Algunas veces, cuando hablábamos de las cosas locas que yo haría si fuese presidente, Pedro me recordaba que él había pedido primero el Ministerio del Pollo. Un chiste recurrente que medio funcionaba en otra época porque sólo un débil mental delirante crearía una cartera ministerial para defender el suministro de pollo, o mandar mensajitos por Facebook (punto 21.5 de este decreto).
Los problemas no se resuelven creando Viceministerios. Los problemas comienzan a resolverse aceptando y entendiendo la naturaleza del problema. Nicolás es incapaz de eso y lo dejó bien claro el 8 de Enero cuando básicamente repitió el mandato de las fuerzas de seguridad, como si lo hubiese descubierto ese día. Sin embargo, el tipo ya tiene un año siendo presidente y 9 meses de haber asumido el problema de «la inseguridad» como «algo personal». Nicolás no acaba de llegar. De hecho, tiene al menos 20 años jalando bolas en los círculos del poder. Yo pagué su educación y lo mantengo y quiero que me devuelvan mis reales.
Está claro que el chavismo no podrá resolver los grandes problemas de Venezuela. Tienen años esforzándose en demostrar que son estructuralmente incapaces. Las únicas cosas buenas que ha logrado el chavismo, lo ha hecho tirándole dinero a los problemas, a ver si se arreglan. Pero no todos los problemas se resuelven con dinero. Algunos requieren planificación y concesiones, palabras prohibidas en el diccionario del socialismo del siglo XXI. Maduro no va a hacer nada porque sigue esa línea muy chavista de repudiar a los expertos. En Venezuela hay muchos expertos. Gente que sabe cómo atacar problemas. Pero los venezolanos tenemos nuestro corazoncito para los incapaces y, consistentemente, preferimos a los novatos y los resentidos.
Si hay algo que caracteriza a todos los dirigentes chavistas es que son unos resentidos y unos fracasados. Gente que tuvo las mismas oportunidades de educación que sus pares, pero no tuvieron el talento, la iniciativa o las ganas de trabajar para progresar. Invariablemente, todos piensan que su fracaso fue culpa de otros. Por eso esa inclinación hacia la venganza, esa saña, ese comemierdismo conspiparanoico. Por eso sólo se ocupan de la gente cuando están a punto de perder elecciones. Como los adecos.
A mi me preocupa que haya tanto resentido suelto. Si fuera presidente, les montaría un Viceministerio. Mentira, un Ministerio completo, que para hospitales no hay, pero para pagarle bonos a estos mamagüevos, sobran recursos.
Creo que no hubiese sido mala idea dejar trabajar a William Bratton en 2001. Pero Chávez, que era un resentido y un acomplejado de mierda, echó al experto porque no podía soportar que alguien supiera más que él (y de paso, fuese gringo). En 2001 la violencia era intolerable, pero no era tan loco crear una comisión bipartita que hiciera el intento por comenzar a reconocer el problema. Hoy en día eso es imposible. La solución a la violencia es un premio muy jugoso para dejárselo al otro y, de paso (perdona que insista) no hay plata ni para entrenar a policías, ni construir prisiones, ni mejorar el sistema judicial. En todo el sistema judicial venezolano, para lo único que hay plata es para que Iris Varela le monte rumbas a los pranes.
Todavía no nace el primer experto chavista en algo que no sea hablar paja. Para peor de males, parece que los únicos que gravitan hacia el oficialismo son personas que no son capaces de entender ni siquiera cómo funciona el dinero (una ayudaíta, María). Los optimistas piensan que las cosas no pueden ir peor, así que el problema de la violencia comenzará a arreglarse pronto, mágicamente. Yo pienso que hace falta un cambio de actitud y opinión por parte de los que tienen el mandato popular de controlar y administrar la violencia –me encantaría echarle paja la dirigencia opositora, pero el chavismo, con esa ansia de tragárselo todo, se ensartó solito en esta.
Tampoco ha nacido el primer resentido que reconozca sus errores, así que si piensas que el problema de la violencia en Venezuela comenzará a resolverse pronto, te recomiendo que ajustes tus expectativas. Mientras haya una mayoría que premia la ineficacia, “las autoridades no descartan el suicidio” será la coletilla perenne en las páginas de sucesos.