I
Anoche me acosté arrullado por las suaves notas de un exquisito reguetón – en donde se repetían con frecuencia las palabras dámelo, mami y perreo – y esta mañana me desperté con un hip pop que hacía apología al hampa, al plomo y al aguardiente. Por fortuna tengo el sueño pesado, pero mi esposa no goza de la misma suerte y me dijo que el estruendo no había cesado un momento: fueron alrededor de 12 horas de ¿música? continuada. Y éste no fue un hecho aislado: esas fiestas patronales son frecuentes en los alrededores de donde tengo ubicada mi residencia. En esos casos uno llama a la policía, invocando la ordenanza contra ruidos molestos, y ese cuerpo actúa selectivamente. Recuerdo hace unos años, cuando unos muchachos se inventaron una fiesta metalera: no había llegado la medianoche cuando un par de patrullas de Polisucre se presentaron a la puerta de la casa en donde se llevaba a cabo la pachanga «diabólica», y acabaron con ella.
¿Cuál es la diferencia entre ambas situaciones? Unos trescientos metros lineales, más o menos. Es la distancia que separa la casa del cuento de la fiesta metalera, situada en la calle Terepaima de El Marqués, del Barrio San Miguel, en donde ocurren las rumbas patronales que duran toda la noche y a veces parte de la mañana. Cuando se ha llamado a la policía, la respuesta ha sido que ellos allí no entran.
II
¿Nunca los han parado en una autopista para pedirle los papeles, y les han revisado el carro buscando alguna luz defectuosa, un vidrio partido o algo similar? Es práctica corriente, y no debería tener nada de extraordinario. Es más, debería ser la norma: la seguridad primero. Por lo general, las personas que reciben ese trato son muchachos que acaban de sacar la licencia, o personas mayores fácilmente impresionables. Pero por otra parte se ven circulando por las vías ciertos vehículos que deberían ocupar un lugar preferencial en alguna chivera, y que hacen que uno se pregunte cuál sortilegio les permite seguir rodando sin desarmarse de repente. Chatarras que en el mejor de los casos ocasionan enormes trancas cuando se quedan accidentadas en medio de la calle, y en el peor causan víctimas por propiciar algún choque. Esos carros deberían ser desincorporados de inmediato del parque automotor, pero ningún ente público toma alguna medida al respecto.
III
En estos días hubo una protesta masiva de motorizados. El motivo de dicha manifestación fue la inconformidad del gremio por el alto precio de las motocicletas y de los repuestos. Como resultado de la «pacífica» protesta, un vehículo particular tuvo daños severos, y leí que una menor sufrió una fractura en su brazo. La respuesta de las autoridades ante esta barbaridad fue darle la razón a los motorizados y emitir la promesa de emprender una cruzada contra las empresas que comercian con el rubro motociclístico. Pero, ¿para las personas afectadas por la acción de los motorizados habrá justicia? Dados los antecedentes me abrogo el privilegio de ponerlo en duda.
* * *
¿Qué tienen en común las tres situaciones descritas? La existencia de dos raseros, de dos legalidades que se aplican a discreción de las autoridades. O más bien, la ausencia de legalidad para un sector de la población, que es inmune a la aplicación de las leyes que regulan la convivencia en sociedad. No pretendo satanizar en estos párrafos a los sectores de menos recursos, ni estoy insinuando que todos ellos vivan al margen de la ley. Soy un firme creyente de que la mayoría de la gente es en esencia decente y quiere vivir en paz. Pero la violencia de algunos de los miembros de la comunidad en donde hacen vida los desborda y tienen que desarrollar habilidades para poder sobrevivir en ese ambiente inhóspito. Estoy seguro, por ejemplo, de que a la mayoría le molesta tener una fiesta prendida toda la noche al lado de su casa, pero se cohíbe de protestar para evitar represalias. Está instaurado un régimen de terror, en donde quien tiene las armas tiene el control de la zona. Y ese mismo régimen es el que impide que las autoridades actúen. Es un problema estructural, en el cual la falta de educación cívica es pilar fundamental. Mientras no se ataque el problema de raíz, y como única medida se apliquen pañitos calientes, esta situación no va a mejorar; muy al contrario va a seguir creciendo, y la gobernabilidad de la ciudad, ya bastante precaria en la actualidad, va a colapsar por completo en corto tiempo.
Lo de las fiestas metaleras me llegó al alma. A mi particularmente, o a mi banda nunca les pasó eso, pero si sé de amigos que tenian bandas y le llamaban de inmediato a la policia, y estos acudian. Ahora, muy cerca, habia una bandita de salsa/pop latino que sonaba 3 veces mas fuerte, porque tenian trompetas y todo eso y ahi nadie protestaba.
Me encanta que en Venezuela siempre haya una doble moral para todo.
Por ejemplo, siempre se habla de que los «rockeros» son unos drogadictos.
Pero NADIE dice que Héctor LaVoe se murió de SIDA porque era super drogadicto.
O las peleas/trifulcas/tiroteos que hay en los «conciertos» de otros géneros de música, pero como me dijo una vez un taxista que me llevaba a ver a Cannibal Corpse en Maracay » no entiendo la mala fama si son todos muchachos tranquilos, y nunca se forma ningun peo en estos conciertos, ayer vino XXXXXXX famoso y hubo heridos de bala»
Lo de los motorizados, carritos por puesto, chatarras ambulantes, etc, ya forma parte de la idiosincracia venezolana.
Falta mencionar la diferencia de como te tratan si estás en la lista de Tascón a si estás inscrito en el PSUV…
«NADIE dice que Héctor LaVoe se murió de SIDA porque era super drogadicto. »
Eso es como decir que Popi se murio de cancer porque era un payaso….
Obviamente te dolió el comentario sobre Héctor Lavoe…no me interesa. Es la verdad.
El prejuicio y la doble moral está ahi siempre, como con tu comentario. En vez de ver que Hector Lavoe, como Freddie Mercury murió de SIDA, y era drogadicto como Kurt Cobain o Layne Stanley, pero sin embargo los que estan mal vistos en la sociedad venezolana son los 3 últimos por «rockeros»
Vas tu y dices tremenda estupidez como lo Popy…a ver si alguien te ríe la gracia.
Estamos hablando de doble moral y dobles leyes.
No de cuanta arena en la vagina se te mete.
Una vez por la mañana, en un semaforo que esta cercade mi casa, le reclame al Fiscal que las motos no le paran a la luz roja ¿que porique no los detenia’ y es que el semaforo solo funciona para los carros y no las moto?
El fiscal, bregando con el transito me dijo, » mira pana, esos tipos andan armados y si les dices algo, te amenazan. Me ha pasado»
Antes esa respuesta, uno comprende la existencia e dos leyes en el pais; unos andan armados y los otros no.
» “NADIE dice que Héctor LaVoe se murió de SIDA porque era super drogadicto. ”
Eso es como decir que Popi se murio de cancer porque era un payaso….
»
JAJAJA conio Ed, lo que paso es que te explicaste a medias con lo de Hector Lavoe. Tal vez te falto apuntar que se infecto del SIDA con las jeringas de heroína y tal. Pero no específicamente por ser un salsero piedrero.
Pero no importa porque el chiste de Popi quedo arrecho. Aquí me estoy riendo como un bobo de la vaina JAJAJA.
En este pais no hay 2 «legalidades», lo que hay es «legalidad selectiva». Aqui la ley le cae al mas «pendejo» o al que espera cumplirla, es una realidad que vemos cada dia y que esta en todos los niveles.
Este hecho y el aumento de la corrupcion guardan una relacion muy estrecha, y es algo en lo que la alta politica (sea MUD o Polo «Patriotico») tienen una gran responsabilidad…
@hunterElAportador:
No, si el chiste de Popy está de pinga, lo que no está de pinga es que este tipo no quiso entender a lo que me refería…creo que aqui hay un nivel de cultura mas o menos alto como para tener que explicarlo todo ¿no?