financia la investigación.
Dejando de lado la ignorancia abisal, o la cara dura del diputado Ochoa, yo sí conozco a la Universidad por dentro, por lo menos a la ULA, y puedo con conocimiento de causa lo que está bien y lo que está mal. Y si bien el gobierno tiene una política deliberada de matar a las universidades lentamente, negándole los recursos que si regala espléndidamente a otros países o a los militares, si las universidades están en el estado terminal en que se encuentran, no se debe exclusivamente a la mala voluntad del gobierno. Las autoridades y la comunidad universitaria también han jugado un papel en este deterioro y decadencia que nos embarga.
No se trata de culpar a la víctima, sino de asumir responsabilidades y llegar a la raíz de los problemas. La crisis del presupuesto podría resolverse mañana, y la Universidad seguiría teniendo problemas de extrema gravedad.
No es culpa del gobierno que, mientras los preparadores tienen sueldos miserables y los comedores universitarios sirven comida de ínfima calidad, las autoridades disfrutan de vehículos último modelo para su desplazamiento comprados con recursos de la Universidad. Esta fue la realidad que vi con mis propios ojos en mi paso por la Universidad. ¿Por qué un vicerrector necesita una camioneta último modelo para desplazarse? ¿Por qué no le sirve un Corsa?
No es culpa del gobierno, que mientras en la Facultad de Ciencias los laboratorios no tienen material de vidrio los y que los estudiantes deban usar frascos de compota y frascos de mayonesa para realizar sus experimentos, en la misma facultad se cambiaron los pisos de cerámica existentes, en excelente estado, por pisos de granito, absolutamente innecesarios, costosos y que ya estaban agrietados menos de un año después de su instalación. ¿Tiene la culpa Nicolás Maduro que las prioridades de las autoridades sean la estética del piso y no las condiciones de trabajo en los laboratorios? ¿Quien se llevó el millonario contrato de la «reparación» del piso?.
No es culpa del gobierno que rutinariamente las clases en la Facultad de Ciencias de la ULA hayan sido interrumpidas, por años, por el estruendo proveniente de diversas fiestas, paraduras y hasta concursos de belleza en medio de horas de clase. No es culpa del gobierno que estos eventos sean usados para la compra de votos estudiantiles. No es culpa del gobierno que el tráfico de influencias y la impunidad sean tan grandes en la ULA que un profesor puede robar a la Univerisdad, simulando que se va de postgrado al exterior y cobrando su sueldo en Euros mientras no hace absolutamente nada y se le permita seguir en la universidad. No es culpa del gobierno que ni siquiera se haya propuesto su expulsión como sanción, ni tampoco es culpa del gobierno que los representantes estudiantiles ante el consejo no hayan salvado su voto y hecho constar en agenda su oposición a esta estafa (chavistas incluidos, cabe destacar). No es culpa del PSUV que a un profesor con múltiples denuncias comprobadas de acoso sexual, se le permita seguir enseñando como si nada. No es culpa de la mayoría oficialista en la Asamblea que un estudiante agreda a otros estudiantes y profesores físicamente, pero si pertenece al movimiento estudiantil correcto, no sea sancionado.
¿Es culpa de Cilia Flores, o de Andrés, «la hiena» Izarra, que el desafortunado slogan «Nixon somos todos» haya sido la cantinela de la ULA por largo rato? ¿Firmó Chávez el título del acto de grado extraordinario de Nixon Moreno? Nada de eso. Asumamos nuestro barranco. La Universidad acá no es la casa que vence las sombras. Bajémonos de nuestro tronito de superioridad moral y admitamos que la universidad está tan podrida moralmente como el resto del país. Es insultante para todos aquellos estudiantes excelentes que se ponga de ejemplo universitario, de modelo a seguir a alguien que tardó más de 12 años sacando una carrera que se puede sacar en 4 años y medio. Sí, tiene derecho al debido proceso, sí, se hizo una cacería de brujas en su contra, pero eso no lo convierte en modelo a seguir. Más aún en una universidad que da más importancia a sus atletas que a sus mejores promedios.
Me duele profundamente esta situación. Me duele que el trabajo de profesionales excelentes quede manchado por estos vicios, que les toque no solamente un salario miserable, sino desenvolverse profesionalmente en ese pantano viscoso y fétido que es la universidad venezolana. Defiendo a capa y espada el derecho a una educación gratuita y de calidad, soy hijo de la universidad pública y a ella me debo. Precisamente por eso, no puedo, en buena conciencia, dejar de escribir estas lineas. Porque la universidad no está amenazada sólo desde fuera, no sólo por el gobierno, sino desde muy adentro, desde sus cabezas más visibles. Se podría incrementar el presupuesto de la universidad 10 veces, y seguiría teniendo problemas estructurales graves, insolubles, tal y como están las cosas.
Mientras tanto, los profesores, preparadores, personal administrativo y obrero padecen no solo el odio lento y asfixiante del gobierno de milicos, amigo de los fusiles y enemigo del saber, sino la ineptitud y la corrupción de sus propias autoridades, hambrientas de poder y dispuestas a caer a lo más bajo con tal de asegurarse unas elecciones. Me ha hecho llorar el conocer la situación actual de ex compañeros de clase, gente inteligente y tenaz, reducida casi a la miseria, a pesar de haber conseguido lo que todos soñábamos a los inicios de la carrera, el saber que mis antiguos profesores, quienes me guiaron, me instruyeron, me dieron el ejemplo y muchas veces, hasta me mataron el hambre, hoy pasan por una situación difícil que nunca imaginaron. El gobierno quiere destruir a la Universidad, eso está claro. Pero, lo más triste acá, es que la misma Universidad le pone las excusas en bandeja de plata y ni siquiera por instinto de preservación ha sido capaz de eliminar sus vicios. Si no es capaz de corregirse incluso en esta situación, ¿Mejorará en circunstancias políticas más favorables? Lo dudo mucho.
La salvación de nuestras universidades no depende sólo de un presupuesto justo y adecuado, sino también de muchísimos cambios a todo nivel, cambios duros y que no convienen a mucha gente. Cambios que no serán efectuados y que no son populares políticamente, ni dentro ni fuera de la universidad. Es necesario analizar el rol de la universidad en la sociedad, ver hacia donde queremos ir y si la organización y recursos actuales nos permiten llegar a esa meta. La autonomía no puede seguir siendo excusa para la corrupción, el despilfarro y el uso de la Universidad y sus recursos como plataforma política.
Espero vivir para ver no sólo la caída de este gobierno abusador, autoritario, corrupto y comandado por cretinos, sino para ver que la universidad mejore y cumpla su rol, sin alimentar corruptos y parásitos, sino enfocándose en generar y esparcir el conocimiento, en investigar y agregar valor, en solucionar los problemas del país y contribuir a un mundo mejor, más allá de ser una máquina de crear títulos legitimadora de la mediocridad.