El uso y abuso del Poder del Estado, ese tinglado burocrático, tanto heredado, como revolucionariamente engendrado, es lo que permite que un gobierno autocrático, autoritario, exista como tal. Para estos, el Fin Último, es destruir el Estado de Derecho, pulverizar el potencial individual y colectivo simultáneamente.
El Control Social, ejecutado bajo la forma de Violencia de Estado, arremete contra el ciudadano, agrede al hombre y aniquila su capacidad crítica. Este Terrorismo de Estado, que muchas veces se transmuta en Estado Terrorista, desde hace tiempo no debe ser analizado como producto de la tendencia militarista clásica bananera, sino como parte inherente de un proceso de sovietización moderno, proceso que es inclemente y desproporcionalmente violento por naturaleza.
La extinción de la individualidad forma parte de la medidas institucionales de destrucción y desmoralización nacional, que a veces se aplican directa e inescrupulosamente y otras veces, sencillamente se guardan –de una manera insultante y despreciable- las formas. Esta Doctrina enfatiza la instigación de lucha de clases, de luchas raciales, etc, para mantener un estado de confusión constante.
La Doctrina es clara: todo evento, o acción democrática, debe ser catalogado como subversivo de forma inmediata. Se castiga sin necesidad de Juez ni Jurado, ni Proceso. Se vende, de una manera perversa, la idea de alternabilidad, cosa que termina siendo un anzuelo que sirve para repartir y otorgar cierto micro-cacicazgos. Esto conlleva a la formación paralela de un pseudo-Estado, con micro-élites atomizadas, todopoderosas, quienes forman, transforman y luego controlan a las masas degeneradamente irresponsables y/o miserablemente degeneradas.
Ante esto , actualmente, no hay un sistema social efectivo como defensa frente a la negación de los derechos mas elementales, más que todo debido a que esta sociedad es una colectividad sin ascensos ni méritos (aunque probablemente los tuvo), que ahora yace en su estado natural de inercia. No se debe esperar reacción alguna de una sociedad anafectiva por naturaleza, menos cuando sucumbe tan fácilmente al adoctrinamiento y parte de ella se incorpora por motu proprio a un proyecto que solo conduce a la destrucción más abyecta.