Acompañada del señor Gustavo Valle, comienzo una nueva serie dentro de los ejercicios a 4 manos, esta vez sobre el amor. El juego va como el de la belleza, tratar de nombrarlo pero sin decir la palabra.
Gustavo: 1,2 y 3
Me: I, II y III
1.
Ella era la mujer más arrebatadoramente hermosa del planeta. Su estatura nunca fue un problema para mí pues siempre me procuré mujeres más altas que yo. No solo más altas, también más inteligentes, más trabajadoras, más independientes, más talentosas. El psicólogo una vez me dijo que de esa forma yo me garantizaba permanecer eternamente niño. Falso. Que yo proyectaba a mi madre en las mujeres que elegía. Falso. Que yo requiero de un refugio donde guarecerme en vez de proporcionarle un refugio a mi pareja. Falso. Absolutamente falso. Psicólogos miopes. Psicólogos tendenciosos. Yo me hice escritor, entre otras cosas, para desmentirlos.
I
Tenía 12 años, y en la tienda de un museo veo algo que me deslumbra. Un afiche, la foto más previsible y usada y repetida de Einstein, y abajo, en times new roman decía: “Gravitation is not responsible for people falling in love”.
Me golpeó, y después entendí, mucho después. En esta imagen/moviendo que tienen quienes hablan inglés para decir que se enamoran o se desenamoran, entendí otra dimensión del rebote. Cada lengua tiene sus metáforas afortunadas…
Ésta resulta sublime.
Ellos caen en el amor, y también salen de él. Caen y salen, como si tal cosa, algo admirable y a la vez práctico.
Fall in and out of love.
Qué cracks.
Es como un trampolín, como una cosa elástica donde tú rebotas y caes, y tal vez no vuelves a subir.
Nosotros nos enamoramos en español: No caemos, ni salimos, ni brincamos, ni rebotamos de nada, no hay el vacío del vacío, no lo presentimos con la palabra. Nos agarra como una gravedad diferente, más estática, enamorarse es un color.
Todo es un desastre épico, multicolor, medieval
Pero está bien, nuestro desastre es tan digno y fatal como el de cualquier otro.
2.
Para escuchar a un niño hay que quitarse el chaleco de ideas fijas, que son casi todas las ideas de un adulto. Ablandar las orejas para absorber sus palabras como si fueran vitaminas. Yo sugiero tomar esas palabras en la mañana, durante el desayuno, cuando el niño, todavía somnoliento, nos cuenta sus sueños. Advertencia: los sueños de un niño son metáforas vivas, bombas-abre-cráneos. Si un niño le cuenta sus sueños y usted le presta la debida atención (esto es: escucharlo de la misma forma que a un oráculo) su día comenzará no sé si mejor, pero sí menos previsible. Recuerde: para escuchar a un niño hay que deponer las armas. No es suficiente escucharlo solo con los oídos. Hace falta abdicar. Y quien abdica nunca pierde.
II
En estos días disertaba sobre la “mecánica del crush”. Es la simple lógica de las estrella contra el asfalto. O mejor dicho, no hay lógica en la “lógica del crush”.
Otra vez viene el inglés a salvarnos: “crush” es “choque”. El choque sucede y tú no sabes nada, eso es, estás aturdido, pero al igual que la música, el golpe no duele. El choque es caprichoso e intenso, silente, tonto, ingenuo, bello y gallo, desastroso, y burda de hechicero. Llámalo brujería.
Y entonces, algunos responsables del “crush”, empiezan a sacar sus exactos, y sus trasportadores, y sus reglas, y sus calculadoras, para medir o descifrar el “crush”.
Idiotas, no han entendido nada
Es una belleza hoyo negro que se traga todas tus aspiraciones, y deseos y sueños sobre un mundo inventado a una velocidad pantera. Es suspirar de la simple y pura belleza que irradia alguien.
Quienes han tenido un crush entienden cuando alguien te dice: “You had me at “hello”
Los crushers somos legión y se los voy a demostrar
3.
La rubia ronroneaba a mi lado junto al porro, la cerveza y las cotufas. Estábamos sentados en la parte de atrás de mi Fiat Spazio, ese chez longue de los noventa. La voz de la rubia (o eso que recuerdo como si fuera una rubia) salía por la ventana para trepar el empinado cerro de Los Naranjos. No recuerdo los besos (¿hubo caricias, pellizcos, toqueteos?) Tampoco recuerdo quién era la rubia (¿Sara, Sonia, Gaby?) No alcanzo a visualizar, por ejemplo, el color de sus ojos o el perfil de su cuello que también trepaban por aquellos cerros rumbo a El Hatillo. La verdad no recuerdo casi nada. Quizás porque era una noche oscura. Quizás porque tengo muy mala memoria. Quizás porque yo estaba solo en aquel autocine ya desaparecido, acompañado de porro, cerveza y cotufas, pensando en la rubia.
III
Craigslist es la página de clasificados web más importante de los Estados Unidos. Cada ciudad tiene su Craigslist, y cada Craigslist tiene su sección de missed connections. Las conexiones perdidas surge como una necesidad de reunir en un solo lugar, clasificados que se hacían cada vez más frecuentes en una plataforma libre como Craigslist, donde se puede publicar cualquier cosa. Cada mes, miles de personas que tuvieron un crush en el metro, el supermercado, el gimnasio, un concierto, o cualquier lugar de la ciudad, publica un clasificado donde busca contactar a la persona responsable del crush, con la ilusión de que si fue correspondido, éste le contacte. Se trata de una segunda oportunidad para superar la timidez, revertir lo inoportuno o desafiar las probabilidades.
Por supuesto que la sección de missed connections es un lugar donde la naturaleza humana propicia un calidoscopio imposible, donde cualquier clasificado puede ocurrir, a medio camino entre lo romántico y lo escandaloso.
Por supuesto que no hay garantias, y por supuesto que ha funcionado y sigue funcionando. “La chica de la bufanda roja y ojos verdes, en la línea azul del metro, que se bajó en la estación de la calle 42” respondió a la conexión perdida que alguien le dejó esa misma noche en Craigslist.
Y aquí si pueden sacar sus calculadoras y me explican cómo llega a su destino, una botella lanzada al mar en una ciudad de, por decir algo, 10 millones de habitantes.
Recuerden que la sección de missed connections nació de una necesidad.
Recuerden que un crush es un dogma de fe