Soy venezolana y llevo dos años viviendo en Madrid. Una amiga cercana, luego de haber visto una noticia de una actriz famosa venezolana asesinada, puso esta frase en facebook «sufro, alegrándome de haberme ido». Lamentablemente, yo como a la mayoría de los venezolanos, le ha tocado vivir dos sucesos que me cambiaron la vida. El primero fue el secuestro de mi abuelo, al cual asesinaron sin importarles que estaba enfermo y que era un hombre de 84 años. El segundo lo viví más de cerca, un tiroteo en una playa paradisíaca, hirió a mi compañero de viaje y la odisea vivida durante tres días fue única y dolorosa, al final mi amigo murió como mueren cada día cientos de venezolanos.
Sin embargo yo no me alegro de haberme ido de Venezuela, dejé mi país por que quería estudiar cine y actualmente me encuentro acá finalizando mis estudios. Cada día que escucho estas noticias es como si un dolor dormido y sosegado por mis pequeñas miserias diarias, brotara por mis venas, me siento miserable caminando con tal paz y tranquilidad en este país, mientras mis padres, hermanos, amigos y conocidos sufren y se sienten instigados y amenazados por las infinitas balas que recorren el cielo venezolano.
Cada quien está intentando sobrevivir, pero sé que si les llegara a pasar algo a ellos, otra parte de mi moriría también. El hecho es que escribo estas palabras por que estoy harta de ver como todos, incluso yo estoy dormida, nadie hace nada, todos vivimos con miedo hasta que una bala nos pasa de cerca o le llega a una persona del espectáculo y entonces todos se indignan, les duele, se mortifican y hacen marchas.
De verdad siento muchísimo que Mónica Spear y su esposo hayan sido asesinados de esa forma, es indignante, cruel e inhumano, pero ellos no son los únicos que han muerto últimamente, también está el chico que salió de su casa por leche y lo alcanzó una bala perdida, o al que decidieron matar porque no llevaba suficiente dinero en el bolsillo, basta sentarse una hora viendo un noticiero para saber, que lo indignante e inhumano ya forma parte de nosotros, cada vez somos menos país y más escoria.
Creo que todos debemos dejar de ser tan indiferentes ante el dolor ajeno, hoy leí un artículo de Angel Alayón que decía «Se le atribuye a Stalin la frase: “Una muerte es una tragedia. Un millón de muertes es sólo una estadística”. Stalin nunca la dijo, pero hizo méritos suficientes como para haberla dicho. No dejemos que las estadísticas nos ahoguen en la indiferencia».
Pienso que ya hace mucho nos ahogo la indiferencia, estamos dormidos, dentro de tres días el dolor por Mónica Spear pasará, luego vendrá el fin de semana, todos beberán cerveza y ron, morirán otros tantos invisibles y anónimos, y así carnaval y semana santa, todos idiotizados por la ignorancia, la superficialidad o el pánico dejamos que nos maten en nuestro propio país otra clase de venezolanos, las bestias que sólo tienen pistola, porque el hambre o la miseria no los deja pensar, entre sus valores no está la humanidad, son mejores los que matan, porque la impunidad de mi país ya hace tiempo les dio la razón.