Al paso que vamos, Venezuela puede romper un nuevo récord Guinnes: el del país donde se descubren y desactivan más planes de magnicidio por período presidencial.
Yo francamente ya perdí la cuenta con Maduro.
Sí recuerdo el de un documentalista que detuvieron en Maiquetía y luego lo devolvieron para su casa, sin dar mayores explicaciones.
Creo que estamos compitiendo con la Argentina de Cristina por alcanzar el podio de la disciplina de montar y desmontar ollas, potes de humo.
Hablando claro, el argumento de la conspiración es un tema clásico de los períodos de crisis. Unifica a los integrantes desmovilizados y desarticulados de un gobierno con problemas de toda índole. Los incautos de cada bando caen en el juego y se pueden comer el cuento.
Para los estados populistas es una cuestión de vida o muerte, pues de ello depende su permanencia en el poder. Entonces se inventan cantidad de cosas: atentados, quemas, ataques terroristas. Todo con el fin de acusar a los disidentes, perseguir a los diferentes y negar la crítica. Es un clima de cacería de brujas propio de una campaña electoral.
En el último complot de la fila, han detenido a dos sicarios, quienes por lo visto tienen muy mala memoria. Los encontraron con fotos de Maduro y Cabello. Me parece que con buscarlos en Google les basta y les sobra. Hay que ser idiota para cargar con fotos de los señores que quieres ejecutar. Eso nada más pasa en las películas malas.
De modo que asistimos al remake de un guión conocido, para desviar la atención.
No por casualidad, siempre dan la noticia un lunes. Antes era la «Red de la burguesía amarilla». Ahora es una mafia de asesinos a sueldo. La creatividad de nuestros paranoicos no tiene límites.
En realidad, solo tienen miedo de perder las elecciones.