Ricardo Piglia y los escritores stalinistas

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Dice Ricardo Piglia en una entrevista concedida a El Correo del Orinoco: “Me da un poco de risa lo que han hecho” (…) “Actúan como los estalinistas: primero le preguntan a una persona lo que piensa y después se deciden a leerla” (…) “El mundo cultural y el mundo político tienen lógicas distintas. No podemos trasladar de una manera directa y mecánica las oposiciones políticas a las posturas literarias”.

Se equivoca Piglia, y se equivoca en grande.

Lamentablemente la discusión sobre si es correcto o no participar en los eventos/premios del estado siempre queda reducida a un asunto “ideológico”, entre “artistas escuálidos” y “artistas del proceso”. Pero se evade el tema verdaderamente importante, y es que se trata de un asunto ético. De responsabilidad ética.

El problema en Venezuela no es que hay un gobierno malo o incompetente, es que hay un gobierno de tendencia autoritaria, un gobierno no democrático que por respetar ciertas formalidades institucionales no puede etiquetarse como una dictadura clásica (si lo fuera este texto no existiría), pero que en la práctica casi lo es. Un gobierno que ha perseguido el pensamiento, que ha encarcelado personas por su forma de pensar. Y esto ha sido patente en el ámbito de la cultura, donde reina la autocensura, la persecución y la exclusión.

En 2004 muchos de mis mejores amigos fueron despedidos de su trabajo por aparecer en la maldita lista Tascón, todos trabajaban en las instituciones culturales del estado, en la cinemateca y en los museos. Hoy la gran mayoría vive afuera porque no se les dejó trabajar en paz en su país, porque aquí les exigían ponerse una franela roja y meterse su dignidad por el culo. Muchos optaron por el difícil camino de revirarle a eso, y tuvieron que pagar las consecuencias. Y eso por sólo citar un caso. Podríamos estar horas enumerando los casos de exclusión, de censura, de persecución. Todos ejecutados de forma solapada, respetando ciertas formalidades, escudándose en eufemismos, con todo ese lenguaje políticamente correcto que dice “no censuramos la obra, sólo le impedimos competir afuera”, “no la despedimos de La Villa del Cine, sólo dejamos que se le venciera su contrato”, “no censuramos la película, sólo le pusimos un cortometraje como prólogo para ‘orientar’ al público”. Un lenguaje y una actitud de cobardes, de pusilánimes. Un reino de lo políticamente correcto, el reino del eufemismo y de la agresión solapada.

Con toda razón Enrique Krauze lleva rato diciendo, a quienes en el exterior no entienden cómo se habla de dictadura pero existen elecciones y todos participan, que al chavismo hay que calificarlo de neo-autoritarismo y no de dictadura abierta, solo así se pueden exponer de forma correcta los mecanismos que, sin acabar con la formalidad democrática, disminuyen nuestros derechos cada día.

Y para probarlo, basta ver la reacción de esta gente cuando un artista cuyas posiciones políticas han sido contrarias al gobierno accede a ser parte de alguno de sus eventos. Siempre los exponen al escarnio y la burla: “Vean, sí somos incluyentes, fulanito estuvo aquí sentado una vez”. Esta humillación stalinista (aquí el término sí es correcto) es similar al tipo que le pega a su esposa pero no le toca la cara, y luego la exhibe ante otros: “Véanle la cara, ¿le ven algún golpe, ah?”. Es humillante y denigrante. A veces quisiera que el gobierno venezolano se dejara de amagar inclusiones y de tanto lenguaje políticamente correcto y dijera sin rubor, al estilo Lina Ron: “sí chico, excluimos a quien nos da la gana, ¿y qué?” Al menos, todo sería más fácil, podríamos llamar a las cosas por su nombre y dejarnos de pendejadas.

Entonces, hay que decirlo: todo aquel que decidió abstenerse de participar de concursos y actos del estado no es un intolerante que no sabe convivir con artistas del chavismo. No es que “¡Ay! estos amigos artistas de la derecha y el antichavismo no quisieron venir cuando los invitamos con nuestro espíritu inclusivo. Es que son unos intolerantes que llevan su ideología al extremo”. No, no, no y mil veces no. En Venezuela no hay un problema ideológico fruto de una discusión democrática como en cualquier país normal, hay un estado que pisotea nuestros derechos y que ha convertido las instituciones culturales públicas en centro para la exclusión y la persecución, y algunos consideran poco ético ser parte de sus actividades, aunque eso no les impida tratar cotidianamente con personas que piensen distinto a ellos.

Yo, por ejemplo, tomé desde hace rato la decisión de no ser parte de nada de Monte Ávila, El Perro y la Rana y afines. Tenía un proyecto documental, y decidí no inscribirlo en el CNAC ni en ninguna institución estatal. Es muy duro eso, porque parte de la política del estado ha sido ir asfixiando los espacios privados y en algunos casos hacerlos desaparecer. Esto lo va dejando a uno con pocas opciones y poco espacio para maniobrar, hay una recesión enorme en el ámbito cultural privado y, al final, a muchos no les queda otra que meterse la ética en el bolsillo e irse a las instituciones excluyentes, aunque no compartan sus políticas. Es algo muy triste y muy jodido. Yo prefiero no lograr nada, a lograrlo vendiendo mis principios a esta gente. Lo siento, pero no puedo ser parte de las instituciones que tienen a muchos de mis amigos comiendo mierda en el exterior, y a otros comiendo mierda en Venezuela.

Hay buenos amigos, gente buena a la que respeto que sí es parte de esas cosas. Ellos saben, porque lo hemos hablado mil veces en privado, que esto no es un asunto personal contra ellos. Si alguien no considera antiético ser parte de las instituciones que practican una represión solapada, pues adelante; yo no pienso igual. Porque, además, desde hace rato en Venezuela se borró la frontera entre Estado y Gobierno, y eso es muy grave.

Nunca me ha parecido gran cosa la obra de Ricardo Piglia. Hace un año le comentaba a una amiga, quien me recomendaba fervorosamente Blanco Nocturno, que luego de leerla me había aburrido bastante y que no entendía por qué había ganado el Rómulo Gallegos, sobre todo después de leer varias de las novelas finalistas. Lo mismo me pasa con el resto de su obra. Pero, eso sí, sé distinguir a un escritor meritorio como él de un disfraz. Aunque no me guste, entiendo que una cosa es Ricardo Piglia y otra es William Ospina, por decir algo. Y precisamente por eso, lamento mucho que alguien de su estatura intelectual se preste para referirse a unos escritores como stalinistas (nada menos) sólo porque se negaron a ser parte de una fiesta convocada por el gobierno. ¿Se atreverá a decirle algo similar a Javier Marías por haber rechazado un premio del estado español?

Qué lástima las consideraciones de ese señor.

14 Comentarios

  1. Tienes razón en todo. Incluso, la situación es más preocupante de lo que dices, porque los del bando antichavista que aspiran a los cargos culturales son tan sectarios como los que los ocupan ahora, y además vienen con el resentimiento de haber sido excluidos durante tantos años.

    No creo que el problema tenga que ver con la ideología. Los empleados culturales no tienen ideología: tienen amigos. Cuando cambien los empleados, cambiarán los amigos y te aprobarán el proyecto, dejando a otros por fuera. Anteponer la amistad es una virtud desde el punto de vista humano, pero es también lo que les impide a nuestros funcionarios hacer una buena gestión.

    Saludos.

  2. Siempre he denunciado esto, la discriminación ideológica. Cuando lo discuto con mis amigos chavistas estos alegan: “Eso pasa en todos los gobiernos.”

    No sé, como la pasaron los artistas opositores al binomio adeco-copeyano. Pero en todo caso, le reitero a mis amigos chavistas: que eso no debió, ni debe, ni debería suceder. Entonces se burlan de mi alegando: “Si, ¿y quién va a acomodar esto? ¿Quién va a impedir que voten a los empleados públicos cuando llegue un gobierno nuevo? ¿Quién te asegura que en el futuro no habrá retaliaciones para los artistas chavistas? Nosotros lo hacemos, y a nosotros nos lo harán.

    No se trata de que si en el gobierno adeco-copeyano botaron al mayor número de personas de la cultura, o si fue en el gobierno de Chávez que votaron al mayor número de personas relacionadas a la cultura. Es que no debería pasar algo así. Lo ideal sería que en ningún gobierno suceda. ¿Y cómo se logra esto? si existe una mala costumbre, que si pude ver antes de Chávez, la cual creo que todos saben aquí: en el gobierno adeco salen todos los copeyanos, y cuando ganen los copeyanos salen todos los adecos. Esa mala costumbre la aumentaron los chavistas.

    Puede ser que en el futuro aparezca un gobierno democrático. ¿Aunque esa democracia, esa tolerancia se establecería también en las instituciones? ¿De qué forma se puede evitar, o minimizar esto? Si cuando un gobierno gana, lo más que puede hacer un ciudadano, o un crítico es casi que dedicarse al ciberactivismo.

    Debería existir algo, un mecanismo de auto-defensa para todos los empelados públicos. Al verse todos afectados, tanto un bando como el otro bando una vez que sus dirigentes no estén en el poder, deberían buscar y proponer soluciones. Es importante la solidaridad.

    Si alguien necesita apoyo, lo más lógico es que un gran sector de la sociedad esté dispuesto para ir en su ayuda, y acompañarlo a protestar de forma pacífica. La fuerza reside en el activismo.

    Como todo curioso, al escuchar que en los consejos comunales se le daría atención a la cultura, me colé en varias reuniones para observar de qué se trataba la vaina, hasta que un día empezaron con la mariquera que si yo era escuálido. No volví más.

    Y de eso se trata: para ellos somos unos huérfanos de ideología, ellos se ponen todos los nombres que les da la gana: bolivarianos, revolucionarios, zamoranos, socialistas, chavistas, etc.… y a nosotros los opositores nos humillan con escuálido y majunche. Nos votan del trabajo, y nos tenemos que ir con el rabo entre las piernas, fuera del país, o peor, dentro del país y mas humillado. Si los enfrentas ellos tienen al Che Guevara que te lo escupen en la cara, nosotros como unos pendejos tratamos de defendernos con un Gandhi, un Mandela, damos risa, y fingimos no darle importancia. Como si para quitar al dictador Pérez Jiménez, hiso falta un Gandhi o un Mandela.

    Ellos tienen un mercadotecnia ideologica, incorrecta si, pero en nuestra honestidad hemos fracasado en darnos a respetar con una mercadotecnia ideologica necesaria para captar a las masas. Si inisten en declararse: Centro-progresista-conservador-liberal… Le dajaran el paso abierto a toda mercadotecnia ideologica que los aplastará una y otra vez.

    La pelea es dura, no se gana con un buzón de quejas. La lucha contra la discriminación en las instituciones públicas se gana desde la calle, y ya lo he dicho mil veces, menos computadora y mas activismo, mas calle.

    El mayor aporte que podemos hacer será el de unir a opositores y chavistas, para que defiendan el derecho a trabajar libres de injusticia laboral. Afectados son todos, cada vez que cambien un gobierno.

    Mis amigos chavistas saben que se acerca el fin, Maduro está acabado. Saben que en el 2018 gana la oposición y saben que muchos chavistas no la van a pasar tan bien en un gobierno de la MUD.
    Sería bueno aprovechar estos estertores para unir esfuerzos y blindar de una vez por todas a los empleados públicos.

  3. No sé hasta qué punto podría llamar «buena persona» a quién se hace la vista gorda con abusos de este estilo.

    Excelente texto, Camarada.

  4. El premio no es ideológico. Pero «Las puertas ocultas» de Oropeza difícilmente iba a ganar cuando muestra al estado policíaco cubano que ya existía a mediados de los 70 e insinúa la obsesión del gobierno cubano por meterse en Venezuela desde esa época (incluso antes).

  5. «No sé, como la pasaron los artistas opositores al binomio adeco-copeyano.»

    Mire, camarada, durante la época democrática la izquierda gozó de un ambiente pluralista siempre que se mantuviera dentro de la legalidad y no cogiera el monte con un fusil en la mano. Son incontables los profesores ñángaras que medraron años y años en la UCV sin producir un coño, a punta de clases pirateadas, y que veneraban a Marx, Engels, el Ché, Fidel… toda esa cuerda e pajúos.

    También lo que era el INCIBA, luego CONAC estaba lleno de ñángaras. Era cool decir que se estaba contra el sistema. Los artistas «comunistas» eran los más celebrados por la sociedad. Pregunte quiénes conformaban el colectivo «El Techo de la Ballena» y hallará puro zurdo de renombre.

    Si te ibas pa’l monte con un fusil o andabas matando policías en las ciudades, o poniendo niples, asaltando bancos y jodiendo la paciencia, te echaban plomo o te reventaban en los sótanos de la DISIP como a Jorge Rodríguez padre. Si te movías en el ámbito académico-cultural se te abrían todas las piernas, perdón, las puertas.

  6. Olvídenlo, los venezolanos son autoritarios por naturaleza. ¿Ustedes creen que así por nada, por pura buena voluntad, se harán buenos ciudadanos, democráticos, respetuosos de la ley? Afortunadamente no es así. Que abusen al máximo los que mandan hoy, que mañana será el turno de otros. Unos y otros van compensándose así, mientras el tiempo pasa.

    Por cierto, espero que los idealistas no se pongan demasiado furiosos cuando descubran que algún conocido suyo es en realidad un camaleón. Les aseguro que muchos pillos institucionales están con Dios y con el diablo, y ustedes ni se lo imaginan. Ahora celebran la revolución, pero cuando cambie el sentido del viento dirán que en realidad era una tiranía, a la que ellos combatieron desde adentro. Fouché vive, la lucha sigue.

    PD: Tampoco me gusta el programa de cultura de la MUD. Lo encuentro tan demagógico y chovinista como el del chavismo. En todo caso, reonozco que en una nación todavía en estado de semibarbarie e incultura no se puede aspirar a más.

  7. Aquí el problema es que la represión la tienen en la cabeza. Confunden libertad con libertinaje y cuando van a quejarse, protestar y defender sus derechos se olvidan de el de los demás, entonces, el gobierno es muy malo porque te dice que dejes vivir en paz a la otra mitad del país que no está de acuerdo con tus quejas, te pones grosero, intenso, gorila, quieres destruir porque no se hace lo que tú quieres, el gobierno ahora debe actuar por las malas, porque tú no razonas y te olvidaste de que vives con más gente que no piensa como tú, chillas y dices que fuiste una pobre e inocente víctima. Con los años, descubrirás que no estabas bien de la cabeza.

    Aquí a nadie persiguen, ésa es la mentira más grande de este país, se la repiten entre ustedes y se la creen. Conozco muchos opositores tira piedra que los enchufan en instituciones del estado y nunca se les preguntó cuántas piedras lanzaron a sus vecinos. Es más, dentro de las mismas instituciones del estado continúan en su campaña denigratoria, hacen, en muchos casos, mal su trabajo y aún así hay que calárselos porque si te atreves a despedirlos (como se haría en una empresa normal) dicen que el gobierno los persigue ¡Dios mío, pobrecitos! ¿Ustedes sabían que en algunas empresas, cuando firmas tu contrato, te comprometes a nunca hablar mal de los productos de la empresa? Claro, en la empresa privada es normal, pero papi estado me debe consentir. Malcriados es de lo que está lleno este país, todos, repletos de egoísmo quieren su pedazo de la torta, pero nadie la quiere compartir.

  8. En realidad, es una «mentira» que repite hasta el presidente, tanto el anterior:

    http://www.youtube.com/watch?v=3fFpJwoxKOI

    como el actual:
    http://www.youtube.com/watch?v=Zbc-rvxhXJs

    Por otro lado, «Confunden libertad con libertinaje» y «el gobierno ahora debe actuar por las malas» es lo más copeyano que alguien haya escrito aquí este año. Me encanta cuando los chavistas se vuelven socialcristianos rancios. Se ponen super divertidos cuando se olvidan de cómo funcionan los estados democráticos y creen que los países son empresas privadas.

    LOL

  9. «todos, repletos de egoísmo quieren su pedazo de la torta, pero nadie la quiere compartir.»

    Conozco uno así. No quiero mencionar a nadie, pero el nombre del tipo que te digo empieza por «Diosdado» y termina por «Cabello».

  10. «el gobierno es muy malo porque te dice que dejes vivir en paz a la otra mitad del país que no está de acuerdo con tus quejas, »

    Sí, debe ser eso. El hecho de que la inflación acumulada en lo que va de año ande por 25% y que solamente los alimentos hayan aumentado de precio en más de 35% no tienen nada que ver con las quejas.

    El socialismo es la religión de los carajitos mantenidos por sus padres.

    http://eldiariodecaracas.com/dinero/la-inflacion-en-alimentos-puede-superar-el-70-en-2013

  11. ¡Qué risa el chavista copeyano y el comentario del Extraterrestre (sí, claro, pobrecitos los intelectuales de izquierda en este país donde cualquier mamarracho de izquierda es tenido por un gran autor, así no haya escrito ni media cuartilla)!

    Comparto mucho de lo que dicen.

    Estoy muy pendiente de ese novela de Oropeza, pero no he tenido chance de leerla.

    Gracias a todos por leer y comentar.

  12. No vale aquí no hay ni dictadura ni neo dictadura ni nada, aquí lo que hay es una cuerda de jaladores de bola empujados por un montón de ignorantes.

    Por eso la arrechera de Caprilito cuando Chiabez se nos fue, porque pensaron que los chavistas iban a salir tooodos corriendo a bobovision a cambiarse de bando… y casi pasa, el rollo fue que no se imaginaron ese gentío en las calles despidiendo al comandante intergaláctico y eso los obligó a cerrar filas con los seguidores del procesos mesmo, que al final son una minoría de fanáticos.

    El rollo es que Maduro ni la MUD valen medio, pero hay una masa de gente que no le da la gana de que el país avance.

    Te doy tres caramelitos por tu artículo.

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