Las Fuerzas Bolivarianas de Liberación publican nuevo comunicado, donde hablan de las contradicciones del proceso y consideran a los miembros de la oposición como objetivos militares de su «marco situacional».
Así, el movimiento guerrillero venezolano aflora todos sus complejos y problemas.
Por instantes, mueve a la risa involuntaria el porte de estatuas de los dos encapuchados, armados hasta los dientes. Uno intenta mantenerse erguido con pose de Rambo.
Al otro le fallan las piernas, de vez en cuando. Para suavizar y humanizar el mensaje, una chica lee el parte de guerra con una voz monocorde y burocrática de presidenta del CNE, a lo Tibisay Lucena.
La revolución nos quiere convencer de su corrección política, del caracter «incluyente» de su tropa de élite.
Mientras tanto, Ministros y Jerarcas aseguran haber descubierto el último plan magnicida de la Mesa Unidad, al desactivar una nueva célula de paramilitares comedores de cachitos y bebedores de jugo de cartón.
En el doble rasero del gobierno, existen las fuerzas irregulares malas y las buenas. El FBL formaría parte del segundo grupo.
A sus integrantes les permiten pontificar y sacar sus videos, para amenazarnos e intimidarnos, aunque el esfuerzo es inútil.
El montaje se cae por su propio peso y parece una parodia de las arengas y los burdos llamados a la paz de ETA. De seguro, la izquierda cursi y progresista del país debe avalar el surgimiento de facciones de orientación marxista en Venezuela.
Sienten nostalgia por la época de oro del Ché, las Farc y las cruzadas terroristas de Carlos.
Pero todo es una chapuza, una mascarada, un carnaval para dinosaurios inmaduros.
Es uno de los lados oscuros de la gestión oficial. El rostro del fascismo de los colectivos urbanos y rurales, pagados con nuestro dinero.
Con videos de guión rebuscado, justifican su gestión y piden más plata.
Es parte de un trámite, de una transacción económica, como su industria del secuestro y la vacuna.
Son las remoras y parasitos del paternalismo demagógico.
Idénticos a Mario Silva, pero con pasamontañas.
Mutaciones criollas del Subcomandante Marcos, después de la quemazón ideológica de la Quinta República.
Un chiste repetido.
Hoy en día, solo me vacilo las capuchas de Pussy Riot.