panfletonegro

De cuando tenia 15

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_04.jpg

Muchas veces la música no es lo suficientemente alta para ahogar a mi mama. Es lamentable que tenga una llave de mi cuarto.

— ¿Puedes venir?—dijo molesta después de abrir finalmente la puerta.

Al salir, note que la vecina que vivía justo en el piso de arriba estaba sentada en la sala. Esta era una señora de unos 55 o tal vez menos que había mantenido una buena amistad con mi madre desde que se mudo al edificio hace un par de años.

En la cocina mi mama servía café.

— ¿Qué pasa?—le pregunté.

— Laura está esperando a su nieto que no debe tardar en llegar—

— ¿Y eso que tiene que ver conmigo?—

— Esperaba que pudieras ser amable con el…—

— Eso no es todo— le dije.

— También le dije a Laura que lo ayudarías a subir sus cosas cuando llegara—

— ¡Ah claro!—

— Por favor, ella no puede hacerlo— Me replico.

Creí haber oído ya de este muchacho, en una de esas tardes de café que suelen tener. Se supone que es un niño que había estado teniendo problemas en casa y decidió pasar un tiempo con su abuela. Por ahora nada me preocupaba más que cuanto equipaje pudiera traer.

— ¡Ya está aquí!—Dijo Laura que colgaba el teléfono.

No perdí tiempo y baje a terminar con todo esto.

Cuando salí del edificio lo vi, estaba bajando maletas del carro, tirándolas al suelo con mucha prisa. Luego cuando llegue a su lado se puso pálido y su cara se torno seria,  había dejado caer su celular así que lo tome del suelo y se lo di.

— ¿No te dijo tu abuela?  Se supone que tengo que ayudarte a subir todo­—  le dije al ver que no reaccionaba.

Después de pensarlo bajo los hombros con alivio y dijo «está bien»

Debo decir que traía mucha basura, no sé que contenían sus maletas pero eran dos muy grandes y pesadas, más un par de bolsos que el mismo llevaba. Cuando llegamos al ascensor para subir sabia que sería uno de esos momentos en los que no se hace esperar el silencio incomodo.

Después de casi 5 minutos me llego a la mente y revise mi reloj tan rápido como pude.

— ¡Los ascensores dejan de funcionar a las 10! —  dije.

— ¿Tenemos que subir todo esto por las escaleras? —

—  Creo que es lo más obvio, ¡Vamos! —

Eran 4 pisos hasta el mío, 5 hasta el suyo, mientras subíamos no dijo una palabra y me puse a  pensar que tal vez pudo caerle mal la manera en la que le hable, no tenía la culpa de que mi mama fuese tan generosa y me haya puesto en este trabajo. Cuando llegamos al tercer piso ya estaba cansado así que se sentó en su enorme maleta sin siquiera verme.

— ¿Qué tal si las dejamos caer hasta abajo y lo hacemos otra vez? —  dije, a lo que el sonrió tapándose la cara, hasta que no pudo y se dejo reír, tenía una sonrisa encantadora que me hacía reír con el.

— ¿Seguimos? —

— Está bien—aceptó.

Cuando llegamos al cuarto piso se podía oír una conversación ya en vías de una hora entre mi mama y Laura, me vi tentado a entrar y dejarle las maletas a su abuela pero pensé en lo miserable que se vería el cargándolo todo. Así que ignore esto y seguí un piso mas hasta su puerta.

— Deberíamos regresar por llaves, no tengo una todavía—

— ¡Espera! —  le dije mientras pasaba las manos por la reja y abría la puerta que supuse se encontraba abierta.

— Ahí está, ¿Ves?  Bienvenido—  Me dedico una sonrisa y entramos a la casa de Laura

— ¿Donde dejamos todo esto? —

—  Por aquí, ven—  me dijo

Conocía bien el lugar por la manera en la que se movía por todos lados, abrió la puerta de un cuarto y me hizo señas desde el pasillo para que entrara. Esta era una habitación completamente blanca con solo una cama y una mesa un poco antigua con un gran espejo.

— ¿Es aquí donde te quedaras? —  le pregunte

— Si, ¿por que? —

— No lo sé, es que me parece un lugar tan…vacío, ¿ya habías estado aquí? —

— Claro, hace creo que un año, siempre uso esta habitación cuando vengo—

— ¿Y cómo es que nunca te había conocido? —

— Todavía no me conoces—  me dijo, dejándose caer en la cama, mostrándome una especie de actitud  como si estuviera bien consciente de lo atractivo que era.

— ¿Cuál es tu nombre? — me preguntó.

Despegue mis ojos de él y me sacudí los nervios que llegaron de repente.

— Me llamo Andrés—le respondí sin saber dónde posar mis ojos.

— Esta bien, yo me llamo Erick—  diciendo esto se acerco a mí y tomo la maleta que todavía tenía en las manos, en ese momento me miro directo a los ojos. Pude sentirlo cerca, demasiado para el intercambio, sentí su respiración contra la mía y luego solo salió de la habitación al encuentro con su abuela que se oía entrar en el departamento.

Yo salí  por el pasillo mientras ellos se daban un abrazo, diciéndoles «No fue nada» a sus gracias en conjunto.

Cuando baje aproveche que mi mama se encontraba ya en su cuarto para irme directo a dormir, sin preguntas. Esa noche me fui a la cama con bastante en que pensar, lo tendría cerca, me lo encontraría en el pasillo, tal vez en el ascensor, nunca se me hizo difícil sentirme atraído por alguien, pero tengo una habilidad híper desarrollada para torturarme a mí mismo y tenerlo tan cerca es solo una puerta a miles de complicaciones

 

El siguiente día comenzó con una mañana normal con un exceso de tareas en el colegio y bastante sueño de por medio. Cuando termino la clase de matemáticas baje a la biblioteca del colegio donde no pude estar más sorprendido al ver a mi mama.

— ¿Qué haces fuera de clases?, ¿te sacaron? — Me acuso muy segura

— Se llama receso esto, no hay clases por 15 minutos, ¿qué haces fuera de la casa?—le reproche

— Vine para retirar tus libros del año que viene—

— Excelente, ¿puedes llevarme a la casa? solo me queda religión, es una pérdida de tiempo esa clase—

Mi madre accedió sin más, pero en cambio a mi pequeño escape en el carro de camino a casa no dejaba de discutir cuanto me ayudaría un poco de educación espiritual y de que comenzaríamos a ir a una iglesia local cosa que ignore por completo, mi madre solo siente lastima por lo poco religiosos que somos, pero esta no es lo suficiente para hacerla levantar temprano un domingo.

Cuando llegamos al edificio Laura esperaba afuera.

— ¿Y a donde van? —  le pregunté.

— Compraremos algunas cosas, ¿quieres que te compre algo? —

— No estaría mal helado en cantidades industriales y puede que te de tiempo de leer la lista de cosas que te pedí ya hace como un mes —

— ¡Ah claro! la lista, puede que le eche un ojo—dijo con desgano.

Laura hizo un gesto cuando me vio y le respondí de la misma manera, mi mama me lanzo las llaves que siempre olvido y subí con una lentitud para morir.

Ya en mi casa, me cambie y trate de leer algún libro, cosa que me resultaba imposible, solo tenía una cosa en la cabeza y era el… Un piso más arriba. No trate de profundizar mis  pensamientos en ¿por qué me miro como lo hizo? no quise pensar que sus manos tocaron las mías más de lo necesario para quitarme la maleta, eso sería ya caer en la locura.

De la nada el timbre sonó varias veces, corrí a la puerta para darme cuenta de que era él, tenía una camisa manchada, pantalones ajustados de la misma manera y no traía zapatos, su cabello era un desastre de los mas lindos, dude unos 5 minutos al abrirle, viéndolo por el ojo de la puerta como la persona más retardada de este mundo.

— Hola vecino, tu mama me dijo que pasara por aquí, por una brocha, ¿no te dijo? —

— No, al parecer lo olvido—  lo deje en la puerta y fui por la brocha

— ¿No te gustaría subir? —   Me dijo cuando se la entregue — estoy sumamente aburrido—

Es como si hubiera olvidado mi voluntad cuando salió un «si» de mi boca. Me encontraba igual de aburrido y no quería quedarme en mi casa toda la tarde así que subimos juntos hasta su apartamento.

En su casa todo se veía bien hasta su cuarto, que era todo un desastre de pintura, había elegido un morado muy pálido, con otros colores que todavía no habían tocado las paredes.

— Siéntate, háblame mientras pinto—Dijo, apartando un montón de cosas para que pudiera sentarme.

— ¿De qué quieres hablar? —

— ¿Que te paso ayer? te fuiste muy raro— ¡Diablos! Pensé.

— Solo tenía mucho sueño—

— ¿No tiene nada que ver con que haya violado tu espacio personal de tal manera verdad? —  sonrió.

— No, eso fue… Cualquier cosa—

— Tendría que estar ciego y un poco retrasado para no saber lo que piensas—

— No te entiendo — le dije cuando supe que me había analizado más de lo que pensé.

— Eres como un niño, lo veo todo en tu cara, en tus expresiones, hasta te mordiste los labios ayer mientras traíamos todo por las escaleras, es adorable—

— ¿Y eso que significa? —

— Es lo más obvio— me dijo con una burla en su rostro, recordándome el modo en el que le hable.

Dejo las brochas y se sentó en el suelo justo enfrente de mi.

— Lo que quiero decir es que no eres muy abierto… Con lo que piensas, pero aun así eres una persona muy fácil de leer, ayer cuando me acerque tanto casi pude verte el corazón por  debajo de la camisa—

No pude decirle nada, era como si sus palabras me hicieran sentir vulnerable hasta el punto de que mis manos sudaban y no podía dejar de mover los ojos.

— Dime algo, ¿es la primera vez que tienes algún contacto con un muchacho? —

— ¡Sí! —  le dije con cierto tono de molestia, a lo que él se fue en carcajadas — ¿Muy chistoso? —

— Solo puedo decirte que tendrás que resolver algún conflicto interno que tengas y dejarlo todo salir—

— ¿A qué te refieres? — le pregunte confundido.

— Me refiero a que estarás viéndome muy seguido, hasta estudiaremos en el mismo colegio, claro yo un año mayor—

— Creo que estaré bien—  le dije con mas color en mis mejillas esta vez.

— ¿Eso crees? —  me dijo mientras se acercaba a mí como la noche anterior,  solo que esta vez sus labios estaban al mismo nivel que los míos y no dudo en besarme, arrodillado en el suelo hasta que se apoyo en sus manos, con su cuerpo sobre el mío. Al notar que no ponía resistencia alguna, me deje llevar instantáneamente, tenía una mano en su rostro y mi brazo daba vueltas en su cuello.

Después de un momento tome conciencia de donde no había y me pareció bastante claro que nos habíamos dejado llevar demasiado, abrí los ojos y lo tenía sobre mí, concentrado en nada más que esto, me puso nervioso al instante,  sin embargo mis labios seguían contra los suyos y sus manos ahora sujetaban mi cintura.

Salí del beso para poder respirar y puse mis manos contra su pecho con la más agitada  de las respiraciones, el respondió como sabia que lo haría y se alejo dándome algo de espacio. Trató de detenerme con un gesto cuando vio que me levante y me fui, pero era como si hubiese estado encerrado en mi cabeza, no podía más que pensar en lo que estaba pasando, no sabía como  sentirme y me pregunte si en mi rostro podía verse algún signo de interrogación.

 

 2

 

Al día siguiente trate de distraerme con cualquier cosa. Baje mis 4 pisos por las escaleras para no tener que encontrármelo en el ascensor, incluso si mi mama se topara con él, seria todo innecesariamente incomodo, al menos para mí. En el fondo sabia que lo vería en el colegio y que mi mente se volcaría completamente sobre él, como un idiota… El darle toda esta atención, aunque solo en mi mente, me hacía sentir algo incorrecto teniendo a mi mama que no para de hablar camino al colegio.

Las chicas de mi salón no tardaron en darle más importancia de la necesaria, de lo lindo que era, de cómo le quedaba el uniforme, de las posibilidades de que le gustara una de ella si todavía no tenia novia, el asunto en si me parecía ridículo y por otro lado no ayudaba a mi plan de «Aquí no ha pasado nada»

— ¿Te parece tan estúpido como a mí? —  Me dijo Ángela que se acercaba a mi

— Claro que si—

— ¿Te molesta si me siento aquí a discutir lo estúpido que es?—se sentó agitando la cabeza burlándose de las otras muchachas del salón.

— No, adelante—  le dije sonriendo.

— Parece que no tienen dignidad, de aquí al receso estarán discutiendo lo grande de su masculinidad—

— Eso estaría mal en muchos niveles—No quería hacerme una imagen mental— Se que a mí no me importa, sabes que amo la masculinidad—

Ángela era lo más cercano a un amigo en mi vida, es una persona muy excéntrica y la verdad es que me hace reír mucho, siento que me entiende bastante. Sabe más de mí que yo mismo muchas veces, lo que me da miedo y pone a andar mi teoría de que tal vez es bruja.

De la nada todo el alboroto se detuvo, no prestaba mucha atención hasta que lo vi entrar.

— Míralo ese es… —  dijo Ángela.

«Buenos días, me enviaron aquí por una silla, soy de nuevo ingreso» lo oí decir.

— ¿Quieres prestarme atención? ¡Aquí viene! —

— No me importa — le susurre y me di la vuelta.

— ¿Te importa si tomo esta silla?—…

— No hay problema—  le respondió Ángela ante el silencio tan incomodo.

— Gracias… —

Después de un momento todo volvió a la normalidad y dieron continuación a la charla, tenía los ojos de Ángela perforándome la cabeza hasta que decidí darle la cara.

— ¿Qué? — le dije después de ver su mirada, la que usaba cuando estaba trabajando algo en su mente.

— Ya se fue… ¿puedes decirme que te pasa? —

— Nada, solo no me importa…—Intentaría mentir una vez más.

— ¿Estás seguro?, creo que le importas—

— ¿De qué hablas? —

— Bueno, no era a mí a quien pedía la silla y por otro lado no te quito los ojos hasta que salió por esa puerta—

— Oye, puede que te hubiese estado mirando a ti—

— Claro y yo simplemente no lo noté —dijo sarcástica—  Solo te miraba a ti, créeme—  continuó.

— Bueno, la verdad no tengo idea—  creo que ahora entendía lo que Erick decía de mis expresiones.

— La verdad es que no te creo, ¿no pudiste ni verlo? eso es algo mas Andrés—

— ¿Que tengo en la cara? —  le pregunté.

— Realmente solo una mueca bien estúpida—

— ¿Así soy de mal mentiroso? —

— Créeme, eres mucho peor, 10 por el esfuerzo—

Mientras el profesor se extendía acerca de todo lo que se puede saber sobre una célula yo ponía a Ángela al tanto de todo lo que estaba pasando, no podía creerlo y el decírselo todo fue como dejar que alguien  hurgara en mi conciencia como se le diese la gana.

Cuando sonó el timbre, bajamos y nos acostamos sobre las hojas que habían olvidado recoger, era como nuestro lugar… bastante lejos de los edificios del colegio y de todo el mundo.

— ¿Espera pero te beso y ya?— Susurro.

— ¿Querías algo más? —  le dije con un tono algo escandaloso.

— ¿Y tu mama sabe? ¿Y su abuela sabe? —

— No creo, eso sería lo peor… ¿Tú qué piensas?— Me importaba su opinión.

—Pienso que la has pasado mejor que yo sin duda, nadie me ha besado últimamente, no un chico, no una chica, no es justo—

— ¿Crees que lo quería? puedes tenerlo, si se fija en ti tal vez pueda quitármelo de encima—

— ¿Cuál es tu problema? ¿No te gusta? —

— ¿No le ves nada malo a todo esto? —

—No creo que nada de esto sea malo, o incorrecto— Su manera de verlo todo me hacía pensar.

— ¿Por qué? — le pregunte, no entendía entonces que debía sentir.

— ¡Despierta! — Me dijo tomando mi rostro en sus manos —Te besó, no es del todo feo, ¿Qué tiene de  malo? —

— No lo se… —

—La pregunta del millón es si te gusto el beso… o no—

—No lo se…no entiendo tantas cosas—

—Claro que lo sabes, me lo dirás cuando estés listo— me dijo con una sonrisa de complicidad.

—Pero… —me hizo un gesto para que esperara y se levanto a observar algo a lo lejos.

—Estos imbéciles, ya entraron a clases, ¿Que clase nos toca? —

—Religión— le dije.

—Oh, entonces esta bien, podemos relajarnos hasta que se haga ingles —me dijo para luego dejarse caer  sobre el suelo.

 

Lo había pensado toda la tarde y parte de la mañana, estaba engañándome a mí mismo, estaba complicándome más de lo que debía, pero quería asegurarme de lo que sentía, así que decidí subir a su casa, haría que me besara otra vez, o lo besaría yo  si no se daban las cosas como las tenía en mente. Espere hasta que Laura saliera a caminar, me bañe, me vestí, me peine, hasta que pude considerarme “Besable” al espejo y salí hacia las escaleras, podía oírse música que venía de arriba y supuse que era el.

Cuando toque la puerta, no se hizo esperar y salió inmediatamente.

— ¿Que quieres?— me dijo tan pronto como me vio.

—Quería…hablar contigo—le dije inseguro por la manera en la que me recibió-

—Estoy con unos amigos, estoy ocupado…podemos hablar en el colegio…otro día, yo te digo—

No pude moverme, ni decir nada…el solo me miro y cerró la puerta después de un momento, creo que me quede sin moverme tal vez  unos 5 minutos, no quería moverme y que me viera salir corriendo como un imbécil, en cambio camine a mi casa de manera que nadie pudiese oírme apresurarme en bajar o cerrar la puerta de un golpe. Llegue y me encerré en mi cuarto, me sepulte sobre sabanas y me hice dormir hasta el siguiente día.

 

3

Los siguientes días fueron todos muy parecido a ese pequeño momento en el que me dejo en la puerta, todos llenos de una indiferencia tan indirecta, sabía lo que hacía, pero lo hacía de tal forma que tal vez pude volverme loco pensando que simplemente no le importaba como cuando me conoció. Me volteaba los ojos cuando me veía y si le hablaba me dejaba con cualquier cosa para después, un después que nunca llegaría; ahora me tenía como en uno de esos experimentos, en los que mientras más me rechazaba, mas quería saber porque lo hacía.

Puede que fuese esa su intención, que todo estuviese muy bien planeado en su mente en cuanto a formas de cómo torturarme pero la verdad es que no lo soportaba, me hacía sentir pequeño y solo, cada vez que pasaba por donde yo me encontraba y me miraba como si no fuese nada.

— ¿Hacemos algo hoy? — Me preguntaba Ángela.

— ¿A qué te refieres? —

— ¿Estas muy triste?—

—Algo, pero no entiendo porque—

—Tal vez el salir conmigo te haga bien, ¿te parece? —

—Absolutamente no, no soy un fan tu estilo de “pasar el rato”—

—Mira… ¿conoces a Alexandra? Es de 5to, creo que te trata—

—Si, tiene una fiesta esta noche—

—Exactamente mi punto, me dijo que necesita gente para llenar su casa y creo no hay mejores personas para relleno que tu y yo—

—Claro creo que no hay nadie mejor para llenar espacio que nosotros—le respondí.

— ¿Ves? Tú me entiendes…entonces, ¿Vamos?—

—No lo sé, no me agrada mucha gente aquí y estoy seguro que muchos estarán allí—

—Mira, vamos y si todo se pone muy molesto, nos vamos ¿Sí?—

—Pero tienes que irte conmigo…no pienso llegar yo solo—

—Listo, entonces me voy a tu casa y nos vamos ¿va? —

Estaba seguro de que me arrepentiría de haberle dicho que iría con ella, no me llevo muy bien que digamos con los de grados superiores, se ganan el mundo haciendo sentir a los demás como tontos y Alexandra no es más que una de muchas que trata de encajar, por eso esta fiesta, a mitad de año, de la nada.

 

Cuando salimos del colegio, caminamos por el parque y fuimos a comprar bastante comida chatarra Ángela sabia como mantenerme feliz. Se había quedado toda la tarde en mi casa, vimos una película, hablamos de todo, se negó a si quiera intentar hacer tarea y todo se fue en esperar una hora apropiada para arreglarnos y salir.

— ¿Te parece que soy bonita?— Me preguntaba arreglándose al espejo.

—Me parece que eres muy bonita— le respondí viendo el vestido y el look desenfadado que había elegido para esta noche.

— ¿Verdad que si? Es que no entiendo qué pasa con la gente de esta ciudad—

—Están definitivamente ciegos—

—Lo  sé, es que la verdad soy algo tan ardiente— sabia que con eso me mataría de la risa y así lo hizo —Vamos, creo que podemos irnos caminando—

No se podía ir bien vestido a una de estas cosas, no se trataba mucho del traje si no de la actitud de las personas, puede que Ángela encajara pero la verdad no me va bien fingiendo que me siento cómodo en una situación en la que no lo estoy. Cuando llegamos no se podía pensar con el volumen de la música, había mucha gente bailando y todo se daba entre la sala y el jardín de la casa de Alexandra, quien disfrutaba su momento recibiendo a todos como si lo hubiese logrado por fin, nos señalo donde podíamos conseguir alcohol y nos aclaro que nadie debía romper nada y muchos menos comenzar una pelea, cosa que Ángela no prometió.

La casa tenía una sala llena de personas bailando, con luces apagadas, todos contra todos, había tanto humo que no importaba realmente si fumabas o no, en el jardín muchos habían encontrado un lugar para besarse y Angie no tardo en señalarme quienes tenían drogas o estaban drogados cosa que me puso los pelos de punta.

—No creo encontrar lugar para bailar, sabes lo explosiva que soy, ¿nos sentamos a beber afuera? —

No pude con el sonido de la música y la seguí hasta el jardín, ahí me dio algo bastante dulce para beber, la verdad no tenía idea de lo que era, pero no se me ocurrió preguntar, el paisaje me tenia impresionado, era como si nadie fuese nadie, como si todos estuvieran bailando en esta nube en la que de repente ninguno tenía identidad, de tal manera que a nadie le importaba nada demasiado. De un momento a otro mi compañera ya no se encontraba conmigo y tenía la esperanza de que decidiera volver a mi lado en vez de perderse a buscar algo de “diversión” como se que lo había hecho.

Me había sentado con un grupo de fumadores que no tenía intención alguna de unirse al baile, pero sí de discutir un montón de cosas como la sexualidad de los invitados y el desastre que se habían vuelto las habitaciones de arriba donde muchos habían terminado por “dejarse llevar”… Solo esperaba que comenzara a llover condones de un momento a otro.

Me quede con el pequeño grupo de gente que había conocido de repente, me encargue de poner los “si” correctos en uno que otro momento de la conversación y sin darme cuenta ya me encontraba dentro. Sin embargo solo pensaba cosas como que pasaría si llegaran de repente los dueños de la casa o padres de Alexandra a los cuales de verdad creí muertos o que era lo que mis amigos habían comenzado a fumar que me estaba mareando un poco.

Entre tantos pensamientos todo me tembló cuando lo vi, en un rincón de todo el lugar donde estaba teniendo algo más que una conversación con un par de muchachos, una chica que le decía algo al oído que lo tenía con una sonrisa en todo momento y el hermano de Alexandra, quien se había graduado hace un año, que estaba al tanto de lo que sea que le decía y la besaba a ella por todo el cuello. Desvié la mirada en cuanto me vio mirando y corto su escena después de haberme visto…Ahora era él quien no paraba de verme y era incapaz de darle continuación a su acto con sus compañeros,  por otro lado uno de los fumadores, Kevin según tenía entendido no dejaba de mirarme y señalarme la casa sutilmente cosa que me tenía bastante incomodo por la expresión de su rostro, difícil de sacar de mi mente.

Todo esto me tenia confundido y me había comenzado a preocupar por Ángela, a la que no había visto ya casi 45 minutos así que decidí volver a la casa a buscarla. Allí todo era un desastre y no podía distinguir nada bien, Angie estaba en los brazos de un muchacho bailando hacia un lado de la pista y cuando al fin me vio, pude leer que con los labios me decía “5 minutos por favor”, en ese momento alguien me tropezó y me paso las manos por las piernas, después de ver por todos lados me di cuenta de que era ese Kevin que me sonreía a lo lejos.

La situación se había tornado muy extraña para mí y había comenzado a asustarme este tipo que estaba obviamente borracho, deje todo hasta ahí y subí las escaleras hasta el baño. Me moje la cara y quise esperar a que pasara un rato para salir, buscar a mi ardiente compañera e irme a casa. Comenzaron a tocar la puerta muchas veces y no supe que hacer, no quería volver a todo eso a menos que tuviese que irme, pero alguien parecía tener muchas ganas de usar el baño así que  salí para que otros pudieran usarlo.

Cuando doble hacia el pasillo Kevin me esperaba recostado contra la pared, no hice otra cosa que darme la vuelta, asustado y cuando me vio me tomo por el brazo y me pego los labios en el cuello, lo empuje hacia la pared y este no hizo más que reírse.

 

— ¡Hey, hey! — Grito Erick que había aparecido de la nada.

— ¿Qué quieres?— le respondió Kevin, que por poco podía sostenerse contra la pared

—Este es mío —  le dijo colocándose a mi lado y pasándome los brazos por la cintura… cuando lo vi le mostraba el condón que tenia entre los dientes, no sabía qué hacer más que acercarme a él y abrazarlo— ¿Ves?— le dijo con una cara que paso de una burla a algo muy serio o intimidante y luego me empujo hacia uno de los cuartos vacíos que quedaban y se encerró conmigo.

Me había quedado inmóvil a un lado de aquel cuarto, no podía verlo del otro lado, tampoco dije nada… De repente desee no haber salido de mi casa y fue como si me hubiese encerrado en mi cabeza una vez más. Vi sus zapatos moverse en mi dirección, al detenerse frente a mí, sus manos se deslizaron por mis brazos, sacándome del aturdimiento en el que me encontraba, bajó su cabeza buscando mis ojos y cuando me tuvo completamente allí junto sus labios con los míos, esta vez de una manera dudosa, como si no lo deseara como aquella vez en su cuarto, sus manos bajaron por mi cintura y me encerraron tocándome por todos lados, pase mis brazos por ambos lados envolviendo su cuello y sin darme cuenta había accedido involuntariamente al plan que había puesto en marcha, cualquiera que fuese.

Me tenía contra la pared, sentía su respiración difícil contra mi cuello y mis labios, sin embargo no parecía importarle, no parecía necesitar del aire. Después rodeo mi cintura con sus brazos y me cargo hacia la cama, la que pensé era de Alexandra aunque no me importo en lo más mínimo, ahí  dejo caer todo su cuerpo sobre mi y continuo besándome aun mas rápido, como si hubiese algún tiempo que recuperar…hizo que mi corazón empezara a latir muchos más rápido de lo normal, estaba muy nervioso y cuando no pude seguir con la acción que había dado comienzo titubee su nombre en la oscuridad.

—Eric…— dije después de aclarar mi garganta, este no parecía oírme o tal vez no le importaba—Erick, no quiero…—quise continuar.

— ¿Qué crees que iba a pasar?—me replico molesto por la interrupción.

Entonces fue como si de la nada se hubiese convertido en aquel Erick que había decidido darme su indiferencia, dándome aun menos significado en su vida, yo era cualquier cosa.

Quise dejar de contenerme y comenzar a llorar, pero ya no podía pensar en mi mismo de una manera más patética y aunque si pude sentir lagrimas correr por mi rostro, las seque enseguida, antes de que pudiera sentirlas en sus labios y lo empuje para salir de la habitación.

 

4

 Lo admitiré, llore como una niña mientras caminaba con Ángela camino a casa, las calles estaban completamente solas así que no me importo hacerlo, llore un rato más cuando llegue y después simplemente deje de hacerlo. Era como si no fuesen más que lagrimas acumuladas, después de un rato no necesitaba más y ya no tenía porque.

Sentí que había agotado a mi amiga, estábamos abrazados en mi cama y cuando dejo de responder a mis tonterías caí en cuenta de que se había quedado profundamente dormida, no pude tomar responsabilidad sobre eso, fue tanta acción la que la había dejado muerta sobre mi almohada. No podía dormir así que salí  del cuarto para no molestarla, en la sala note que estaba lloviendo muy fuerte y hacia mucho frio, entonces volví por un cobertor de la cama y me acosté sobre el mueble, miraba el techo, llenaba mi mente con su rostro, no me importaba, solo tenía estas ganas de quererlo de verdad y era la primera vez que lo pensaba de esa manera, me hacía sentir tonto, no podía estar enamorado de un muchacho al que no conocía en realidad, lo más curioso era que no tenia duda alguna de que si yo lo hubiese permitido y si así el lo hubiera querido me habría enamorado sin esfuerzo alguno… Lo sabía desde que me dijo su nombre.

La puerta comenzó a sonar muy fuerte de la nada, dejándome inmóvil y asustado en el mueble, corrí a ver quién era antes de que mi mama se despertara y cuando abrí era el otra vez, empapado de los pies a la cabeza… temblando del frío.

— ¿Qué haces aquí?—le pregunte.

—Mi, abuela cerro todas las puertas… no tengo llaves— Me dijo cuanto pudo.

— Quítate todo eso y tíralo en el pasill—le ordene mientras iba por una toalla y algo de ropa.

—Si — me dijo, ahora parecía un niño a punto de llorar, a punto de tener un resfriado.

Cuando volví lo tenía en mi puerta, en ropa interior temblando, como si no estuviese yo más que soñando.

—Quítate la ropa interior también— le susurre mientras lo envolvía en la toalla, le di algo de mi ropa y cerré la puerta para que se cambiara en el pasillo.

Me había acostado con la mirada en la puerta, esperando a que abriera, pero en cuanto lo hizo me di la vuelta y me cubrí con las sabanas. Me las quite solo para verlo sin moverse de la puerta secándose el cabello con la toalla, estaba seguro de que no lo oiría decir una palabra así que trate de recordar que no me importaba.

Le di la espalda en el mueble una vez más y cerré los ojos, para olvidarme de todo por un rato. Fue ahí cuando se sentó en el borde del mueble y comenzó a acariciarme el cabello con los dedos, el pulso le temblaba y cuando me voltee para poder verlo tenía la mirada en las rodillas, hacia este intento decirme algo, pero su voz no hacia más que quebrarse, me incline para levantarle la cara y secarle las lagrimas, entonces levante las sabanas para que se acostara a mi lado y después lo arrope muy bien.

El mueble parecía justamente grande para los dos, que ahora veíamos el techo buscando formas supongo, no sabía si estaba incomodo, no decía nada. Me paso las manos por la espalda y me apretó fuerte junto a él, estaba helado y ahora entendía lo bien que le hacía sentir mi cuerpo, me tomo tal vez un par de minutos acostumbrarme a su abrazo, mezclarme en el, hundirme en sus brazos… después de un rato tenía sus piernas entre las mías y nuestros pies al final juntos.

Tenía sus labios puestos en la parte de atrás de mi cuello, besándome cuando quería, tan juntos como el mueble no los permitiera. Allí no podía pensar en otra cosa que no fuese el, no me importaba mi mama en la otra habitación, ni Ángela desmayada en mi cuarto, me importaba cuanto podía durar ese momento y cuando puse mis ojos en el reloj solo eran las 3 Am, tenía como unas 5 horas mas con él y no me despegaría de sus brazos ni un minuto.

Me retorcí entre sus brazos para encontrarme con sus ojos… a muy poco de quedarse dormido, me beso sobre los parpados haciéndome reír y después tomando mi sonrisa con sus labios me beso como la primera vez. Me abrazo más fuerte y de la nada no sentía otra cosa que las ganas de besarlo de ahí hasta el amanecer.

— ¿Eres real?  —Le pregunte —No te conozco—

—Me llamo Erick— me dijo guiñándome un ojo.

—Creo que te conozco de una fiesta— Hizo un gesto como si el recuerdo le molestara.

—Ese no era yo, era un imbécil—

— ¿Me lo prometes?—

—Te prometo que soy un imbécil, te lo juro—sonreí con eso y volvió a besarme.

— ¿Pero eres este Erick? ¿Quien serás mañana?—Lo interrumpí, me entristecía pensar que esto fuese todo.

—No se que tengo, solo fui yo siendo estúpido, ahora no me importa, hoy soy este—

— ¿Cual?—

—El tuyo, y mañana seguiré siendo tuyo y todos los días que quieras—

Con eso era suficiente, saber que lo tendría para mi, que lo conocería lo más posible y que tenia al verdadero Erick entre mis brazos. Sin darme cuenta dejamos de hablar,  me quede dormido con la cabeza sobre su pecho y no me moví un centímetro, el día nos cayó  encima y era como si fuésemos el mejor antídoto para el cansancio del otro.

Por la mañana me despertó el sol y el que se estiraba sin soltarme ni  un momento, nos quedamos un rato en la misma posición esperando a que alguno se levantara a seguir con su vida o al menos a seguir las cosas. Yo fui el que lo hizo, lo levante antes de que mi mama decidiera salir de su cuarto y ver semejante escena de amor, lo acompañe hasta la puerta en donde me rodeo por la cintura y me abrazo muy fuerte, me beso como si necesitara llevarse suficiente de mí antes de volver a verme de nuevo.

— ¿Que harás?—

—Creo que dormiré un rato más— comencé a dudar por un momento, cosa que noto de inmediato — ¿que pasa? — me pregunto

— ¿Esto significa que eres mi novio?—le dije bajando la vista, el tomo mi rostro entre sus manos y me beso una vez más.

—Me daría un tiro si no fuese tu novio a estas alturas—concluyo rápido para así confirmarlo continuando con el mismo beso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Salir de la versión móvil