Propongo una lista de materias pendientes y temas discutibles, para ver si los toman en cuenta a la hora de organizar y programar los Festivales de cine en Venezuela. Son diez puntos soltados como un mensaje dentro de la botella. De repente llegan a su destino y podemos iniciar un intercambio a distancia.
1) Un Festival de Cine debe establecer algún tipo de filtro. No se puede incluir a todo el mundo. Un Festival de cine no es un espejo o un vertedero de la cartelera nacional. Su misión es jerarquizar y arriesgarse a establecer un canon, así sea equivocado. Luego la gente tendrá ocasión de someterlo a debate. Es parte del juego.
2) Si a usted lo contratan como jurado, pues haga su trabajo. Vea todas las películas de la competencia, tome nota de cada una de ellas y busque la manera de distinguir el grano de la paja. No coja usted el camino fácil de declarar desierto un concurso. Es poco original y el que queda peor es usted con sus aires de superioridad intelectual.
3) Abra un espacio para el desarrollo del pensamiento crítico. Todo lo contrario al club de amigos por siempre de «Juntos pero no Revueltos», donde al menor asomo de resistencia ponen mala cara y adoptan poses de divo incontestable. Como realizador y productor, reciba las críticas con humildad. A lo mejor lo ayudan a depurar su trabajo.
4) Evite conflictos de interés. Si usted es patrocinante del Festival o amigo del jurado, absténgase de participar. Menos de aceptar un premio o galardón. Enseñe con el ejemplo.
5) Prescindamos de actitudes y conductas mediocres, como hacer todo por intercambio, ahorrarse plata para metérsela en el bolsillo y ser mezquino con sus invitados. No sabotee las películas de un director incómodo o ajeno a su rosca. No favorezca la proyección de las piezas de sus incondicionales. No utilice la plataforma de un Festival, subsidiado por el estado, para concentrar poder y sobrevalorar su imagen. Usted dispone de fondos públicos. Por tanto, administre el dinero con conciencia y ética. De lo contrario, cometerá usted un acto de corrupción cultural. No haga una fiesta de cierre de Festival en un lugar incoherente y grotesco, con caballos de paso, mientras se reserva una mesa para caerse a palos con sus amigotes de gratis, excluyendo a los demás y condenándolos a comprar tickets para comer choripanes y beber curda. Un Festival no es una verbena. Sus invitados no son estudiantes. Ustedes no son profesores con gastos pagos y privilegios de zona VIP. O es cerveza para todos o Etiqueta para todos.
6) No reparta premios de consuelo y de forma políticamente correcta, para quedar bien con todo el mundo. Los premios no son para consagrar cosas infumables e inaceptables. Los premios valoran la sensibilidad, el rigor y la identidad de un autor.
7) Un Festival sin ruedas de prensa y acreditados internacionales, no existe. A los periodistas se les debe extender una invitación y tratarlos con el respeto de un director. Así es en todo en el mundo, menos en Venezuela. Olvídese de discriminar a periodistas incómodos. Diseñe secciones paralelas, muestras alternativas y selecciones raras. Busque la forma de incorporar a gente invisibilizada por el sistema. Chicos pobres de las comunidades, jóvenes outsiders, autores malditos, talentos anónimos y desconocidos. Por ejemplo, dedíquenle una restropectiva a Andrés Duque, quien a cada rato nos representa afuera y sale en Cahiers Du Cinema. Bríndele apoyo a la generación de relevo de animadores y documentalistas. Rompan de una vez por todas con la necia diferencia o barrera entre la ficción y no ficción. Ya pasó de moda.
9) Recuerde invitar a tres o cuatro figuras internacionales de renombre. Pero no a tipos quemados o equis en la vida. Busque cineastas en ascenso con roce en Festivales de alta categoría.
10) Un Festival no es un asunto de una élite, de un partido, de un cogollo inamovible. Usted es un facilitador de recursos ajenos. Honre a la ley, el estado de derecho y la constitución vigente. Comparta su información con transparencia. Procure hacer auditoría y controlaría social. Deje los complejos y las poses para la casa y la intimidad. El Festival no es su caja chica. Si usted es un completo ignorante y no sabe de cine, ponga su cargo a la orden y no engañe a los demás. La falta de conocimiento se detecta a leguas. Por tanto, no le recomiendo coger el micrófono para llevarse el protagonismo, diciendo burradas en tarima. Descartemos practicas vencidas y conuqueras de una rancia tradición provinciana y caudillesca. Democraticemos y expandamos los límites. Prohibamos la censura y la complacencia con la banalidad, con la frivolidad.
Un festival es también la oportunidad de evaluar los contenidos para elevarlos. Un Festival no es un remake fallido del premio Ronda, un vulgar refrito de los Premios Pepsi, para darle palmaditas en la espalda a quien no lo merece.