Tomemos dos casos de estudios: España y Reino Unido.
España entró en la UE en el año 1986. Desde esa época, inclusive un poco antes, el país se embarcó en un programa de renovación de infraestructuras sin precedente en su historia además de ser extremadamente ambicioso. De este periodo quedaron innumerables autovías, aeropuertos por doquier, algunos sin aviones (pudiera ser parte de una canción de Arjona esto de aeropuertos sin aviones) y el AVE o tren español de alta velocidad, entre otras cosas. El AVE por cierto es uno de los programas de alta velocidad más ambiciosos del mundo solo detrás del de Francia (TGV) en Europa.
No todo lo que brilla es oro
De esta borrachera de concreto y acero se han levantado los españoles con una gigantesca resaca. Sucede que las infraestructuras apalancan el crecimiento económico de las naciones solo hasta cierto punto. Dado un nivel óptimo, que suele ser mucho menor que lo que los políticos (obviamente) creen, se vuelven una especie de profecía auto-cumplida en donde se invierte más y más en ellas “porque generan empleo” pero eso es como enterrar una bóveda llena de dinero 500 metros bajo tierra y contratar gente para que la desentierre. No es empleo productivo, es gasto puro y duro.
Nadie duda que la España post-franquista necesitaba actualizar sus infraestructuras pero en mi opinión, luego de cuarenta años, se les fue la mano. O como dicen por allá se pasaron veinte pueblos. No solo eso sino como han constatado los medios recientemente, fue un foco tremendo de corrupción. ¿Cuantas estaciones del AVE en el medio de la nada no se hicieron porque la alcaldesa de turno tenía unos terrenos cerca? ¿O aeropuertos donde jamás aterrizará un avión?
El caso del Reino Unido es si se quiere diametralmente opuesto. Los británicos, acostumbrados a la frugalidad, gustan sacar el provecho de las cosas hasta la última gota. Hasta el punto de la miseria. El metro de Londres es el más antiguo del mundo, es decir es viejo con bolas. Es muy caro, hasta hace no mucho muy poco confiable y colapsado. Sí, es cierto que unos años antes de las Olimpiadas se inició un proceso de actualización de las infraestructuras importante no solo en Londres sino en todo el país, pero el servicio en términos de valor por dinero sigue estando muy por debajo de sus pares en el continente. Ni siquiera en ese país hay trenes de alta velocidad y se está hablando de un proyecto para el 2025 como muy temprano. No hablemos del aeropuerto Heathrow en Londres. Exceptuando su terminal nueva inaugurada hace solo unos pocos años, las otras terminales dejan muchísimo que desear. Resulta increíble pensando que Heathrow es el tercer aeropuerto con más tráfico de pasajeros en el mundo.
Ese país sin embargo ha salido de la crisis económica mucho antes que España y ya ha empezado a generar empleo. Hay muchos factores que explican esto pero de que ayuda no tener una carga pesada de deuda a causa de bienes improductivos, ayuda.
Mi punto es bien sencillo: es más productivo y mucho mejor para la economía en el largo plazo transportar a programadores, científicos, publicistas y traders en trenes que se caen a pedazos que maestros de obra, obreros y personal de catering en trenes de alta velocidad con A/C y barcito. La mayoría de ellos por cierto trabajando directa o indirectamente en ampliar ese mismo tren de alta velocidad. Sin ninguna ofensa a ellos ya que todo trabajo dignifica, pero al pan, pan y al vino, vino. Esperemos sin embargo que España haya aprendido la lección y se dé cuenta que sin investigación y desarrollo, es decir sin generación de conocimientos, no hay infraestructuras que valgan.
Conozco bien a los dos países y por eso me permito compararlos SOLO en este aspecto. Las comparaciones son siempre odiosas y esto no es una valoración de los dos países en general. Inclusive con la crisis creo que en España hay aun mayor calidad de vida si se tiene trabajo (y esto es un GRAN SI en estos momentos lamentablemente) que en el R.U.
En Venezuela urge renovar las infraestructuras que están totalmente colapsadas. Nada más falta ver el metro. El aislamiento en los barrios. Nadie duda de esto. Pero no deseemos mucho algo porque lo podemos obtener en demasía. No solo Venezuela es muy propensa a la corrupción sino que además hay que hacerse las preguntas: ¿infraestructuras para servir que tipo de economía?, ¿para ayudar a transportar a gente a las marchas?, ¿para llevar las domesticas del oeste al este de Caracas? o ¿para facilitar que gente productiva vaya a sus trabajos por ejemplo en el sector exportador, turístico o de servicios financieros?
Afortunadamente este no es el problema del huevo o la gallina. Está claro, al menos para mí, que primero está el ecosistema y luego los trencitos y los avioncitos.
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