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El Caracazo por Decreto

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El Caracazo 2013 decretado por el gobierno, para subir en las encuestas, bajar la presión social y drenar los pavores colectivos ante el alza indiscriminada de precios.
En el 89, el 27 de febrero explotó de forma espontánea, sacudiendo los cimientos políticos y culturales del país. La izquierda justificaba el suceso como un acto legítimo de confiscación popular, de justicia divina. Pero el tiempo puso las cosas en su lugar.
La masa también albergaba en su seno comportamientos destructivos y atávicos. Todo se saldaba como un día de purga consumista de los bienes anhelados pero nunca adquiridos.
El saqueo igualaba a la colectividad de manera ficticia y cruenta.
Hoy sucede algo similar, aunque con sus diferencias.
El poder conoce de la inestabilidad económica y se sabe responsable. Por tanto, para evitar tragedias imprevistas, organiza la terapia de choque, la jornada de los cuchillos largos, garantizando la seguridad de comprar barato, de dejar en la quiebra al «empresario acaparador y especulador».
Poco a poco, el gobierno va sustentado su escasa popularidad en la instauración de una cadena de efectos especiales, de cortinas de humo, de programas de pan y circo.
Así el espejimos puede prolongarse hasta nuevo aviso, perpetuando el estado de excepción, el estado provisional o el puro y simple «fandango de locos» explicado por Ibsen Martínez.
Triste la cooperación de la clase media en el montaje del aquelarre de la tienda Daka.
Es un deber moral resistir a la glorificación y celebración de semejante farsa militarista.
Bochorno histórico sin parangón en los anales.
Nos quieren dividir, nos quieren llevar a una guerra civil.
Atacan la consecuencia y no la causa del problema.
Les saldrá el tiro por la culata.

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