Este artículo está publicado también en mi blog: www.sobretopicosysandeces.tumblr.com
Hablando con un madurista en estos días, una discusión airada sobre política y sobre el “momento histórico que vive Venezuela” (lo que puede tener un sentido bueno o malo; eso se decidirá luego), él profirió una frase que nunca olvidaré: “No es el que menos robe; es el que más haga”. Analizando la frase, supe inmediatamente que existe en el venezolano de a pie una preconcepción sobre la política que está errada, preconcepción sobre la cual el chavismo, y ahora el madurismo, se han soportado desde que nos enteramos por primera vez de que existían en el año 1992 (yo tenía 1 año de edad cuando ocurrió el Golpe de Estado que ahora eufemísticamente quieren tildar de “rebelión popular”).
Haciendo un poco de memoria (gracias a Youtube también), he podido tener una consciencia más amplia de ese momento y debo decir que ciertamente esa preconcepción de la política no viene de gratis ni mucho menos es nueva. Creer en algunas de las cosas que dice el chavismo es en cierto punto un trabajo sano de jugar a ser el “abogado del diablo”, y eso no te da más que amplitud para entender por qué ellos piensan como piensan y por qué creen que lo que se vive hoy en Venezuela es hasta cierto punto bueno.
Cabe aclarar que si bien estoy haciendo un ejercicio de equilibrio (la objetividad no existe), todo el que haya leído alguna vez los artículos que publico en este blog se habrá dado cuenta de que soy un opositor acérrimo al régimen. No obstante, no puedo cegarme ante ciertas realidades que trajeron como consecuencia lo que hoy crítico, y no segarme es en esencia un cuestionamiento (o una crítica, como lo quieran llamar) a una frase que hoy en día se pronuncia mucho: “Éramos felices y no lo sabíamos”.
Yo creo que antes era mejor que ahora, sin ninguna duda; aunque no llego al punto de pensar que la Venezuela de la Cuarta República era una Suiza comparada con la del presente. Más bien creo que la Venezuela de hoy es la misma Venezuela que se construyó después de la dictadura de Pérez Jiménez y que lo que estamos viviendo es simplemente otro segmento de ese mismo camino tumultuoso que empezamos a recorrer en los años sesentas. En resumen, Chávez no acabó con la Cuarta, sino que continuó con sus mismas políticas clientelistas y populistas.
¿Cómo puedo deducir esto? Simplemente porque la mentalidad del venezolano de hoy es la misma que la de los años ochentas, y eso se refleja en las elecciones. ¿Qué me hizo llegar a esta conclusión?, la frase que he expuesto al principio del artículo: “No es el que menos robe; es el que más haga”, la cual se me parece mucho a otra frase que se puso muy de moda en los noventas: “Los adecos roban pero al menos le dan al pueblo”, y que da pie a que piense que la “diferencia” que la gente buscaba en Chávez era algo que estaba más ligado al viejo concepto desarrollista de que las dictaduras militares, aunque mutilaban las libertades, al menos eran eficientes en las políticas públicas (caso Pérez Jiménez).
En ese sentido, el tiro le salió por la culata a los venezolanos que votaron por el extinto MVR: ahora tenemos una dictadura militar que no respeta las libertades básicas (como la libertad de expresión) y que ha hecho suyo lo peor de la Cuarta Repúblico (lo que supuestamente queríamos cambiar): la corrupción.
Esto me lleva de nuevo al punto de la preconcepción: seguirle el juego a esa máxima de la antipolítica sobre que todos los que aspiran a cargos públicos son unos corruptos, no es nada beneficioso, porque sólo nos sigue condenando a que nuestros gobernantes sean unos ladrones. Si los venezolanos nos preocupáramos más por investigar el historial político y las intenciones reales de un individuo que aspira ser presidente, diputado, ministro, etc., (no sólo del que nos conviene), no veríamos más disyuntivas como la que se suscitó en las elecciones del año 1998: elegir entre corruptos de la vieja guardia y comunistas “regenerados”, o, citando a Vargas Llosa, el SIDA y el Cáncer terminal.
Nixon Piñango.
Nunca escuche es dicho de “Los adecos roban pero al menos le dan al pueblo”, sin embargo si escuche mucho el de «Roban, pero dejan robar» lo cual creo que de alguna forma refleja mejor la visión distorsionada que tenemos los venezolanos de la política. En realidad no esperamos una dádiva al borde de la calle, si no mas bien esperamos que sea una pinata desenfrenada donde el estado nos deje participar. «Que me pongan donde hay», así de profundo en nuestros valores / anti valores esta la corrupción en nuestro país y lamentablemente no fue en la quinta que aparecieron, vienen de mucho mas atrás.