Cuando la diplomacia y la política se ahogan en la retórica, y los medios de comunicación masiva se venden al efectismo mediático, sólo queda el arte como instrumento para denunciar los horrores de la guerra. Muchos artistas de diversas épocas han sido ejemplo de esto: Marc Chagall pintó contrastes entre imágenes de paz y agresión. La obra de León Ferrari estableció un vínculo íntimo entre lo bélico y la religión. Peter Kennard elaboró fotomontajes como instrumento de activismo político.
Por lo general, esas propuestas artísticas tienen como objetivo sensibilizar al colectivo y promover una transformación social, sin embargo, suele suceder que se quedan atascadas en el marco de la contemplación ociosa y fragmentada; que consiste en ver una imagen por un par de segundos, asombrarse, compartirla y pasar de inmediato al siguiente fragmento, sin profundizar ni actuar.
De Marc Chagall
Los que estamos fuera del contexto de la guerra nos convertimos en receptores de estadísticas y eufemismos que ensombrecen nuestra realidad: la ambición desmedida es una “guerra humanitaria”, las masacres son “daños colaterales” y los asesinatos son “bombardeos preventivos”. Sólo aquellos que han vivido la amarga experiencia de la guerra, saben con propiedad todo lo que esa situación trae consigo: muerte, carencias, miedo, caos, mutilaciones, torturas y heridas que permanecen en el tiempo.
De Peter Kennard
Detrás de toda guerra existen intereses. Si no, ¿Por qué los objetivos militares son países que poseen gran cantidad recursos energéticos o ubicaciones geoestratégicas? Los ejemplos son claros: Irak, Irán, Libia, Afganistán y Siria. Esto no es nuevo, así ha sido en la historia y así seguirá sucediendo, principalmente porque las resoluciones de los organismos internacionales son un adorno anecdótico dentro de la alharaca de opiniones.
Ante ese panorama desolador, sólo queda la esperanza de que las víctimas puedan trascender su sufrimiento. El ser humano tiene la posibilidad de ser resiliente y sobreponerse a las circunstancias, de tomar el horror y convertirlo en belleza. Hay muchos casos individuales o de grupos que han superado eventos terribles, pero ante un futuro escenario en el que las diferencias sociales se hacen mayores y los gobiernos poderosos se creen los dueños del mundo, ¿Será posible una resiliencia global?
Escafado