Partamos de la premisa de que eres una persona honesta, de esas que expresan lo que realmente creen y sienten, y muestran coherencia entre sus palabras y sus actos. También eres idealista, no te agrada cómo funciona el sistema de organización social actual y deseas mejorarlo.
Tienes una visión y quieres hacer grandes cambios estructurales. Te das cuenta que para lograr resultados de amplio alcance debes obtener poder e influencia y que, tal vez, la mejor forma sea ocupando la presidencia de tu país. Desde esa posición podrías convertirte en el ejemplo y el impulso de una sociedad más justa.
Como tienes motivación y compromiso decides con toda tu voluntad que obtendrás la primera magistratura cumpliendo con los mecanismos democráticos, legales e institucionales vigentes.
A partir de allí sucede lo siguiente:
1. Necesitas ofrecer tu idea a los demás, así que desarrollas un proyecto fundamentado y realista, alineado con los valores que deseas promover. Puedes hacerlo sola o acompañada, y en esta parte tus principales dificultades serán técnicas. Nada que no puedas resolver con investigación y asesoría.
2. Ahora no puedes continuar en solitario, requieres conformar un equipo de trabajo y recurres a tu círculo más directo: familiares, amigos y conocidos que asumes podrían aceptar tu propuesta. Es normal que manifiesten desacuerdos, no te preocupes, tus allegados tienen cierta homogeneidad ideológica y la mayoría de las diferencias serán de forma. A otros, sólo les interesará que ganes y no te discutirán. Lo esencial se mantendrá.
3. Es posible que seas contraria al uso del capital, por lo que haces campañas de colaboración e intercambio para obtener recursos… lamentablemente no es suficiente. Te percatas que para obtener la presidencia hace falta dinero. Recurres a los que suelen controlarlo en grandes cantidades y procuras reunirte con aquellos que son más cercanos a tus valores. Lo más seguro es que consigas apoyo, por supuesto, si a tu propuesta le agregas o le quitas algún punto.
4. Ya tienes un equipo de aliados ideológicos y financieros, ahora debes promover tu propuesta a las masas. Si no la das a conocer, muy pocos votarán por ella. Te apoyas en asesores de imagen, eso implica más dinero. Mantén tu tranquilidad, tus financistas están allí. Con tus nuevos asesores descubres que una cosa es tu proyecto escrito, otra el negociado con los aliados y una tercera lo que se comunica a la masa de potenciales votantes. El elemento fundamental de esta parte es entender que la mayoría de la gente no votará por el proyecto más viable, fundamentado o beneficioso, ni siquiera votará a favor de un proyecto, lo hará por una imagen. No te estreses, tus asesores se encargarán de construirla.
5. Luego de superar tus escrúpulos con el tema publicitario, sucede algo grandioso. Además de obtener muchos seguidores, llegan nuevos financistas. Recuerda que ese dinero te hace falta, la campaña es costosa y desgastante. También se te acercan representantes de otros partidos políticos que ven en ti una esperanza renovadora. Te ofrecen su voto duro, es decir, ese porcentaje de personas que efectivamente vota. No los rechaces de inmediato, esa maquinaria es muy importante. De nada te sirve ser popular si la gente a la que le simpatizas no se moviliza a votar. Es claro que si te alías a esos partidos políticos tendrás que abrirles espacios en los cargos públicos. Nada que no puedas resolver con una buena negociación.
6. Estás en plena campaña electoral compitiendo con otros candidatos que también tienen arrastre de masas. Este momento es clave porque tienes que hacer demostración de fuerza, tus actos de calle deben ser más multitudinarios y tus palabras más convincentes. Si tus asesores te avisan que estás bajando en las encuestas, recurre a un arma poderosa: las promesas. No importa que no las cumplas, siempre podrás justificarte. No entres en conflicto con tus principios, hay una gran cantidad de gente moviéndose por ti, gastando tiempo, energía y dinero, así que haz lo necesario para ganar.
7. Llega la fecha de las elecciones, has demostrado que convocas más “pueblo” y las encuestas te tienen de primero. Aunque esos elementos estén a tu favor, no te acomodes, no has ganado. Recuerda que el triunfo se obtiene con votos y tu equipo debe hacer todo lo posible para que la gente se movilice a los centros de votación y asegurarse que lo hagan por ti. Considera que en algunos estados te podrían hacer trampa y necesitas testigos de mesa que vigilen que eso no suceda. Esos testigos son personas que están ocupando su tiempo para ti y desean que ganes, por lo que es muy posible que algunos de ellos también hagan trampas a tu favor, aunque no lo desees, ni te enteres. Por lo tanto, sea cual sea la cantidad de votos que obtengas, nunca será una elección limpia. Puede ser que esto vaya contra tus valores, pero no te atormentes, después de tanto esfuerzo y deber tantas ayudas, lo importante es ganar, ¿O no?
8. Imaginemos que durante la elección obtuviste un margen de diferencia a tu favor tan grande, que no hubo forma de que te hicieran fraude. Entonces, ganaste la presidencia y ha llegado el momento de implementar tu proyecto, pero espera, aún debes hacer nombramientos de todo el equipo ejecutivo: ministros, secretarios, directivos, entre otros. Aunque te gustaría tener libertad para colocar allí a los más competentes, recuerda que estás endeudado con tus colaboradores. Quizá pensaste que te apoyaban por amor incondicional al proyecto, suena hermoso, pero eso no es suficiente. Ahora todas tus decisiones están subordinadas y debes negociar cada uno de esos cargos, sino podrías quedarte solo en el poder institucional, que es lo mismo a no tenerlo.
9. También debes considerar a tu familia. Seguramente tu mamá, hermanos, primos, tíos, sobrinos y nietos requieren de tu ayuda. Aunque suene a nepotismo, la sangre está primero. Si no lo haces ¿Qué pensarán de un presidente que no apoya a su propia familia? Evita la culpa dándole cargos estratégicos, sin importar su preparación.
10. Es esencial que recuerdes que el alto mando militar se presentará ante ti, con la patriótica finalidad de reconocer tu mandato y, por supuesto, recomendarte que incrementes los beneficios a las Fuerzas Armadas. Quizá seas antimilitarista, pero antes de tomar cualquier decisión, que no se te olvide que ellos tienen las armas.
11. También ten en tu conciencia que te debes al “pueblo” que votó por ti, por lo tanto cada medida que tomes debe ajustarse a ciertos criterios de popularidad. Si asumes decisiones impopulares, no las expliques, es suficiente con que las apliques cuando estén pasando un partido de fútbol o un concierto. De esta manera, tu pueblo estará insatisfecho pero contento. Aunque esto te parezca antiético debes cuidarte de que tu popularidad caiga demasiado, sino podría generarse inestabilidad democrática.
12. Sin mencionar otras negociaciones que debes hacer con el poder judicial, socios internacionales, jefes del crimen organizado, compadres, líderes de sindicatos, entre otros elementos de la sabia y noble sociedad, supongamos que lograste mantenerte en el poder con cierto nivel de popularidad hasta que finalizó tu período. Lo más probable es que te percates que el tiempo fue insuficiente para cumplir todas tus promesas, si acaso cumpliste algunas pocas promesas. Por lo tanto viene una decisión importante: mantenerte en el poder o entregarlo. Y conviene reflexionar: ¿Después de tanto esfuerzo lo regresarías?
Podrás decirme que a pesar de todo llegaste a la presidencia, es cierto, pero a partir del punto tres dejaste de ser alguien honesto y en cada paso, por más que fuese necesario, tus principios fueron quedando en el olvido para darle lugar al pragmatismo.
También me podrías objetar que tú no te comportarías de esa forma, pero ¿Habrías llegado a la presidencia? O ¿Habrías podido mantenerte allí? En todo caso, quizá lo que más duela es que cuando mires hacia atrás y contabilices todo el dinero que invertiste para ocupar un cargo, te des cuenta que habría servido para aplicar cinco veces tu proyecto.
No te desmoralices, podrías ser alguien excepcional y encontrar una forma novedosa de hacer las cosas o de cumplir tu visión de mundo desde otro lugar; sólo recuerda estas doce situaciones cuando un candidato a un cargo público diga que es diferente a los demás.
Y con esto no quiero que te quedes con la idea de que las elecciones presidenciales siempre son inútiles, a veces sirven para escoger al menos malo y unas muy, pero muy ocasionales, permiten abrirle paso a alguien excepcional.