Big Data es un término muy importante. Está directamente relacionado con tu vida en Internet. Es fundamental que entiendas de qué se trata y cuáles son sus implicaciones.
Aproximadamente 2.4 billones de personas tienen acceso a Internet. Existen 4.5 billones de usuarios agregados en las redes sociales que generan cantidades masivas de datos a velocidades desconcertantes.
CADA MINUTO:
Se escriben alrededor de 277,000 tuits.
Google procesa más de 2 millones de búsquedas.
72 horas de video son subidas a Youtube.
Más de 100 millones de emails son enviados.
Facebook procesa 350 GB de datos.
571 nuevas páginas web son creadas.
90% de los datos totales del planeta fueron creados en los últimos dos años.
Algunas organizaciones, como Google y la NSA (National Security Agency), cuentan con tecnología para recopilar y analizar estos datos. Incluyen hábitos de consumo, patrones de conducta en línea, búsquedas populares e incluso ubicaciones geográficas.
La actividad total de los usuarios de Internet se encuentra almacenada en estos datos. Todo lo que haces en la red deja una huella, bits que luego son medidos, cuantificados, clasificados y comparados. Cuando estos datos son procesados y convertidos en información relevante, son vendidos a distintas compañías, principalmente con fines publicitarios.
El objetivo es monetizar tu presencia en Internet. En la red tu atención es el objeto del deseo.
Big Data es la pieza central del nuevo marketing digital. Los resultados de tus búsquedas son filtrados, los anuncios publicitarios son personalizados. Las empresas quieren conocerte mejor para vender sus productos con mayor eficiencia. Los usuarios son catalogados de acuerdo a estilos de vida predeterminados.
Tú eres uno de ellos.
Sin saberlo, has otorgado tu consentimiento al aceptar los “Términos y Condiciones” de servicio que nunca lees. Pero la realidad es que, más allá de los parámetros legales, no puedes estar completamente seguro de lo que hacen con tus datos. Lo más grave es que hay indicios de que no solo están siendo utilizados con fines publicitarios.
La Agencia de Seguridad Nacional, la NSA por sus siglas en inglés, es un organismo que, entre otras cosas, se encarga de analizar comunicaciones e inteligencia extranjeras para proteger los integridad de los Estados Unidos de América.
Desde el año 2007, la NSA ha desplegado un programa clandestino de vigilancia global conocido como PRISM. Implica a países como Inglaterra, Israel y Australia, y a compañías como Google, Verizon, Microsoft, Apple y Facebook, entre otras.
Luego del escándalo, algunos gobiernos se comprometieron a investigar los riesgos de privacidad para sus ciudadanos. Por su parte, las compañías declararon que solo proveen datos de sus clientes dentro del marco establecido por la ley. Como usuarios, es nuestra decisión confiar en ellos o no.
Max Kelly, jefe de seguridad de Facebook hasta 2010, trabaja ahora para la NSA. La Agencia Nacional de Seguridad también contribuyó con Google en el código fuente de Android.
La información que el público conoce sobre PRISM fue filtrada por un ex empleado de la NSA, Edward Snowden. Los documentos revelan operaciones ilegales que violan la privacidad de millones de usuarios a nivel mundial.
Tú eres uno de ellos.
La NSA justifica la existencia de PRISM argumentando que el análisis de datos es un elemento fundamental en la “guerra contra el terrorismo”. Su razonamiento es que la pérdida de la privacidad es el precio que debemos pagar para garantizar nuestra seguridad.
Privacidad versus Seguridad. Este es un debate que debemos tener.
¿Es la vigilancia global por parte de estados y corporaciones la solución contra la violencia organizada? ¿debemos aceptar al Big Brother como nuestro protector universal?
La situación es compleja. Las amenazas de la violencia son reales, pero las de un programa de vigilancia global también lo son. Si Snowden fue capaz de violar los protocolos de PRISM, en este caso para informar al público, ¿qué garantía existe de que otros funcionarios no lo hagan para alcanzar fines menos nobles?
Parece demasiado poder para un sistema que no es infalible. Un peor gobierno o una compañía con menos escrúpulos podría utilizar nuestros datos para espiar, intimidar o algo terrible que no somos capaces de anticipar en este momento. Ciertamente, es un debate que debemos tener.
Más preocupante es la posición de algunos voceros del gobierno americano y representantes de grandes compañías. Eric Schmidt, uno de los directivos de Google, dijo: “Si hay algo que no quieres que nadie sepa, probablemente no deberías estar haciéndolo”. Para Schmidt, la idea de fondo es que lo que se mantiene en privado tal vez sea ilegal. Lo peligroso de este razonamiento es que no solo anula la libertad personal de elegir lo que consideramos privado o no, sino que además ignora que la definición de la ilegalidad no es universal ni permanente.
¿Quién decide lo que es ilegal? Un gobierno. Hace algunos años, en Estados Unidos era ilegal ser de color y sentarse al frente en un autobús ¿quién puede predecir lo que haría otro gobierno en el futuro? Un sistema de vigilancia global podría convertirse en un arma de poder incalculable en manos de un régimen con tendencias totalitarias.
Este tipo de posiciones deben ser denunciadas y rechazadas. Más allá del debate acerca de la seguridad y la privacidad, es necesario luchar contra líneas de pensamiento que apuntan hacia la criminalización de la esfera privada.
Nuestros datos están siendo recopilados, analizados y compartidos con distintos propósitos, es un hecho.
La confianza en las instituciones y compañías que tienen acceso a nuestra información es un factor clave en este debate, nos están forzando a elegir entre la seguridad que como sociedad queremos y la privacidad a la que como individuos tenemos derecho.
Big Data, Big Brother.