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El saqueo será institucionalizado

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Se les acabaron las divisas para comprar dádivas, y entonces cambiaron la modalidad. En vísperas de las elecciones les dicen al pueblo «vayan a Daka y agarren lo que quieran, es todo suyo». Tras satanizar a la empresa privada en general y a las tiendas de marras en particular, detuvieron a los gerentes de las sucursales (pobres asalariados que no hacen otra cosa que obedecer órdenes) y le entregaron Daka a la vindicta pública.

De este gobierno ya nada extraña. Está visto que nada los para, y cualquier medida que los pueda beneficiar la van a tomar sin parar mientes en quién o quiénes serán afectados. En este caso, los empleados de las tiendas, quienes estarán pensando en cuál será su futuro inmediato. Con esa medida efectista de mínimo alcance sobre el grueso de la población consiguen el oxígeno que – piensan- les permitirá afrontar en mejores condiciones el próximo evento electoral, que de acuerdo a las encuestas que circulan lo tienen bastante comprometido. Veremos si esta acción artera les dará resultados.

Y no es que me anime la intención de poner la mano en el fuego por las tiendas afectadas. No sé si están especulando, tal vez sea cierto. Pero no es la manera de resolver las cosas, por lo menos en un país medianamente civilizado. Lo procedente es hacer una inspección, y de notar alguna irregularidad tomar las medidas pertinentes. Pero ese estilo perdonavidas y mediático empleado por el que ejerce la primera magistratura del país, quién debiera ser ejemplo de equidad y equilibrio, da vergüenza.

Veo en las redes sociales que la gente está haciendo vigilia a las afueras de otros establecimientos del ramo. A lo mejor están a la espera de la orden presidencial de proceder a la toma de las tiendas de electrodomésticos. Todo es posible en esta exrepública, hoy en día apenas poco más que terreno. Y no habrá de extrañarnos que en los próximos días extiendan las medidas hacia otros ramos. Ya les tocará el turno a las ferreterías, los grandes almacenes, los hipermercados.

Creo que muchos estarán de acuerdo en que lo peor de este día fue el comportamiento de los habitantes (llamarlos ciudadanos me parece un exceso en estos momentos). Esta es una de esas ocasiones en que el gentilicio es una carga embarazosa, y que se quisiera ocultar debajo de la alfombra a la espera de tiempos mejores. El afán consumista, las ganas de ponerse en un artefacto electrónico por la libre, el aplauso a esta medida tan arbitraria hacen que se pierda la fe en las posibilidades de superación del país. Es un problema estructural, enquistado desde hace muchas décadas, y que han sabido exacerbar muy bien.

Para terminar, tomando las palabras de otra persona, estamos frente a una especie de caracazo reglamentado nada menos que por el gobierno. No hay mucho margen para el optimismo, al menos esta noche.

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